Nos volvemos a ver

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El pecoso intentó comunicarse una vez más con Diavolo, nuevamente (como la ultimas quince llamadas anteriores) su intento fue inútil. Se sintió terriblemente fracasado una maldita vez más.

Se encontraba fuera de casa, Trish se había quedado a jugar con su amiguito Pesci en casa de Prosciutto así que tenía todo el día libre para disfrutarlo en soledad. Había decidido ir a un restaurante de comida rápida. De esos en donde la especialidad son hamburguesas que en el menú se ven deliciosas pero que en el plato no dan tantas ganas de comerlas.

Doppio había decidido salir de casa para despejar su mente, la escuela y el asunto de Diavolo lo tenían presionado, se sentía sin escapatoria y no sabía que más hacer.

—Si ha demostrado tanto desinterés ya va siendo hora de que me olvide de él.—se dijo a sí mismo, aunque en el fondo le dolía aunque sea pensar en esa posibilidad . Le dio una mordida a su hamburguesa y se dedicó a ver al infinito con la mente en blanco. Era lo único que podía hacer en ese momento. Básicamente no pensar, no hacer nada, sólo existir. Esa para Doppio era una clave básica para huir de sus problemas y de su patética realidad.

Llevaba varios minutos así, solo comiendo de a poco mientras observaba un punto fijo, sin prestar atención realmente a todo lo que a su alrededor ocurría. Sin embargo, sus ojos captaron algo que lo hizo salir completamente de su trance para entrar a un dramático estado de pánico.

Vio entrar por la puerta del restaurante a un hombre bastante imponente, vestido con ropas oscuras y con ojos de un color rojo brillante.

Oh mierda... Diavolo por favor sácame de aquí.—pensó. En ese instante su cuerpo quedó inmóvil.

A Risotto le había gustado mucho Doppio desde que lo vio por primera vez. Pero nunca había tenido oportunidad de acercarse a él por el simple hecho de la existencia de Diavolo. Parecía que ese hombre no se despegaba de Doppio en ningún momento.

Su primer encuentro en una pelea dentro de la cafetería donde trabajaba Vinegar, cuando decidió hablarle directamente en la plaza comercial y el día que el pecoso y su novio habían ido a cenar al restaurante donde trabajaba Risotto. Todas esas veces el pecoso estaba acompañado de ese hombre. De modo que Risotto solo podía ver a Doppio a la distancia, todas esas veces Doppio sonreía y Risotto sentía una enorme envidia por no ser el dueño de esas bellas sonrisas.

Pero ese día, Doppio estaba solo. Para el albino fue una oportunidad perfecta de acercarse sin interrupciones.

Pasó de largo, Doppio se sintió aliviado. Sin embargo después de pedir su orden regresó y se sentó en la mesita que quedaba justo en frente de donde se encontraba Doppio.

Nuevamente el pánico invadió al pecoso. No podía comer, pues Risotto le observaba fijamente, con ese rostro tan hermoso  pero tan serio. Cada segundo que pasaba, sentía que se quedaba sin aire. Le costaba respirar, le costaba moverse, lo único que no le costaba era sentir sus mejillas arder de forma intensa.

Luego de unos minutos de observarlo sin decir ni una palabra, Risotto decidió acercarse. Apartó la silla desocupada de la mesita donde comía Doppio y se sentó ahí, quedando finalmente frente a frente.

Doppio casi se ahoga, rápidamente le dio un sorbo a su refresco de manzana.

—Tiempo sin vernos.—dijo el más alto.

—Si, s-supon...go.—respondió Doppio.

—¿Y tú novio?

Doppio sintió muchas ganas de llorar. De modo que intentó contenerse lo mejor que pudo, no quería mostrarse débil frente a Risotto, ya que si daba alguna señal, este aprovecharía.

—Esta de viene en Cerdeña. Regresará pronto.—se mintió a sí mismo.

—Ya veo.

Luego de eso, ninguno dijo nada más. Solo comenzaron a comer en silencio. Había ocurrido algo muy raro. En ese momento Doppio no se sentía acosado, era verdad que toda la atención del gótico chichón era solo suya, pero se sentía diferente a las últimas ocasiones en las que se habían visto.

—¿Sabes? Lo extraño mucho.—dijo de repente rompiendo el silencio.

—Es querer de vuelta lo que alguna vez amaste.—respondió el de ojos color rubí.

—No tienes idea de cuánto. Él es mi mundo. Es todo para mí y sin él me siento tan...

—Vacío...—respondió Risotto viéndole fijamente.

—Si.

—Podemos hablar de eso si quieres.

—No es necesario. Me haría sentir peor. Cada vez que pienso en él, siento que algo dentro de mí se quiebra. Prometió que estaría siempre conmigo y que por sobre todas las cosas me amaría, pero al parecer la vida pudo más.—Una lágrima recorrió un camino recto desde sus ojitos hasta caer.

Risotto acaricio su pecosa mejilla limpiando el rastro de salado dolor.

—Esta bien, pasará.

—¡No está bien y no va a pasar!—se alteró, haciendo que todos a su alrededor fijarán su atención en él, lo que le faltaba. Estaba entrando en una crisis.

No, no, no, no. ¡Mierda! Doppio relájate... No te alteres o todos te miraran.

—¿estás bien?

—No, no me siento bien, quiero irme.

—Vamos, te llevo a tu casa.—se ofreció.

—Yo puedo solo, gracias.—pero antes de que Doppio pudiera hacer otra cosa, Risotto ya lo había tomado de la mano y juntos se dirigieron a la salida.

Doppio estaba sorprendido, el tacto de su mano, su calor, la textura de su piel... Parecía que su manita y la de Risotto estaban hechas para tomarse enteramente.

Sintió  su corazón latir con gran velocidad. De repente se detuvo.

—¿Pasó algo?—preguntó Risotto.

—No es nada... Pero... Me siento solo últimamente. ¿Quieres conversar conmigo?

—Mi plan era solo llevarte a casa para que te sintieras mejor. Sé lo de tus crisis en público. Pero supongo que hablar con alguien te haría  bien.

Doppio no sabia en qué demonios se estaba metiendo, pero tenía una cosa clara. Deseaba olvidarse de su dolor.

Que pedo, me quiero morir. Mañana comienza mi semana de exámenes, espero no fallar, si repruebo alguno les aviso para que me muelan a palos ¿vale ? :D

HotLine 【Doppio/Diavolo】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora