De manos y pies

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Diavolo abrazó fuerte al pecoso que lloraba escondiendo la carita en su pecho.
—Tranquilo, Doppio. Todo va a estar bien. Aunque deba irme no me olvidaré de ti.—intentó tranquilizar a su novio.

—Es que... Me asusta mucho que después conozcas a alguien mejor y me dejes. Hay muchos chicos y chicas y la gente de allá es hermosa, tengo miedo de perderte y volver a sentirme triste. Tú me haces feliz, tú me has ayudado a salir de a poco de mis tristezas.—dijo Doppio.

—No estés triste, que me harás llorar. No soporto verte triste, si quieres ir a Cerdeña iremos y me mostrarás todo, ¿vale?—dijo Diavolo acariciando suavemente la cabellera violeta y despeinada.

—No quiero que te vayas... Por eso conseguí estos boletos. Porque cada que pases por los lugares que te mostraré me recordarás y así no te olvidarás de mí.

—Vaya, Doppio. No sé qué decir, qué estrategia tan creativa. Pero escucha, no voy a olvidarte.—besó a su novio.

El pecoso tomó de vuelta los boletos y los leyó varias veces.

–Entonces... Nos iremos el sábado en la mañana, tengo planeado que nos quedemos una semana, ya coticé todo y yo pagaré el viaje.—dijo.

—¿De qué hablas? No hagas eso, somos un matrimonio, déjame contribuir con esto.

Doppio negó con la cabeza enérgicamente.

—No, no te preocupes, es un regalo de mi para ti. Por haberme salvado. Puede que ahora mismo no sea una persona equilibrada, que mi depresión me esté matando lentamente, que mi ansiedad se apodere poco a poco de mi vida y que mi inseguridad y tristeza me engullan cuando se les antoja.—el pecoso esta a comenzando a ponerse alterado, el solo hecho de hablar de sus problemas lo ponía mal, pero Diavolo notó eso y acariciando con amor su espalda logró hacer que Doppio se calmara.—Pero... Desde que estoy contigo me siento bien, ya no tengo miedo, estoy controlando mi ansiedad cada vez más y ya no lloro por las noches porque tú eres en lo único que pienso cuando caen las estrellas. Lo mereces, este viaje y mucho más.

Diavolo estaba en shock, no sabía que Doppio lo amaba pero no era muy de él expresar sus sentimientos así como así sin estar en medio de una caída emocional.

—De verdad no es...

Doppio se abstuvo de soltarle en la cara un fuerte "Entonces no y chinga tu madre" pero le quería tanto que solo se lo gritó en su mente y decidió contestarle algo más calmado.

—No insistiré más, pero significaría mucho para mí esto.

—Ahhh... Ya sé que no vas a rendirte, te conozco muy bien.—dijo al fin—Esta bien, más tarde haré mis maletas.

—Yeiii.—Doppio saltó de alegría, estaba feliz de haber convencido a su novio de tomar el viaje que le estaba regalando. En el fondo tenía muchas ganas de regresar a su lugar de nacimiento, extrañaba la playa, extrañaba las rocas, extrañaba la maravillosa vista y el olor del mar, extrañaba las ranas y extrañaba los dulces recuerdos de su niñez y adolescencia.

–Por cierto...¿por qué quieres volver? ¿No te pone triste ese lugar? Siempre que hablas de Cerdeña tus ojos se llenan de lágrimas, imagino que te causa dolor.

Doppio soltó una gran carcajada, lo que Diavolo suponía era solo cierto a medias. Lo que en realidad lo hería era haber perdido todo lo que amaba y el recordar le traía una gran nostalgia.

–No es eso... Si viví una vida fea, pero aún así atesoro mucho ese lugar.—sonrió dulcemente—Solo extraño todo.

—Okey...—Diavolo no le creyó mucho.

HotLine 【Doppio/Diavolo】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora