No pienses mal

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—¿Qué? ¿Por qué?—preguntó Doppio poniéndose muy nervioso. Las palabras de Diavolo y la conversación que ambos habían tenido antes lo había asustado un poco. No quería pensar mal de su jefe, pero todos los indicios señalaban que el amable y discreto rubio de la cafetería no era más que un pervertido con feriches raros.

—Lo siento, si te molesta no lo hagas. Lamento el no poder contenerme.—dijo Yoshikage–Lo que ocurre es que Melone y yo teníamos una conversación muy interesante, ¿no es así, Melone?—volteó a ver s su amigo quien se encontraba sentado en el sillón observando con especial interés los pies de Doppio.

—Si, si.–respondió el de cabellera color lavanda saliendo de su extraña fantasía.—Era una conversación sobre manos y pies, ya sabes... Cuidados para tenerlos siempre sanos y hermosos.

Doppio sintió subir el calor de su cuerpo de forma repentina y también sintió como su corazón latía más rápido de no normal, señal de que estaba entrando en crisis interna. Entonces pensó que su jefe no era el único raro en ha habitación.

—Ya...ya veo.—se alejó un poco. En realidad estaba siendo invadido por el miedo.

—Solo quería sentir la suavidad de tus manos. De todos mis empleados, tú eres el único que tiene unas manos tan perfectas y hermosas a pesar de haberte quemado tanto la piel con el café hirviendo los primeros días.—sin su consentimiento tomó la mano izquierda del pecoso y la puso en su cara.

—Waaahhh.—el pecoso estaba muy sonrojado, quería huir.

—Si no te molesta, creo que podemos hacerte sentir bien, ¿no es así?—el rubio volteó a ver a su acompañante y Melone asintió con una gran sonrisa en el rostro.

—N-no... Esperen ¡ahhhh!

Mientras tanto en las oficinas de la Hotline, Diavolo estaba algo pensativo, no podía concentrarse, así que decidió cerrar su línea unos minutos para pensar. Vio a su compañero de trabajo despedirse del resto.

—Adiós, Diavolo. Fue un gusto haber trabajado contigo.—dijo el de ojos azules acercándose a él para estrechar su mano por última vez.

–¿Por qué te vas? Disfrutabas mucho tu trabajo, ¿por qué abandonarlo así?—preguntó Diavolo, le daba curiosidad el por qué Bruno debía irse tan de repente.

El de ojos azules se puso más rojo que un tomate, pero no pudo evitar sonreír. Acomodó un mechón de su cabello detrás de su oreja y comenzó a contar lo que había sucedido.

—Es que... Estoy enamorado.—dijo.

—Entonces es eso... Supongo que a tu novia le es difícil aceptar que estés seis horas diarias respondiendo llamadas sexuales.

—No se trata de eso. Es que me enamoré de mi cliente favorito.—respondió Bruno—Lo único que sé de él es que se llama Leone y acaba de graduarse de la academia de policías, me gusta mucho él. Es serio y gruñón, pero tiene un lado tan dulce y divertido que me encanta. Hice algo prohibido, le di mi nombre real y una referencia de dónde encontrarme.—se había apenado mucho, así que cubrió su rostro.

—¿Por qué hiciste eso? ¿Acaso no sabes que nunca debes dar información personal? Nosotros sólo somos "prostitutas". Somos amantes anónimos, nadie debe saber de nosotros.—respondió Diavolo algo alterado.

–Es que... De verdad estoy muy, muy enamorado. No sabré nada de él jamás porque no me dijo otra cosa, solo conozco su nombre y que es policía, no conozco su cara, pero si su voz, pero aún así, estoy seguro de que lo amo.

—Pero ¿cómo harás para pagar los gastos de la universidad? ¿Y el niño que adoptaste?

Bruno suspiró, no había pensado en eso.

HotLine 【Doppio/Diavolo】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora