Cancer estaba encerrada en su armario, rezando porque su padrastro no la encontrara. Su corazón latía tan fuera que temía que se escuchara desde afuera, y no podía evitar contener la respiración. Estaba oscuro y el armario era pequeño. Hizo su mejor esfuerzo por no llorar, mientras agarraba el celular.
Rogando porque no se viera la luz desde afuera, le envió un mensaje a Capricornio. "Te necesito". No se animó a escribir nada más. Después, apagó el celular y abrazó sus rodillas, esperando a que todo pasara.
Su madre se había ido con unas amigas suyas por el fin de semana, y Cancer planeaba quedarse en el departamento de Capricornio, pero su padrastro había llegado antes de lo que había previsto, y también muy borracho. Si ya era agresivo sobrio, no quería conocerlo ebrio.
A penas, leyó el mensaje de Cancer, Capricornio salió disparado hacia su casa. Estaba al tanto de la situación de Cancer con su padrastro, y el había ofrecido varias veces que se fuer a vivir con él, pero por alguna razón ella decidía quedarse ahí. Llevaban varios meses saliendo, y parecían veinte minutos y veinte años al mismo tiempo.
Cuando llegó a la casa, se dirigió hacia la ventana de Cancer, ya que sabia que entrar por la puerta principal nunca era buena idea. Entró sigilosamente a la habitación, pero, como no la vio en ningún lado, se dirigió al armario.
Al notar que alguien abría la puerta, Cancer se encogió, pensando que era su padrastro, hasta que sintió que acariciaba su mejilla y alzó la mirada. Su expresión de terror se convirtió en alivio la ver a Capricornio ahí. Prácticamente se lanzó hacia él para abrazarlo.
–Tenemos que salir –dijo él, y ella asintió.
Justo mientras Cancer estaba por salir por la ventana, alguien abrió la puerta con tanta fuerza que podría haberla arrancado de sus bisagras. Un hombre de unos cincuenta entró tambaleándose a la habitación con una botella de cerveza en la mano. Lo que Capricornio sintió en ese momento fue puro odio. Había visto a Cancer asustada por culpa de ese hombre más veces de las que podía contar. Lo despreció como nunca había despreciado a nadie.
–¿A donde vas, pendeja de mierda? ¿Y vos quien carajo sos? –dijo el tipo, señalándolo vagamente.
–Capricornio, no –murmuró Cancer, al ver que la mirada de Capricornio bajaba hacia la botella, pero ya era muy tarde.
En un acto impulsivo, algo demasiado extraño en Capricornio, él tomó la botella que el padrastro de Cancer sostenía y se la rompió en la cabeza. Se escuchó el golpe cuando él hombre cayó al suelo.
Ambos se quedaron congelados por unos segundos, observándolo, hasta que Capricornio reaccionó.
–Vamos –dijo.
Ninguno dijo nada más en el trayecto hasta el departamento de Capricornio. Él estaba harto de esas situaciones, pero tampoco podía obligarla a hacer algo al respecto. Lo frustraba mucho el solo poder sentarse y mirar, a menos que ella le pidiera ayuda.
–¿Y si lo matamos? –preguntó Cancer, preocupada, cuando entraron al departamento.
–No creo –dijo él, estaba bastante seguro de que no se podía matar a nadie de un botellazo, pero, solo para calmar a Cáncer, decidió ocuparse de ello y llamar a una ambulancia para que fueran a revisarlo–. Listo.
Cancer lo abrazó. Ella era mucho más baja que él, por lo que su cara llegaba a la altura de su pecho. Capricornio acarició su espalda y besó su cabeza dulcemente. No se consideraba una persona demostrativa, pero con ella había algo que era diferente.
–¿Estás segura de que no te querés mudar conmigo? –preguntó Capricornio, como hacía cada vez que ella terminaba en su departamento para escapar de su padrastro– Seguirías viendo a tu mamá, pero no a él.
Por primera vez, Cáncer lo consideró de verdad. No soportaba más la situación con su padrastro, y quería demasiado a Capricornio. Además, se sentía culpable por obligarlo a dejar todo y salir corriendo cada vez que se sentía amenazada.
–Está bien –murmuró, sin alejarse de él.
–¿Qué? –preguntó él algo confundido.
–Me cansé de todo esto.
Capricornio acarició la mejilla de Cancer, y ella alzó la cabeza para poder mirarlo a los ojos. Lentamente él fue cerrando la distancia que los separaba, y ella se puso en puntitas para poder besarlo. Las manos de Capricornio fueron a la cintura de Cancer para pegarla a su cuerpo, y ella sonrió cuando se alejaron.
Una de las cosas que había hecho que Cancer se enamorara de Capricornio era la forma en la que la miraba, como si no le importara nada más.
–¿Qué pasa? –preguntó él, cuando notó que la mirada de ella se ensombrecía y su sonrisa desaparecía.
–Debería decirle a mi mamá que no voy a volver hoy ¿No? Por si vuelve antes o algo...
–Si, probablemente deberías avisarle –se quedaron en silencio hasta que Capricornio volvió a hablar– ¿Querés que me quede con vos?
–No, creo que es algo que tengo que hacer sola –murmuró ella. Definitivamente quería que él se quedara con ella mientras hablaba con su madre, pero también ya lo había involucrado mucho más de la cuenta. Era su novio, pero no podía apoyarse tanto en él.
A pesar de que no le gustaba mucho la idea de que estuviera sola, Capricornio se fue a su habitación y cerró la puerta. Comenzó a caminar por la habitación como un animal enjaulado, intentando no pensar en lo peor. La voz de Cancer no llegaba hasta ahí, así que seguramente estaba hablando bajito, cosa extraña cuando hablaba con personas con las que estaba en confianza, ya que solía ser bastante chillona.
Después de unos quince minutos en los que Capricornio casi pierde la cabeza, Cancer entró a la habitación. No dijo nada. Simplemente lo abrazó. Tenía los ojos hinchados y las lágrimas resbalaban por sus mejillas. No podía controlar sus sollozos y temblaba. Él acarició su cabello y la abrazó hasta que sintió que se calmaba un poco. Ahí, se sentó en la cama e hizo que ella se sentara en su regazo.
–¿Qué pasó? –preguntó él, mientras ella se hacía una bolita contra su pecho.
–Me odia –murmuró–. No quiso creerme. Me dijo que no... que no... –se le escapó un sollozo– que no volviera –a penas dijo esto, volvió a llorar a moco tendido.
Había algo que Capricornio había descubierto en esos últimos meses; no sabía como manejar sentimientos. Y Cancer sentía, y mucho. Situaciones como esa lo ponían demasiado nervioso. No quería que ella llorara, no le gustaba, pero de ahí a saber como hacer que parara de llorar había bastante.
Sin saber que más hacer, le limpió las lágrimas y besó su frente. Tardó un poco, pero al fin Cancer se calmó y el cerebro de Capricornio dejó de estar en alerta roja.
Ella lo miró, preguntándose como hacía para aguantarla. Tenía demasiados problemas y era insoportable ¿Por qué estaba con ella?
–Te amo –dijo Cancer. Era la primera vez que se lo decía, pero también era la primera vez que lo sentía de verdad. Vio como Capricornio se ponía totalmente rojo.
–Yo... yo también –murmuró.
Este capítulo es para @flornay2002 espero que te haya gustado 💙
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One-Shots Zodiacales (PEDIDOS CERRADOS)
RomantizmEl título lo dice todo, estas son historias de un capítulo sobre los signos del zodiaco. YA NO SE ACEPTAN MÁS PEDIDOS