Mis tres amores

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Luego de una pequeña discusión con su padre, Doppio decidió mostrarle la casa a Diavolo, y por supuesto que también iba a enseñarle ha habitación donde iban a quedarse.

—Sé que no es una casa lujosa, y que sería más cómodo quedarse en un hotel... Pero creí que sería buena idea mostrarte quién soy, enseñarte parte de mis orígenes y eso. Esta casa tiene tanto de mí en ella, todos mis recuerdos de mi dulce infancia se encuentran en este lugar.—el pecoso abrió la puerta de la habitación que se encontraba al fondo a la izquierda, ese era su antiguo cuarto.—Nos quedaremos aquí, esta es mi habitación, no es la mejor, pero los tres cabemos perfecto en mi cama.—dijo.

La habitación de Doppio se encontraba exactamente como la había dejado cuando se fue, estaba ordenada como si él nunca se hubiera ido.

—Bueno... Este lugar me hace sentir tanta nostalgia... De verdad extrañaba mi cuarto.—se recostó en la cama y cerró los ojos, entonces empezó a llorar en silencio.

Amore mío, ¿qué te pasa?—Diavolo se acostó a su lado y Doppio simplemente le sonrió.

—Extrañaba tanto esto...

—¿Te parece si nos instalamos bien y después me cuentas cómo era todo antes? A mí también me parece interesante escuchar un poco sobre este lugar y sobe el hombre con quien voy a casarme.

Las mejillas regordetas de Doppio nuevamente tomaron una tonalidad rosada y otra vez el pecoso se sintió extrañamente feliz.

—Por supuesto, hay que desempacar todo.—se pusieron manos ala obra acomodando todo en los viejos cajones que ahí se encontraban. Aunque al observar el cuarto, cada objeto le traía maravillosos recuerdos al chico de las pecas.

—Y mira esta cajita.—tomó una pequeña caja de cristal que se encontraba en la mesita de noche que tenía junto a su cama.—esta cajita me la dio un amigo de papá... Estaba vacía, pero lo que ahora tiene adentro es un tesoro muy preciado para mí.—la abrió mostrándole a Diavolo su contenido.

Dentro de la cajita de cristal había dos dijes con forma de gotas de agua, eran muy bonitos, bastante brillantes y de color verde agua.

—Estos los conseguí cerca de la playa. Recuerdo que ese día hacía mucho calor y yo paseaba únicamente en shorts y sandalias. Llamé mucho la atención de una anciana que pasaba por ahí, la escuche decirme "Niño, que piel tan suave y blanca, pareces un ángel". Ese día entré en pánico por primera vez, pero la señora al verme tan alterado me ayudó a tranquilizarme, entonces nos hicimos amigos y ella me regaló estas.—agarró una y la puso en la mano de Diavolo para que este la observara bien—Me dijo un eran gotas de agua... Como ves son algo transparentes y brillantes, son muy hermosas. Entonces ella me dio tres. Yo las conservé durante mucho tiempo, y prometí que le regalaría una a mi futura esposa... Eso fue cuando era un niño.—sus ojos aterrizaron en el atractivo hombre de rosado cabello que miraba con atención dicha pieza con forma de gota de agua.

—Son muy hermosas.—dijo.

–Si lo son. A Donatella le di una, la usaba diariamente y la hacía ver muy linda. Yo me quedé con las otras dos, sin embargo ahora...

–¿Qué?

Doppio se acercó a su novio y sin previo aviso le plantó un beso. Diavolo correspondió abrazando al pecoso y pegándolo más contra su cuerpo, los suaves labios de su amante estaban un poco húmedos, aún así eso no le incomodó y continuó besándolo hasta que los dos se quedaron sin aliento.

—Yo... Quiero darte esto a ti. Donatella fue mi gran amor y tuvo uno. Tú ahora eres el amor de mi vida y quiero darte esto como una muestra de mi aprecio.

–Es muy preciado para ti, tú mismo has dicho que es un tesoro que conservas, no puedo aceptarlo, Doppio.

El chico de cabellos violetas se rió y después volvió a depositar un beso en los labios de su amante.

—Lo mereces porque tú has llegado a encender cada parte de mi alma, cada espacio de mi ser, ya no tengo corazón, ni ojos para nadie, solo para ti.—dijo Doppio poniéndose algo nervioso ante la mirada que le lanzaba Diavolo.—el pecoso colgó el pequeño collar de gota en el cuello de su amante.

—Gracias, no sé qué decir.

—No es necesario que digas nada... Solo deja que te ame como hasta ahora lo he hecho.—guardó el dije sobrante en la cajita.—Este último será para Trish. Se lo obsequiaré cuando tenga edad o cuando ella vaya a casarse, supongo que lo apreciará.

—Así es, como no hacerlo.

—Por cierto, esto me recuerda... ¿Quieres ir a dar un paseo? Mi padre dijo que la comida estaría lista en unos minutos, supongo que después de almorzar sería bueno ir a caminar, hay mucho que debo mostrarte.

—Excelente.—respondió Diavolo mientras tomaba a Trish en sus brazos.

Después de un almuerzo un tanto incómodo (debido a que el sacerdote se la pasaba lanzándole a Diavolo dolorosas y molestas mientras Doppio a cómo podía intentaba defender a su novio) salieron de la casa y caminaron rumbo a la costa.

—¿No te parece hermoso esto?

—El ambiente es demasiado hermoso. Es... Lindo. Como tú.

Doppio se sonrojó ante el cumplido de su novio.

—Es un ambiente muy romántico. Me gusta mucho este lugar, espera al llegar a la playa, la arena es muy blanca, tanto que parece azúcar y el mar es tan verde como los ojos de Trish.

Al llegar, Doppio notó algo que llamó su atención, un curioso anfibio con piel brillante y verdosa y grandes ojos amarillos lo miraba fijamente. El pecoso con una linda sonrisa se acercó a la rana.

—Hola, bonito. ¿Cómo estás?—saludó a la ranita que solo empezó a croar.

Diavolo miró como Dippio se sentaba cerca de la rana para platicar con ella. Le parecía curioso ver a su novio con esa actitud de niño.

—Mira, Diavolo. ¿No está bonita? Es una rana muy amigable. ¿Dónde están tus amigas?

La rana obviamente no respondió, pero empezó a saltar en dirección a las rocas, entonces Doppio agarró de la mano a su amante y juntos corrieron detrás de la ranita.

Hey bois... Me siento de la verga, me pinches quiero matar. Mientras iré a escuchar canciones de Jenny Rivera...Awanten que pronto habrá cogimientos 7u7

HotLine 【Doppio/Diavolo】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora