Juguetes

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—Doppio. Antes de empezar... Quiero saber si te llegó mi regalo.—dijo Diavolo.

—¿Tú regalo?

—Hace pocos días hice un envío a Nápoles. ¿Lo recibiste?—preguntó

Doppio hizo memoria unos segundos y recordó que efectivamente Diavolo le había enviado una caja que no había abierto.

—Hoy en la mañana antes de irme recibí un paquete. Olvide abrirlo, pero si lo recibí.

En el rostro del mayor se formó una sensual sonrisa.

—Excelente.

—¿Qué es? ¿Es queso de gusanos tradicional de las montañas de Cerdeña?—Doppio agitó la caja emocionado.

—Ábrela y descúbrelo por ti mismo, cariño.

El menor agarró unas tijeras y rasgó la cinta que impedía que la caja se abriera. Sus ojos no podían creer lo que estaban viendo, pues la caja contenía vibradores de varios tamaños.

—¿Qué? ¿Qué es esto? —sacó de la caja un pene de plástico.

—¿No te gustan?

—Pues estoy sorprendido. No esperaba que fueras a enviarme algo... Algo así... Me hace sentir muy gay.

—¿No lo eres?

—O sea si. Pero vaya, esto es nuevo para mí. ¿Sabes? No entro tanto en ese estereotipo homosexual común, por eso me sorprende bastante esto.

—Lo siento. Debí preguntar antes. Imagino que no te gustaron.–dijo el de cabellos rosados con un poco de tristeza.

—Me gustan. Me quedaré con ellos.–sacó otro de la caja—¿Este para qué sirve?—apretó sin querer el interruptor y el pene plástico empezó a vibrar asustándolo tanto que lo soltó.

Diavolo se rió discretamente y continuó con la llamada.

–Doppio, toma el que quieras, te enseñaré a usarlos.—dijo.

El menor obedeció y sacó de la caja un dildo que parecía una zanahoria.

—Ese es bastante bonito.–dijo Diavolo al ver lo que Doppio había elegido.

—¿Una zanahoria? ¿Esto es en serio?

–Había uno que parecía una mazorca pero pensé que la zanahoria sería perfecta para ti.

Doppio se sonrojó una vez más.

—Es curioso. Bien ¿qué debería hacer?

—Saca la botella de lubricante.

Doppio metió su mano nuevamente a la caja para sacar una botella pequeña de lubricante vaginal.

—Bien mi niño. Ahora ponle un poco a esa zanahoria.

Así lo hizo, cubrió la punta de la zanahoria con bastante lubricante.

—Date la vuelta de forma que yo pueda verte... Ah ahí está bien, levanta un poco el trasero y masajea tu ano con el vibrador.

Doppio siguió la instrucción. Sabía que después de eso no volvería a comer zanahorias. El roce del juguete en su ano se sentía muy bien, así poco a poco fue dilatándose a sí mismo, metiendo la zanahoria lentamente dentro de él. Mientras, Diavolo observaba el acto mientras acariciaba su erección.

—Haaah... NGHHH...

—Métela bien.—le pidió el mayor.

Doppio abrió un poco más las piernas e introdujo el juguete. Entonces empezó a sacar y meter la curiosa zanahoria.

—Se siente muy rico.–dijo mientras una pequeña lagrima escapaba de sus ojos.—¿Te gusta, papi?

Diavolo seguía atento a Doppio, seguía masturbandose pero ahora se encontraba más que excitado.

—Es maravilloso, mi lindo Doppio. Sigue así ahh.

Después de un rato, Diavolo le pidió a Doppio que cambiara de vibrador. Aunque realmente le había encantado ver a su novio metiéndose una zanahoria por el culo.

—¿Qué es esto?–sacó otro más.

–Un rosario.–dijo sarcástico el pelirrosa.

–Ohh ya veo.—la carita de Doppio se puso muy roja otra vez.

—Esas son... Ehhh bolas chinas. Tú sabes... Ehhh...

—¿Si me las meto y las saco rápido saldré gritando como un Beyblade?—cuestionó el pecoso con un aire divertido. Esta vez quien terminó más que sonrojado fue Diavolo.

—No lo sé. Vamos a probar...—respondió.

Así que Doppio fue introduciendo con cuidado cada una de las bolas.

—Mierda... Se siente muy bien. Ahhh...

—Puedes usarlas ¿sabes para qué?

—¿Para qué?—preguntó Doppio.

—Para los ejercicios de Kegel. Son una herramienta muy buena, lo descubrí hace poco cuando la empleada de la sex shop me explicó cómo usarlas.

—Vaya... Me dan placer y fortalecen los músculos de mi piso pélvico. Creo que me volveré fanático de este curioso artefacto.–dijo el pecoso mientras lentamente jalaba del hilo para extraerlas.—Aahhh...

Los gemidos de Doppio siempre habían fascinado a Diavolo. Amaba escuchar la preciosa voz de su tierno novio y le gustaba mas aun oírlo gritar de placer. Así, el mayor sigue masturbándose mientras observaba a su novio sacarse las bolas chinas una a una. Hubo un punto en el que se perdió totalmente en su imaginación. El pensar en Doppio, en el olor de su pelo, en la suavidad de su piel, en el dulce sabor de su saliva en el pacer que le causaba el morder las pecas que adornaban sus hombros y su espalda, el hermoso sonido de su voz al decir su nombre, sus grandes ojos color ámbar mirando fijamente, todo eso había hecho a Diavolo enloquecer y desear con toda su alma estar junto a su querido pecoso.

—Ahhh... Ahhh...—sintió un cosquilleo, una contracción muscular, una descarga y su mano llenarse de semen tras haber eyaculado. Intentó respirar, se había quedado sin aliento, pero su pecho ardía de pasión. Como siempre lo hacía cuando se unía a su querido Doppio.

–¿Te gustó?—preguntó Doppio ya un poco más relajado con las mejillas ardiendo en un intenso color rojo.

—No tienes idea de cuánto.—respondió Diavolo más que satisfecho.

—Te amo.

—Y yo a ti, mi dulce Doppio. Dejaré que por esta noche puedas descansar. Nos vemos en mis sueños, hasta luego.

Doppio sonrió y cortó la llamada, aún desnudo se recostó en su cama y durmió. Estaba feliz y se sentía bien porque a pesar de estar distanciados y no tener tiempo, los dos enamorados hacían lo posible para "seguir juntos" a pesar de la distancia.

Doppio descansó muy bien después de mucho tiempo.

Jaja me enferme banda, apenas y puedo abrir los ojos, me duelen los huesos y casi ni puedo respirar. Vale verga :( pinches resfriados mierdas ojalá eliminen el virus :v

HotLine 【Doppio/Diavolo】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora