Toma mi vida

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El mayor llevó a su amante hacia el sofá, en donde lo hizo recargarse.

—Abre las piernas.—ordenó.

Doppio le obedeció y abrió las piernas, así Diavolo le agarró las nalgas y comenzó a darles un suave masaje, mientras le daba pequeños besos en la pecosa espalda. Doppio no podía con eso, cada beso depositado sobre su piel le causaba una intensa sensación, era muy rico.

—Ahhh, me gusta mucho.—dijo intentando no perder la cabeza.

El mayor agarró con fuerza sus cabellos morados y los jaló haciendo que Doppio levantara la cabeza.

—Diavolo...

—¿Qué pasa, mi niño?

—No aguanto más... Mételo ya.—dijo con un tono sucio en su inocente voz. Eso le fascinó a Diavolo, normalmente Doppio se limitaba a gemir y suplicar, pero esa actitud que tomó le gustaba demasiado.

—No comas ansias, mi amor... Pronto estarás listo.—continuó repartiendo suaves besos en la espalda del menor acompañados de húmedas lamidas. El sabor de Doppio era único, delicado como el de un macarrón pero tan adictivo como el de los chocolates. Una vez que sus besos llegaron a la espalda baja del pecoso, se puso a acariciar sus redondas nalgas por debajo de las bragas, hasta que sintió la necesidad de morderlas, de modo que retiró esa prenda íntima tan sensual.

—Ahhh...—Doppio sentía su trasero soltarse cada vez más con esas mordidas salvajes.—Mierda... Esto es tan rico, ¡AHHH PAPI!

Inesperadamente, Diavolo ya había separado el trasero de su amante y ahora frotaba su erección en el orificio anal de Doppio, el cual segura apretado. El roce de su pene con la entrada de su dulce Doppio lo hacía excitarse mucho, quería meterlo y cogérselo tan duro y de tantas formas posibles. Estaba muriendo de pasión, quería poseerlo totalmente, como luchas veces lo había hecho ya.

—Doppio... Amor mío.—introdujo con cuidado uno de sus dedos lubricado con su propia saliva.

—Ahhhh...—el menor recargó su pecho en el respaldo del sofá—MIERDA, ES TAN RICO.—sintió su ano dilatarse deliciosamente dejando paso a que el dedo de su amante entrara acariciando sus húmedas paredes. No le causaba dolor, pues estaba tan excitado que no era  necesario dilatarlo tanto.

—Muy bien, muy bien. Meteré el otro.—empujo otro dedo en ese orificio rosado, sacándole un fuerte gemido al pecoso.

—AHHHH...Vamos, apresúrate. No aguanto más, por favor. Quiero tenerte dentro.—suplicó, estaba muriendo. Necesitaba ser penetrado profundamente por su hombre.

—Ya voy, solo no quiero lastimarte.—al igual que lo había hecho antes, movió sus dedos en el interior de Doppio, revolviendo en esa cavidad húmeda su saliva con los propios fluidos lubricantes del pecoso. Una vez que sintió que Doppio movía sus caderas en búsqueda de un mayor contacto, supo que ya estaba listo. —Esta bien,amor... Entraré. ¿Estás listo?

El menor asintió, estaba ebrio de lujuria. Su rostro sonrojado estaba cubierto de pequeñas gotas de sudor y de su boquita entreabierta colgaba un hilo de saliva.

—Por favor, no te contengas.

El mayor obedeció y en seguida introdujo su erección, mientras enterraba su gran pene el en trasero de su amante, pudo sentir el delicado cuerpo de Doppio vibrar. El pecoso subió su pierna lo más que pudo formando un ángulo de casi noventa grados, permitiéndole a su novio entrar en él por completo.

—AHHHH.—un fuerte gemido salió de su interior como si fuera el aullido de algún animal, se sentía lleno y eso le encantaba.—Vamos, muévete.—le ordenó a su novio.

Entonces el de cabellos largos sujetó con fuerza las caderas de Doppio y comenzó con unas embestidas suaves pero profundas.

–Oh... Si... Me gusta mucho, no te detengas.—dijo el pecoso con lágrimas en sus enormes ojos.

Poco había transcurrido cuando Diavolo ya lo tenía pegado a su cuerpo, aferrándose a él mientras en menor se esforzaba en mantener su pierna levantada. Las caderas de ambos chocaban violentamente produciendo un sonido sucio y excitante.

—Ahhhh, Aghhh, me voy... Me vengo...

Rápidamente Diavolo salió de su interior y le dio la vuelta para que el pequeño Doppio quedará frente a él.

—Te amo, Doppio.—dijo con su voz grave.

–Yo te amo más, mi amor.—dijo. Se abrazó a su cuello y saltó, de manera que pudo abrazar la pelvis de su amante con sus lindas piernas.

Diavolo aprovechó para besarlo, no se limitó para nada, lo besó de la forma en que le gustaba, es decir, apasionadamente. Sus labios cubiertos de oscuro labial presionaban de cuando en cuando los delgados labios de su amante, de vez en cuando soltaba pequeñas mordidas o atrapaba su lengua con los dientes, sus respiraciones agitadas y el intercambio de saliva los mantenía al limite, de algún modo ninguno de los dos quería separarse. Si hubiera sido por ellos se habrían besado una eternidad.

Sin embargo, la falta de oxígeno los hizo separarse.

—Ahhhh, no puedo... Te amo demasiado, Diavolo.—dijo el pequeño Doppio una vez más.

—Te amo más, mi niño. Siempre te amaré.—aprovechó la posición en que se encontraban para recargar el cuerpo de su novio contra la pared. Sus oscuros ojos profundos se clavaron en las orbes ámbar de su amante.—Siempre quise follarte contra la maldita pared.

—¿Qué esperas entonces?—preguntó el otro con ese matiz sucio que tanto amaba el mayor.

Entonces una vez más, metió su pene (muy, muy duro) en el ano de su novio.

—NGHHH.—El pacer inundó su cuerpo sudado y tembloroso. Estaba llegando al orgasmo.

—Ahhh, ahhhh, Ahhh...—Diavolo se movía violentamente haciendo vibrar el cuerpo de su amante, además no dejaba de mirarlo, le fascinaba esa carita de placer que le devolvía el otro, desde sus ojos cerrados hasta esas traviesas lágrimas que empapaban sus pecosas mejillas.

—Te amo.—susurró Doppio al sentir su interior llenarse.

—Ahhhh...nghhhh–escondió la cabeza entre el cuello y el hombro de Doppio. Movía su cuerpo suavemente, dejando fluir su semen hacia el exterior.

—Soy tuyo... Lo seré por siempre.—el menor se  aferró a su amante con su brazo izquierdo, mientras que con su manita derecha libre acarició los largos cabellos rosados de el otro.

—Me permitiste desnudarte hasta el alma... No me queda más que regalarte mi vida.—lo colocó en el sillón y se recostó sobre él para llenar su carita de besos. Estaba terriblemente cansado, pero no quería desperdiciar ni un segundo de ese mágico momento. Diavolo amaba a Doppio más que a cualquier cosa en el mundo.

HotLine 【Doppio/Diavolo】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora