Es de mala suerte ver a la novia

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Eran ya las siete de la mañana y el joven de las pecas apenas había terminado de darse un largo baño. No había podido dormir durante toda la noche. Muchos pensamientos invadían su cabeza y giraban como en un carrusel a toda velocidad. Ciertamente no había sido su mejor noche, pues las pocas horas que había podido dormir no le eran suficientes.

Bostezó y después se sumergió en la tina de baño para enjuagar el jabón que aún quedaba en su cuerpo. Despertó un poco, si. Pero la ansiedad no siquiera el baño pudo quitársela.

Salió entonces del cuarto de baño, rodeado de vapor, con una toalla atada en su cabello y la bata de baño cubriendo su cuerpo desnudo; se dirigió a su habitación y cerró la puerta. Ahí estaba, en un gancho junto a su cama el traje que usaría esa tarde.

De toda la ropa que tenia Doppio, ese sin duda era el atuendo más especial. Lo había elegido sin tomar en cuenta el precio o la ocasión. Solo lo vio y quedó fascinado. Se trataba de un traje de novio en color marfil, bastante fino y elegante. Por si solo el conjunto era maravilloso, pero puesto sobre Doppio adquiría todas las cualidades del mundo.

Sin prisas se vistió. Le sorprendió a sí mismo ver cómo sus dedos temblaban al abotonar la camisa blanca que iba a usar.

–Demonios... tanta gente... solo conocidos... me mirarán hoy. ¡Como desearía haber amanecido con buena cara! Parezco un muerto.–dijo para sí mismo al verse al espejo. Al verse al espejo, sin sentir odio.

La puerta de la habitación se abrió, asustando al pecoso, quien de un salto retrocedió medio metro desde donde se encontraba.

–¡Hyaaaaa!

—No te asustes, soy yo.—respondió una voz conocida. En seguida entró en la habitación una de sus "damas de honor" se trataba de un hombre de hermosa piel tostada y cabellos tan largos que llegaban hasta sus caderas.

–Tiziano, me asustaste.–dijo el pecoso recuperando el aliento.

–Lo siento. Creo que llegue muy temprano. Como pediste mi ayuda para prepararte, pensé en llegar un poco antes, pero veo que ya has empezado por tu cuenta.–dijo.

El pecoso asintió mientras sus mejillas se teñían de rosado.

–¿Me veo bien?–preguntó temeroso.

Tiziano observó a Doppio de arriba a abajo.

–Luces bien. Pero déjame arreglarte un poco.–le acomodó el cuello de la camisa y ajustó la corbata. Además rápidamente le ayudó a ponerse bien los pantalones. De modo que en pocos minutos Doppio había quedado como un muñeco de porcelana.–Te ves demasiado bien. Ahora es momento de que me ocupe de tu cabello y quizá te ponga un poco de maquillaje. El novio debe verse varonil y elegante en todo momento.–dijo Tiziano mientras comenzaba a cepillar el cabello de Doppio.

–Demonios, no puedo creer que ya voy a cumplir este sueño que desde niño tuve. Estoy tan emocionado que quiero vomitar.–dijo con una bella sonrisa.

–¡Ugh! ¡No vomites o ensuciarás tu bello traje!–respondió Tiziano.

–Disculpa... es que... no puedo de tanta alegría. Pero además de eso.

—¿Además?

–Siento mucho miedo.–confesó el de las pecas–No sé si pueda ser lo suficientemente bueno como esposo... tú sabes. Ser su novio es una cosa. Pero estar casados... o sea, es distinto. No creo cumplir con las expectativas.

–No tienes por que cumplirlas. Solo debes enfocarte en ser feliz. Nada más debería importarte ¿lo entiendes? Mira, eres joven, tienes trabajo, una hija, una bonita casa y un hombre que te ama. No necesitas nada más, en serio nada.–respondió Tiziano–Ya quedó, mírate.–le tendió un espejo y Doppio se vio a sí mismo. Una trenza algo complicada y un mechón  de cabello violeta cayendo sobre su frente. Era perfecto.

–Es muy lindo.–sonrió al verse.

—Ponte un poco de gloss y estarás listo.

El pecoso obedeció y untó en su boquita un poco de brillo labial.

Sin embargo, a Tiziano no parecía convencerlo del todo.

–Aún falta algo. Te ves demasiado simple y...

La puerta de la habitación sonó una vez más. En seguida Tiziano fue a abrir.

–Doppio...–Diavolo entró en la habitación con un gran ramo de flores de colores.

–¡Hey! Un momento, es de mala suerte ver a la novia antes de la boda.–Tiziano se apresuró a quitarle el ramo de flores–¡Sal de aquí! ¡Aún no está listo! –lo sacó del cuarto.

–Te amo.–fue lo ultimo que dijo el pelirrosa antes de abandonar la habitación.

–Ahhh ¿en que estábamos?–preguntó Tiziano.
La mirada de Doppio estaba perdida entre ese montón de flores de colores. Eran hermosas y eran para él. Tiziano notó eso y de repente tuvo una idea.–¡lo tengo!

Tomó del arreglo algunas pequeñas flores blancas y tejió una pequeña corona de flores. Bastante discreta pero aún así muy hermosa y la colocó sobre la cabeza de Doppio.

–Finalmente. Estás listo.–sonrió y le mostró su imagen nuevamente.

Al verse en el espejo, el pecoso no pudo evitar que algunas lágrimas de alegría escaparan de sus ojos.

–Estoy hermoso. Voy a gustarle mucho.–dijo.

–Ya lo creo.–afirmó su amigo–vayamos rápido o llegaremos tarde donde el juez.

Tiziano y Doppio llegaron a tiempo afortunadamente. Todos ya estaban reunidos en un pequeño jardín.

Los amigos de Doppio, Trish, Kira e incluso el papá de Doppio se encontraban ya cada quien en su lugar esperando al novio.

–Vamos, Doppio. Tu puedes. –le susurró Tiziano.

Doppio llenó sus pulmones con mucho aire y después exhaló. Entonces se dirigió con paso seguro hasta encontrarse con su amado Diavolo, quien ya lo esperaba.

Al verlo el de largo cabello rosa sonrió. Doppio solo le lanzó una dulce mirada.

–Estamos reunidos aquí hoy para presenciar la unión de estos dos hombres en matrimonio–comenzó a hablar la jueza.

El protocolo se llevó a cabo tal como debía ser, de no ser por que por un momento el padrino de anillos perdió los anillos, pero resultó que los tenía en la otra bolsa del pantalón.

–Usted, señor Diavolo ¿acepta a Vinegar como su esposo?

Todos los asistentes abrieron los ojos como platos.

–Aceptó.–respondió y firmó el acta.

–Usted, señor Doppio ¿acepta a Diavolo como esposo?

La mente de Doppio estaba hecha una maraña, estaba asustado, nervioso y feliz al mismo tiempo.

Todos los asistentes estaban al filo del asiento.

–Psst cincuenta a que se retracta–le dijo Cioccolata a Squalo.

–Vale.–respondió el pelirrojo.

Doppio apenas abrió la boca para hablar y sintió que se había quedado sin aliento.

HotLine 【Doppio/Diavolo】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora