Sexo con amor

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La semana que habían pasado juntos en Cerdeña había sido la mejor de todas, tanto para Diavolo como para Doppio ese había sido el viaje más divertido y memorable que habían tenido en sus vidas. El viernes por la mañana, Diavolo decidió despertar a su novio con muchos besos. El pecoso dormía como un tronco entre las sábanas blancas de la cómoda cama, su cabello alborotado le cubría gran parte del rostro y de su boquita escurría un poco de baba.

—Eres tan lindo cuando duermes.—dijo Diavolo en voz baja.

Doppio entre sueños pudo escucharlo, de modo que lentamente abrió los ojos, solo para encontrarse con una vista maravillosa. Un hombre hermoso y feliz le devolvía una cálida mirada que lo hacía sentir intensamente feliz.

—Doppio.—no perdió ni un segundo para dejar un dulce beso en la carita de su novio.

—Hola, buenos días.—el pecoso se estiró.

—¿Hay algún plan para hoy?—le cuestionó el mayor.

—Mhhh, no. No mucho. Quiero... Quiero mostrarte algo. Quizá sea una cosa incómoda para ti, pero significa mucho para mí.

–No entiendo de qué se trata, ¿puedes explicarme?

El pecoso decidió no responder, se levantó de la cama y se trepó sobre su amante.

—Mhhh...¿qué te parece si vamos a despertar a Trish y después tú y yo tomamos un baño juntos?—Diavolo le dio un beso a su novio y juntos fueron a ver a Trish. La bebé aún dormía, les causaba bastante ternura oírla decir en voz baja entre sueños pequeñas palabras como "papi bonito" y "papi elote".

—Mi niña crece cada día más hermosa... ¿No lo crees?—le preguntó Doppio a su amante.

—¿Tú niña? ¿No querrás decir nuestra niña?—corrigió Diavolo.

Al oír eso el rostro de Doppio se sonrojó y una preciosa sonrisa iluminó su pecoso rostro.

—Supongo que estas en lo cierto, nuestra niña...—se tornó pensativo en un instante, lo que su novio notó.

—¿Qué tienes? De repente te veo triste.

—No es nada.—dijo el pecoso—Es que aún no lo entiendo. Si tengo una hija, que es de otra persona... ¿Por qué estás conmigo? ¿Te das cuenta de que es más responsabilidad? Yo no puedo darte hijos y...

Diavolo se rió al oír eso, él había amado a Doppio desde que lo escuchó hablar por primera vez y se enamoró aún más al saber de qué se trataba de un hombre que a pesar de tener problemas serios era responsable y cuidaba de su hija por sobre todas las cosas.

—En mi pueblo dicen si quieres a la vaca primero gánate al becerro. Te quiero, Doppio. Quiero a Trish, adoro a Trish tanto como si fuera mi propia hija. Es una niña preciosa y quiero cuidarla, estar siempre para ella. La amo demasiado y créeme que no es una carga para mí, es nuestra hija, además siempre quise tener un bebé.

—Pero...

—Pero nada. Nos vamos a casar ¿no? Es entonces nuestra bebé. No importa si no comparto lazos de sangre con ella, la amo como si fuera mía. Trish es parte de mi, tanto como tú lo eres.—Diavolo abrazó a Doppio con fuerza. —Quizá no pueda darle todo lo que su madre le hubiera podido dar, pero conmigo ella será feliz, me esforzaré por protegerla y te prometo que nunca les faltará nada, ni a ti, ni a Trish.

–Mierda, Diavolo... Me estás haciendo llorar...–respondió el pecoso.

–¿Qué te he dicho de decir groserías en la casa? A Dios no le gusta esto.–el cura entró a la habitación.

—Pa... ¡Padre!–Doppio se alteró un poco, por su mente pasaron los montones de coscorrones que le daba su padre cada vez que decía una mala palabra cuando era un niño.

–Señor, buenos días.—dijo Diavolo.

—Buenos días a todos, vine a ver a mi nieta.

—Pues ahí está acostada–dijo Doppio.—Por cierto, padre. ¿Puedo pedirte un favor?

—¿De qué se trata?

–Hoy será nuestro último día aquí y ... Diavolo y yo queremos pasar un tiempo de pareja, ¿podrías encargarte esta tarde de Trish? No es que quiera abandonarla hoy, pero... Hay algo que debo hacer con mi prometido.—el rostro de Doppio se puso tan rojo como un tomate.

Después de pensarlo un poco, el padre aceptó cuidar de su nieta, después de todo, casi no veía a su nieta y quería pasar mucho tiempo con ella.

—De acuerdo, hijo. ¿A dónde irán hoy?

—Es un secreto.—Doppio salió de la habitación y se llevó a Diavolo con él, lo jaló del brazo hasta el baño y le puso seguro a su puerta. En seguida dirigió su mano a los pantalones de su amante y la introdujo debajo para acariciar con la punta de sus dedos el pene de Diavolo.

—¿E-estás bien? Estás actuando muy extraño hoy...Ahhh

—Estoy bien, es solo que... No quiero irme, mañana estaremos en el vuelo de regreso a Italia y no quiero extrañar mi casa. Además no quiero extrañarte a ti.—le bajó los pantalones,

—Esto es tan raro... Pero debo admitir que me gusta que te pongas así.

–Mnnn...—el pecoso también empezó a desvestirse, al quedar desnudo empezó a frotar su trasero sobre los genitales del contrario.–Por favor... Penétrame. Quiero sentirte, quiero que me ames y quiero que me llenes.—abrió sus nalgas dejando su ano a la vista.

—Mierda... Me pones tan duro con solo verte. Muero por darte todo.—Diavolo nunca había podido resistirse a Doppio, su cuerpo y sus sentimientos eran lo que él más adoraba.

—¿Qué esperas? ¡Hazme el amor ahora!—dijo. En seguida el frío se apoderó de su cuerpo, se encontraba con la espalda contra la pared del baño, acorralado entre esa estructura y el desnudo cuerpo bien formado de su amante.

—Doppio mío. Haré lo que me pidas siempre, no podré negarme jamás si súplicas así.—Diavolo sujetó una de las piernas de su amante y la levantó para poder frotar con más facilidad la ya húmeda entrada. En seguida se unió a su novio en un beso.

A pesar de que ambos se habían vuelto adictos a tener sexo, el estar juntos, el sentir sus cuerpos desnudos uniéndose una y otra vez los mantenía unidos desde el alma, para ellos el sexo no era sólo una necesidad, no era sólo sentir placer, era para ellos una de las formas más intensas de amar.

Hola, he regresado. Sinceramente no me gustó este capítulo, pero espero les haya gustado a ustedes. Descansen buenas noches.

HotLine 【Doppio/Diavolo】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora