Video llamadas

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Los días pasaron y como lo había prometido, diariamente a la media noche, Diavolo llamaba a Doppio para hablar con él. Por un lado esas llamadas motivaban a Doppio, lo hacían sentir bien después de tener un día de mierda. Pero por otro lado, desgastaban a Diavolo. Pues él extrañaba demasiado el calor de su pecoso novio.

Jueves por la noche, Doppio regresaba a casa después de un largo día en el hospital. Las prácticas, la presión, los regaños constantes y la falta de sueño y de energías lo estaban consumiendo de a poco.

—Has llegado. Trish está dormida ya. Me dijo que extrañaba verte. ¿Regresar a la escuela a estas alturas de la vida no te parece algo idiota, Vinegar?—le cuestionó el hombre rubio que fumaba un cigarrillo cómodamente sentado en el sofá.

—No es así, Prosciutto. Yo lo veo de otro modo. Si termino mis estudios... Podré darle a Trish la vida que no pude tener. Además nunca es tarde para seguir tus sueños.—respondió Doppio con una pequeña y débil sonrisa en el rostro descolorido y ojeroso.

—Ya veo... Igual de ridículo como siempre.—bromeó el otro—En fin, debo irme. Dejé a Pesci en casa con los otros chicos, espero no hayan armado un alboroto. Nos vemos.–se despidió con la mano y se dirigió a la salida. Ahora Doppio se encontraba en casa relativamente solo.

—Ahhh... Creí que el volver me haría olvidarme de mis problemas pero me siento cada día más triste y estresado.—se dijo a sí mismo mientras se preparaba una taza de café.

Se dirigió a su habitación, se quitó la ropa y se metió a su cama. Encendió el televisor y se puso a beber su café. Estaba desanimado, no se sentía bien ni física ni mentalmente. Estaba hecho mierda de ánimos pues se sentía basura y debido a su mala alimentación, su piel había perdido el color rosado, había adelgazado y se sentía muy débil, además de que sus preciosas pecas habían sido opacadas por unas enormes ojeras oscuras producto de sus noches de continuo desvelo.
Doppio no era más que la sombra de sí mismo.

—Ahhh...—suspiró una vez más. Estaba triste y cansado. Eso se había vuelto parte de su vida diaria.

El pecoso le dio un último sorbo a su café cuando el teléfono sonó. Aquel tono de llamada (como un teléfono antiguo) le devolvió la vida. Su rostro inexpresivo cambio a una sonrisa de oreja a oreja. Diariamente, su única motivación para seguir adelante (además de Trish) era su amado Diavolo, que lo llamaba todos los días sin falta solo para recordarle que seguía muy enamorado de él.

—¿Hola?—respondió Doppio.

—Mi lindo Doppio. Extrañaba tu voz.—respondió Diavolo bastante animado.

—Jeje, también extraño oírte. Estos últimos meses han sido de lo más difícil para mí.

—Si... Pero ya falta poco para poder vernos. No desesperes mi Doppio. Cuando volvamos a estar juntos te abrazare, te besaré y te haré el amor como nunca.

—No puedo esperar. Estoy ansioso por sentir tu piel otra vez, por besarte y por mirar tu hermoso rostro.

—Doppio mío no digas eso... Me dan unas enormes ganas de mandar al pito la psicología y volver corriendo a tus brazos.—confesó el mayor.

—Oh lo siento.—el pequeño pecoso se sonrojó un poco.

—Recuerda que te amo. Siempre lo haré...Oye ¿quieres...? Ahh no sé cómo decirlo.

—Tu solo sácalo.—respondió el menor.

—¿Quieres tener sexo?

—Ay diosito. Ehh si... Realmente no tienes idea de cuantos días esperé a que volvieras a preguntarme eso.

—Mhhh está bien. Ponte cómodo amor mío.

—Claro...

—Ahhh... ¿Qué traes puesto?

—Tengo puesto... Eh pues nada prácticamente. Me quité mi uniforme y solo estoy con mis calcetines de arcoiris y mis bóxers negros con el resorte gastado.—dijo.

—Me encanta. Ojalá pudiera verte.—dijo Diavolo.

—Oh, espera mi amor. Tengo una idea, hagamos una video llamada. Sería bonito.—Doppio se sintió algo extraño ante su atrevimiento.

–Me parece excelente. Te llamaré, asegúrate de contestar y por favor enciende la luz para poder verte bien.—en seguida se cortó la llamada pero segundos después el teléfono de Doppio sonó anunciando la nueva llamada entrante.

Doppio respondió y colocó el teléfono en un lugar donde captaba bien su imagen. Su rostro se iluminó de felicidad al ver a Diavolo saludándolo.

—Hola de nuevo—dijo Doppio con una sonrisa.

—Hola mi dulce Doppio.—respondió Diavolo—Te ves hermoso hoy.

—No es cierto, estoy pálido y ojeroso. Doy asco.

—Aún así me pareces el hombre más hermoso de la tierra.

Esas palabras hicieron a Doppio sonrojarse un montón.

—Ese sonrojo, cariño.

—¡Lo siento! No puedo evitar sonrojarme así si me dices esas cosas tan bonitas.—se alteró un poco.

—Adoro eso, ¿lo sabes?

—Y yo te adoro a ti, mi rey carmesí.—respondió con un tono dulce en su voz.

Diavolo le sonrió dulcemente y en seguida empezó a desvestirse sensualmente frente a la cámara. Por su parte Doppio lo miraba como apendejado por esa erótica visión. El cuerpo de su novio era una gran tentación y al parecer se había puesto muchísimo más bueno.

—Ahhh... Te ves... Te ves muy bien.—su voz temblaba de lo nervioso que se había puesto.

—¿Te gusta? He estado tan triste que decidí meterme al gym para no deprimirme tanto.

—Es maravilloso. Quisiera poder besar tu cuerpo entero.

La última prenda que quedaba sobre él no dejaba nada a la imaginación, su paquete duro se marcaba de una forma muy sexy bajo la tela. Al ver esto Doppio mordió su labio inferior y abrió los ojos lo más que pudo. Ansiaba con todo su ser volver a ver a Diavolo en persona.

Entonces el de largos cabellos rosas bajó su ropa interior liberando su gran y deliciosa erección. Apenas la vio y Doppio empezó a salivar.

—Oh Dios mío.—dijo en voz baja.

—¿Dijiste algo?

—Me encantas.

—¿estás listo?

–S-Sí.—Doppio bajó su ropa interior. Su pene estaba tan duro como un pan de tres días. Estaba listo para empezar una erótica llamada llena de amor y sexo.

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HotLine 【Doppio/Diavolo】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora