Lo has hecho bien

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—Bien y ¿cuál es el plan?—preguntó el pecoso.

—No es un plan en especial, solo quiero pasar el día contigo para ayudarte con aquello que te está matando.—le respondió Diavolo con una sexy sonrisa. Esa explicación no logró convencerlo, se sintió asustado.

—Bueno. Si no quieres contarme, está bien, supongo que tendré que esperar...

—Papi, papi, papi, papi.—Trish comenzaba a ponerse inquieta.

—Tranquila, o el señor "Elote" se molestará y te comerá.

—Mmmm... Waaaaaaaahhhh, waaaaaahhhh, wahhh.—la pequeña pelirrosa comemzó a llorar. Las personas que se encontraban al rededor voltearon a verlos, toda la atención estaba dirigida a la bebé que lloraba con toda la fuerza que sus pulmones le proporcionaban.

—Shhh, no llores. Todos nos miran... ¡Qué vergüenza!—Doppio más rojo que un tomate cubrió su rostro intentando ocultarse de las miradas.

—Oye, está bien. No te comeré.—Diavolo tomó entre sus brazos a la pequeña Trish, quien instantáneamente dejó de llorar.

—Elote, quiero.—le era difícil articular las palabras pues apenas estaba aprendiendo a hablar.

—Yo también, linda.—las pequeñas mejillas regordetas de la nena se tiñeron de un brillante rosado y sus ojos resplandecieron. Diavolo miró de reojo a Doppio, se encontraba con la cabeza recargada en la mesa ocultándose. El mayor colocó su mano en el hombro de el pecoso—Hey, tranquilo. Todo está bien, no tienes por qué ponerte así.

—Lo siento, mi bebé molesta a la gente con sus berridos. Es vergonzoso.—contestó aún oculto.

—No tienes por qué sentirte incomodo, son cosas que pasan. Todos los bebés  lloran, es normal en ellos.—intentó tranquilizarlo un poco pues notó que el menor comenzaba a temblar.

—Pero... Yo era un niño muy tranquilo. Nunca lloraba, no entiendo por qué esta niña llora tanto y de forma tan escandalosa.

Diavolo se sentó nuevamente frente a su taza de té y soltó un hondo soplido.—Pues las chicas son complicadas, deberías de saberlo. Además, no sabes lo que te espera en el futuro.

Doppio cerró los ojos un momento, en su cara se reflejó la esperanza pero pronto se tornó en preocupación.

—¿Sucede algo?—Preguntó Diavolo al verlo así.

—Yo... No me siento listo.—respondió—No me siento listo para cuidar de ella. Digo, es increíble. Ella es la mujer de mi vida y es la persona a quien más quiero, pero siento que no podré hacer un buen papel estando solo. Es una señorita, si fuera un chico sabría cómo tratarlo o como dirigirlo. Pero es una niña, las chicas siempre se me han hecho difíciles de tratar y creo que eso me traerá problemas para cuidar de ella cuando crezca.

Diavolo comprendió la situación, le pareció que era difícil para el pecoso el cuidar de su hija y el cuidar de sí mismo pero que aún así había hecho un gran trabajo.

—Te comprendo, Doppio. Imagino que no es fácil es cuidar de un bebé en solitario, pero has hecho un buen trabajo con ella. Mírala, Trish crece cada día más hermosa y saludable y todo es gracias a ti.

El pecoso se levantó un momento y tomó al bebé en sus brazos cuando Diavolo se lo dio de vuelta.—Pudo haber tenido un padre mejor que yo.—dijo con un aire triste en su voz suave.

—No es verdad, si no fueras un buen padre para ella, la habrías abandonado a su suerte o te hubieras librado de ella de algún modo. Pero decidiste cuidarla y quererla, te preocupas por ella y das lo mejor de ti cuando se trata de ella, eso para mí es lo que hace a un buen padre.

Doppio miró fijamente a su niña. Era realmente hermosa, su cabello rosado era suave, su piel pálida era muy linda y sus ojos eran idénticos a los suyos.

—Supongo...

—Nunca pienses en tirar tu esfuerzo a la basura, esta bebé depende totalmente de ti.–comentó el otro. Doppio sabía perfectamente a que se refería Diavolo. —Bueno... Pediré la cuenta y nos iremos, hay algunas cosas que debo hacer y cómo te comprometiste a pasar el día conmigo, tendrás que acompañarme a hacerlo.

—Claro, no hay problema.

Después de pagar la cuenta, se retiraron. En el camino Diavolo se mantuvo cerca de su pecoso amigo. Doppio no sentía tanta incomodidad como la había sentido en el primer encuentro, al contrario, el joven disfrutaba de tener a Diavolo cerca de él.

Caminaron por la plaza hasta llegar al banco.

—Oye, necesito sacar un poco de dinero, me han depositado apenas y necesito ese dinero para hacer las compras de la semana. ¿Podrías esperarme aquí?—le señaló una pequeña banca vacía donde podía sentarse a esperarle.

—N-no hay problema. Te esperaré aquí.—aceptó y se sentó aún con la bebé en sus brazos.

—No te preocupes, volveré en un momento.—se dio la vuelta y se dirigió a la fila, dejando solo al pecoso.

Doppio pasó algunos minutos tranquilo, con la mente en blanco y cuidando a su muñequita quien sólo veía pasar a la gente de un lado a otro. Sin embargo esa tranquilidad se vio interrumpida cuando sintió encima de él la fuerte mirada de alguien.

Una sensación entraña y alarmante recorrió su cuerpo como una descarga eléctrica. Se sintió asustado, él estaba más que consiente de que era un cobarde, pero en ese momento estaba sintiendo un miedo justificado y no un simple producto de su clásica paranoia. El de cabellos violetas volteó a ver a todas direcciones, no encontraba al causante de su extraña sensación, al menos no lo había notado hasta que vio a un sujeto acercarse a él. Se puso nervioso pues era un hombre imponente, alto y fornido. El hombre vestía ropas oscuras que contrastaban con su cabello plateado y sus ojos color rubí.

El pecoso se estaba paralizando de miedo. Intentó auto engañarse imaginando que el hombre quizá buscaba reunirse con alguien que estaba detrás de él o algo parecido, pero al darse cuenta de que se encontraba solo tuvo que contener sus ganas de huir. Se sentó justo a un lado de Doppio y lo miró de arriba a abajo. El pecoso sintió que moría, esa mirada profunda y oscura recorría su frágil cuerpo dolorosamente, como el fino toque de miles de navajas.

—¿Podrías darme tu hora por favor?—hablo por fin el hombre misterioso.

—C-claro. Son las... Ehh... Las cinco.—contestó con dificultad pues los nervios le invadieron.

—Gracias.—respondió.

El pecoso se sintió aliviado de que solo se tratara de eso. Pero no era así, aquel sujeto tenía otra intención oculta.


No mamen, el martes el doctor que me da clases en la clínica llevó a sus nietas a la clase. Eran unas niñas pequeñas como de nueve meses. Y a la verga, me dieron ganas de tener una hija xd no sé por qué, se despertó mi instinto paternal y básicamente fue la inspiración para parte de este capítulo caca. No sém sería súper chingón tener una bebé, tengo muchas sobrinas así que puedo decir que son geniales las niñas pequeñas, espero algún día tener una o si no alaverga tendré que robarme una, la llamaré Alessandra y la vestiré como cholo :v ❤️

HotLine 【Doppio/Diavolo】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora