Noche intensa

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Cuando por fin trajeron sus alimentos, comenzaron a comer en silencio. El menor aún se sentía incómodo con la mirada de Risotto sobre él cada cinco minutos, pero aun así no dijo nada, estaba nervioso y trataba de no ahogarse con su comida. Por su parte Diavolo volteaba a ver a su novio de rato en rato, dedicándole una dulce mirada a la cual Doppio respondía con una pequeña sonrisa.

Efectivamente, la comida en ese lugar era sublime. El menor disfrutó tanto de su deliciosa comida que terminó pidiendo una orden extra de papas fritas a pesar del miedo que le daba hacerlo.

Una vez que terminaron de cenar, Diavolo decidió sacar del bolsillo de su saco aquella carta que le había llegado de la universidad.

—Bien es el momento... Te traje aquí porque quería que celebráramos nuestro esfuerzo, tanto tu como yo hemos trabajado muy duro en continuar con nuestras vidas dándole un nuevo enfoque el cual nos hará crecer... Nunca es tarde para perseguir tus sueños... Así que... Míranos aquí, nerviosos por saber qué ocurrió con nuestras solicitudes.

Doppio sacó sus celular y abrió su correo electrónico.

—Hay que abrirlos a la vez... ¿Te parece?

—Me parece una buena idea, amor mío.—respondió Diavolo.

—Bueno—respiró profundo mientras cerraba sus ojos para así calmarse un poco—Uno...dos...¡Tres!

Ambos abrieron sus respuestas y comenzaron a leer. La cara de Diavolo cambió a un gesto de alegría, mientras que los ojos de Doppio rápidamente se llenaron de lágrimas.

—Doppio... ¿Qué pasó? ¿Por qué lloras?—la sonrisa en su rostro se borro al ver a su novio llorando.

—M-me...Me aceptaron...—respondió el pecoso con la voz quebrada.

–Amor mío, eso es maravilloso.—dijo el otro mientras tomaba la manita de Doppio y la besaba. Volvió a revisar su respuesta a la solicitud pero notó algo que había pasado por alto, lo cual era muy importante.

—Oh...mierda. ¡No!—dijo.

—Diavolo... ¿Qué pasa? ¿Te rechazaron?—preguntó el menor poniéndose un poco nervioso.

—No, no es eso... Si me aceptaron—respondió.

—¡Qué alegría!—dijo Doppio saltando un poco sobre su asiento.

Diavolo solo se limitó a sonreír mientras una lágrima amarga escurría de uno de sus ojos. Doppio notó eso.

—Entonces es algo bueno... Pero no entiendo por qué estás llorando.

–Es... Es solo que la escuela a la que me enviaron queda en Cerdeña.

—¿Qué? Cerdeña es una isla... No sabía que había una extensión de la universidad ahí.

—Pues como ves, la hay y me enviaron ahí... Por dos puntos en el examen de admisión. Soy un idiota, Doppio mío. Si tan solo me hubiera esforzado el doble no me habrían enviado lejos.

—Oye, no pienses así. Estoy seguro que diste lo mejor de ti en ese examen... No es tu culpa. Además... Yo viví de niño en Cerdeña, básicamente nací ahí y hasta la adolescencia me crié en ese lugar, es maravilloso. La vista es increíble, oh y las playas son lo más hermoso que existe en el mundo.—dijo Doppio rememorando su niñez y como le gustaba pasear por la playa y atrapar ranitas. Sin embargo en su cabeza se reprodujo una imagen borrosa, un recuerdo algo alterado... Él y una chica, la mujer más hermosa de todas, dulce y delicada. Ambos sentados a orillas del mar viendo la puesta del sol, la chica con su cabeza recargada en el hombro de Doppio y este dándole tiernos mimos mientras le decía que era hermosa.

—Hey... Ahora yo te pregunto ¿estás bien? digo, tus ojos se empiezan a poner tristes.—dijo Diavolo.

—No es nada, es solo que Cerdeña me recuerda tanto a mi muj... Ya sabes...—volteo a ver a Trish y Diavolo comprendió exactamente lo que su amante quería decir.

—Si, lo entiendo.—Diavolo sonrió y se levantó de su silla para ir con Doppio y abrazarle.

Luego de eso, pidieron postre para llevar, fresas cubiertas con chocolate y se retiraron del lugar, pero justo antes de salir Risotto llamó la atención de Doppio indicándole que se acercara.

—Lamentó lo de la última vez.—dijo el mayor.

—No... No te preocupes.

—De verdad me gustas, me gustaría que me dieras una oportunidad de conocerte.

–Supongo que me conoces bien, digo me has estado acosando toda la puta noche.–dijo el menor, quien sentía que iba a explotar. Pensaba que si no hubiera sido por Risotto, habría disfrutado mucho más de su comida.

—En serio lo siento.

–No es necesario que me pidas perdón, solo deja de verme de ese modo.—dijo el pecoso, intentó dar la vuelta pero fue atrapado por Nero en un abrazo del cual no podía soltarse.

–A... Ayuda...—comenzó a llorar.

—Doppio mío por qué tardas... Tanto. Maldita sea tú no entiendes ¿verdad?—dijo Diavolo al ver al otro abrazando a la fuerza a su pecoso.—¿Acaso no lo entiendes? Él es mío. No quiere nada contigo. Toleré que nos atendieras tu porque pensé que la tonta idea se había ido de tu cabeza pero al parecer no. Ahora entiendo por qué mi Doppio se sentía tan incómodo.

–Te dije an algún punto que cuidaras de este chico. Que en cualquier momento alguien podría quitártelo.

—Pero no me lo quitarás.

—No estés tan seguro de ello.—dijo Nero con una voz firme, estaba decidido, así que en un movimiento rápido tomó la carita de Doppio entre sus manos y depositó un beso suave sobre sus labios.

El pecoso se soltó a llorar, no quería. Necesitaba que Diavolo hiciera algo.

—Suéltalo.—Diavolo jaló al pecoso liberándolo de ese beso forzado.

—Tu novio nunca se resistió. ¿Acaso eso no te dice nada?

—Mi esposo está paralizado de miedo.—dijo Diavolo.

—¿Tú qué?

—Dije MI ESPOSO.–sacó de su bolsillo un anillo de bodas y lo colocó en la mano de su pecoso novio. Doppio no lo podía creer, estaba muy confundido, no sabía qué rayos estaba pasando.

Por su parte, Diavolo agitó la manita de Doppio frente a Risotto presumiéndole así su anillo de compromiso.

—¿Qué pasa? ¿Muy seguro de querer quitármelo no? ¿Qué dirá la gente cuando se enteren de que eres un destructor de familias huh?—sonrió triunfante y dramáticamente pego la vuelta y salió con Doppio en un brazo y con la pequeña Trish en el otro.

Hola, me estoy muriendo gente. No ma... Ni siquiera sé qué decir o que hacer.

HotLine 【Doppio/Diavolo】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora