Agua mineral de Francia

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Al subir al auto, ninguno de los dos dijo ni una palabra. Doppio sabía que su novio no le diría nada y prefería no insistir, después de todo ya se dirigían al lugar donde el otro quería llevarlo. Por su parte el de cabellos largos miraba de reojo al otro, lentamente acercó su mano a la mano de Doppio, la cual estaba sobre su rodilla, mientras que con la otra sostenía a su bebé.

Acaricio con cariño la mano de su amante y sonrío al ver que el otro le devolvía una linda mirada llena de amor. Diavolo se sentía feliz de todo lo que había logrado. Después de tanto tiempo de trabajar duro por fin había logrado que el pecoso se sintiera feliz por periodos de tiempo más prolongados. Amaba esa linda curva en sus labios color durazno, amaba la mirada luminosa que le entregaba siempre. Se sentía muy satisfecho con su trabajo.

—Ya casi llegamos, solo unas calles más y llegaremos. Así que no te duermas, ya vi tu cara de que quieres dormirte.

Doppio bostezó.

—Lo siento... Ah estoy algo cansado, creo que llegando caeré de nuevo como un tronco.—dijo.

—Esperemos que no, aún tenemos un asunto pendiente para esta noche.—respondió su novio mientras miraba por la ventana.

—¿Eh? ¿De qué hablas? No recuerdo que hubiera nada...—Doppio se dio cuenta de que Diavolo no dejaba de ver el pequeño bulto que se marcaba en sus pantalones. Captó la indirecta y como de costumbre decidió mirar hacia otro lado mientras sentía su cara ponerse caliente.

—¿Ya lo recordaste? Es muy importante. Me atrevería a decir que es de vital importancia para tu tratamiento.—sonrió.

—Su...supongo que si.—dijo.

Quién diría que Diavolo me iba a quitar la depresión a cogidas...

—Llegamos.–dijo Diavolo al visualizar por la ventana la entrada del lujoso restaurante.

Ambos bajaron del auto y se dirigieron a la entrada. A pesar de haber mejorado notablemente con su conducta en público, Doppio se sentía muy nervioso, sus manos sudaban mucho y sentía que se le cortaba el aire, pues le costaba respirar. De repente ya no quería estar ahí.

—¿Por qué me traes aquí? Debe ser un lugar muy exclusivo.—dijo mientras intentaba disimular su pánico.

—Lo es.—respondió Diavolo.–Tuve que reservar la mesa desde un mes antes, así que imagina lo genial que es este lugar, es bastante caro, sí pero se come muy bien aquí.—dijo en lo que el chico que atendía se encontraba revisando su reservación.

—N-no. No deberías... Digo... La ropa y luego esto ¿No crees que estás gastando mucho?—preguntó Doppio con un tono nervioso en su voz.

—No. Claro que no. Recuerda, una vez al año no hace daño, amor mío. Además mis ahorros están intactos, no es que haya vendido un riñón o parte de mi hígado para pagar esto. Solo me han llegado más clientes a la hotline, por tanto me pagan más.—respondió. En seguida tomó la mano de su amado y su corazón latió con fuerza cuando notó que esta sudaba y temblaba. —Hey ¿te sientes bien?—se oía la preocupación en su gruesa voz.

—No. ¡Digo, no es nada! Me siento muy bien, es solo que estos sitios me causan un poco... Un poco de incomodidad.—se apresuró a responder, ahora se encontraba sudando y tratando de mantener sus ojos libres de lágrimas. El joven comenzaba a sufrir nuevamente una crisis.

—¿Seguro? ¿Muy muy seguro? Podemos irnos si gustas.—dijo Diavolo al verle tan alterado.

—¡No! ¡No quiero irme!—dijo mientras sacudía las manos con desesperación. Ese gesto hizo que algunos de los comensales de las mesas aledañas a la suya voltearan a verlo de una forma nada discreta.

—No te creo... Pero si cambias de opinión solo dime y nos iremos a un lugar más privado.—dijo su amante de largos cabellos rosados. En seguida tomó asiento, e invitó a Doppio a hacerlo también.

El menor sentó a su hija en la silla de bebés que tenía a un lado y en seguida se sentó también quedando frente a frente con su pareja.

—Buenas tardes, bienvenidos. En seguida les atienden.—dijo el mesero mientras les entregaba la carta.

Doppio palideció al darse cuenta que el hombre que atendería su mesa era el mismo que lo había acosado algunos meses antes y con el cual Diavolo casi se agarra a golpes.

—Haaaahh.—dejó escapar un pequeño quejido al sentir que se asfixiaba.

—¿Estás bien?—preguntó nuevamente Diavolo.

—Lo...lo estoy. No te preocupes por mí.—pasó sus ojos las opciones que citaba el menú que tenía en sus manos. Sin embargo se sentía incómodo, pues ahora la única mirada que sentía sobre él era la de el hombre de ojos color rubí.

—Cariño ¿ya decidiste que quieres?—preguntó el de cabellos rosados, en seguida miró a Trish—¿De qué tiene hambre la princesa?

—Brócoli.–respondió Trish mirando fijamente a Diavolo.

—Brócoli. Me parece bien, nena. Aquí hacen una crema de brócoli muy buena. Seguro va a gustarte.—el de cabellos largos volvió a posar su vista sobre su novio.

Doppio levantó la mirada y le dedicó una sonrisa nerviosa.

—Yo... Ehhh yo solo quiero una hamburguesa con papas fritas.—dijo.

—¿Solo eso? Vamos, en serio pide lo que quieras.

—Si, por el momento solo eso.—respondió el pecoso. Segundos más tarde Risotto se acercó a pedir la orden de la pareja. El tenerlo a escasa distancia le causaba una terrible incomodidad a Doppio, pero prefería aguantársela. Después de todo era un día especial y Diavolo había gastado mucho dinero, no quería que todo fuera un desperdicio.

—¿Puedo tomar su orden?

Doppio negó con la cabeza, se asomaban dos pequeñas lágrimas en sus ojos. Diavolo solo le sonrió a su novio y lo tomó de la mano para tranquilizarlo.

—Si, por favor. Serían una crema de brócoli, una hamburguesa con papas fritas y una ensalada de frutos rojos.

El mesero anotó todo.

—¿Algo de tomar?

Diavolo miró a su novio. Doppio sintió como el hombre de ojos ámbar también posaba su mirada en él. Quería hacerse chiquito y desaparecer.

—Ehh... So...No lo sé. Quizá...S-solamente a... Agua.—dijo.

—Eh, tráiganos una jarra de agua mineral de Francia.—dijo Diavolo. Risotto anotó eso en su lista y se retiró. Una vez que estuvo lejos, Doppio se sintió muy aliviado.

K peduki. Con la novedad de que de nuevo tengo insomnio wuuu...

HotLine 【Doppio/Diavolo】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora