A papi le gusta esto

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El pecoso se levantó y estiró su cuerpo. Estaba tan ebrio que apenas podía mantenerse en pie. Por otra parte, aún estaba excitado, no se había sentido satisfecho del todo con aquella sesión de sexo anal y en ese momento deseaba más, esperaba poder hacer llegar a su amante a un orgasmo duradero e inolvidable.

—Doppio... Debería descansar, dormir un poco o algo, no quiero que te pase nada.

—No pasará nada, a menos que tú quieras.—se acercó con pasos torpes a su amante y besó su clavícula, siguiendo un camino hacia su hombro.

—Ahhh, insisto en que deberías descansar.

—No quiero. Yo quiero hacerte sentir bien. Tú me haces esa clase de cosas todo el tiempo.—lo mordió un poco, le encantaba morder a Diavolo.

El mayor se recostó en la cama nuevamente y con movimientos lentos empezó a reunir la ropa que se había quitado. No pensaba continuar, más que nada porque estaba preocupado por la salud del pecoso.

—¿Qué haces? Detente, no vayas a vestirte.—dijo Doppio apenas notó que iba a ponerse de nuevo ropa interior.

—No quiero hacerlo. Me preocupas, estás muy ebrio y debes esperar a que todo eso se te baje.—respondió el de cabellos rosados.

—No se me baja por tu culpa, por ti es que estoy así.

—NO ME REFERÍA A LO QUE TIENES ENTRE LAS PIERNAS, TARADO. ME REFIERO A QUE ESTAS ACTUANDO SIN PENSAR Y ADEMÁS ESTÁS MUY MAREADO.

—Tsk.—el pecoso no tuvo otra opción más que hacer uso de sus más sucias trampas. Como pudo se agachó hasta quedar de frente a la pelvis de Diavolo y, antes de que este otro pudiera hacer algo, nuevamente tomó su pene y lo introdujo a su boca.

—Hey, eso no se vale.—nuevamente se estaba poniendo duro. La sensual mirada de Doppio observándole desde abajo, el calor húmedo de su boca, los envolventes movimientos de su lengua contra su pene y aquellas ocasionales mordidas ligeras que daba, fueron suficientes para que Diavolo se dejara vencer. Moría cada vez que Doppio le daba una mamada. El pecoso era bueno en ello y realmente lo ponía muy cachondo.

—Nhhja, aaahhh, nmmk.— Doppio gemía un poco, con aquel enorme pedazo de carne en su cavidad oral.

Después de un pequeño rato, decidió aferrarse más a su amante, agarrando con fuerza sus nalgas y apretándolas de una forma tan deliciosa que a Diavolo se le escaparon dos que tres sonoros gemidos.

–Mierda, Doppio. ¿Por qué haces esto?– Diavolo agarró con fuerza aquellas finas hebras moradas, tiró de ellas obligando a Doppio a sacar el pene de su boca, la saliva de este escurría lentamente por la longitud de su falo. Mientras que el pecoso le miraba con lágrimas en sus grandes ojos color ámbar. Le había lastimado sin querer.

—No me jales mis pelitos, me lastimas.–dijo con una voz suave como la de un niño pequeño.

Entonces Diavolo acarició con cariño a su amante, Doppio parecía un perrito.

—Lo siento.—dijo.

—Eso no es suficiente.—respondió con un aire sexy en su voz. Rápidamente se levantó y con la poca habilidad motriz que aún le quedaba, separó las piernas de Diavolo para colocarse en medio.—¿Te gusta esto, papi?—una oleada de deseo recorrió el cuerpo de Diavolo. No sabía qué rayos estaba pasando, pero le encantaba.

—Me gusta mucho, parece que mi niño quiere jugar conmigo ahora.

En la carita pecosa de Doppio se formó una suave sonrisa, él era jodidamente hermoso cuando sonreía.

HotLine 【Doppio/Diavolo】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora