Lo que el diablo quiere

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—Entonces... ¿Me ofreces tu amistad?

—Si quieres puedo ofrecerte mis servicios personales también. Digo... Ya lo hemos hecho antes. Como sea, yo no te dejaré solo. —hizo una pausa y miró la carita roja y pecosa de su amigo—Eres un buen sujeto. Solo mírate, eres muy lindo, despiertas muchas pasiones ocultas en las personas con el simple hecho de existir, además tienes una casa muy linda y un trabajo divertido,  y una linda bebé que sabe decir Cacas. No cualquiera tiene eso.

—Es muy simple.—respondió el otro ya más calmado. Había evitado un escándalo dramático como los que siempre armaba al estar en solitario.

—Es más... Debo decirte que me preocupas demasiado. No pienses que te ofrezco mi amistad por lastima, es lo que menos desearía hacer. Es solo que yo me siento solo así como tú, pero de forma distinta,

Doppio le dio una pequeña mordida a un panqué de chocolate y pensó un poco en lo que Diavolo le decía.

—No puedes sentirte como yo. Mírate, tú eres muy atractivo, sudas autoestima y además tienes esa facilidad de hacer que las personas se sientan cómodas y seguras contigo.—comentó.

—No. No es así, es verdad yo soy una persona atractiva y tengo bastante autoestima, sin embargo nadie se siente cómodo o seguro conmigo. Es raro, intentó ser "buena onda" con todos, pero al parecer a nadie le agrada hablar conmigo. Mis conversaciones más profundas y largas solo se quedan en un "¿Qué haces? ¿Nada? Ah yo también".

—Ya veo.—se levantó y se dirigió al lado del contrario—Creo que nos necesitamos mutuamente. Debe ser cosa del destino. Digo... Puedo tener una relación un poco más cercana contigo porque hemos hablado mucho y me estás ayudando.

—Así es.—asintió, le causó sorpresa sentir los tibios brazos de Doppio rodeándole en un abrazo insípido que más bien era solo un descanso para sus extremidades.

—Gracias.—dijo con su clásica voz dulce como un mazapán.

—No me lo agradezcas, te ganaste mi corazón y realmente quiero ayudarte. Te quiero y quiero que estés bien, ¿de acuerdo?— lo miró nuevamente a los ojos, estos tenían un cierto rayo de esperanza iluminándoles.— Tengo que irme.

—No te vayas.—pensó en voz alta, había metido la pata una vez más.

—Ya es algo tarde... Y mañana debo ir a la oficina, ya sabes... Coger por teléfono.—hizo un gesto imitando una felación.

—Puedo llevarte al trabajo por la mañana pero por favor quédate un poco más.—agarró con fuerza la tela de su suéter de rayas como si eso fuera a detenerle.—Me siento feliz si estás aquí. Digo, no es sano condicionar la felicidad a estar con alguien, pero se siente bien si estás aquí.

Diavolo miró el reloj de la cocina, eran apenas las siete, no vivía lejos así que pensó que sería buena idea complacer a su nuevo amigo quedándose un poco más.

—De acuerdo. Me quedaré, pero solo un rato ¿entendido?

El de cabellos violetas asintió con una pequeña sonrisa en su pálido rostro, esta vez no se veía como un gesto forzado, sino como uno natural, que provenía directamente de su corazón. Sintió su estómago revolverse de una forma extraña, no como si fuera a vomitar sino más bien como pequeños murciélaguitos revoloteando en su interior. (Si, murciélaguitos porque soy bien darks).

—¡Viva!—dio un pequeño saltito expresando lo bien que se sentía.

Sin embargo, todo el mundo a veces tiende a perder el control, lo cual es más común al tener cerca una tentación que ciega nuestro sentido de decisión, de esta manera actuamos guiados por nuestros impulsos sin pensar realmente en lo que estamos haciendo.

—¿Entonces ya que estoy aquí te gustaría segur con la terapia? La nena esta dormida, es una buena oportunidad.—preguntó el de cabellos largos.

—Si, por favor... Realmente estoy desesperado y creo que será más efectivo si es una terapia en persona en vez de una telefónica. Aunque déjame decirte que haces un buen trabajo. ¿Cómo finges esos gemidos?

—Es mi secreto. Bueno... Ahh ¿estás listo?

—Si, mucho. Pero aquí no, ¿te gustaría ir a la otra habitación? Es en realidad u. Cuarto pequeño que reservo para cuando Trish crezca y necesite su propio espacio. A veces me encierro a llorar ahí.

—Claro, suena bien.—respondió. Entonces siguió a Doppio hasta el mencionado cuarto, era una habitación amplia, con pocos muebles, una silla y un espejo de cuerpo completo.

—Bien, ahora sí estoy listo.—cerró la puerta. Al dar la vuelta se encontró con Diavolo de frente a él, como si estuviera esperando a algo. El menor no dijo nada, solo se quedó ahí comiéndoselo con la vista. Pasó la mano sobre la pared para encontrar el apagador e inmediatamente encendió la luz. Pudo observar mejor el cuerpo de el hombre frente a él. Diavolo representaba muy bien el ideal de belleza masculina.

—Ah...—no pudo tan siquiera completar su frase, apenas había abierto un poco la boca para poder hablar cuando Diavolo lo atrapó entre la puerta de madera y su cuerpo. Lo acercó a él tomándolo de la cintura y lo besó apasionadamente.

Doppio no supo cómo reaccionar, lo más natural que pudo hacer en ese momento fue dejarse llevar. Pues en el fondo deseaba con todas sus fuerzas que eso sucediera. No se trataba de un beso como cualquiera, del tipo cursi, tan dulce y ñoño que derrite los corazones de quién lo recibe y de quién lo da. No, no se trataba de eso, era la encarnación de todo lo que el diablo deseaba.

A Diavolo no le importó arruinarse el labial, podía retocarlo en cuanto terminara de saborear a ese lindo chico. Su corazón sonaba como un maldito tambor al comerse a Doppio. Era una sensación placentera en la que predominaba el sabor de la saliva del menor, y el calor húmedo de su lengua y el roce de la propia con esta. Todo lo que quería era sentirlo, de algún modo hacerlo suyo sin lastimarlo.

El menor pasó su mano entre las hebras rosadas de Diavolo, mientras el otro recorrió con sus manos el cuerpo frágil de Doppio por encima de su ropa causándole placer. Doppio mordió un poco a su amante durante ese largo beso caliente, aquella mordida suave solo llenó más de deseo el cuerpo de el otro.

Tengo insomnio, perdónenme. Soy un perdedor con insomnio. Buenas noches guapas 🎶

HotLine 【Doppio/Diavolo】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora