☾20: La verdad del lobo.

1.2K 124 19
                                    



Llegada la media noche, Viktor y yo abandonamos el alojamiento para encontrarnos con los demás en la entrada a la ciudadela.

Según lo planeado, Leo y Guang Hong regresarían al pueblo llevando a Otabek y Yurio para que recuperaran algunos medicamentos.

Por lo general, los carnívoros no retornaban a los lugares atacados durante un tiempo ya que se preocupaban en arrasar otras ciudades y después de un tiempo iban en busca de los sobrevivientes que regresaban para asentarse nuevamente (si es que lo hacían).

Es por esto que muchos lugares se hallaban deshabitados y con ese eterno aire a muerte.

Pichit los acompañaría. Esperaban que pudiese aprender a controlarse y la mejor opción era tenerlo lejos de las ciudadelas así que el pueblo abandonado era su mejor opción por ahora.

El lugar donde se hallaba la compuerta principal era un lugar frío y desprovisto de gente. Esperamos escondidos detrás de los árboles a un lado del camino de entrada.

A un lado de nosotros, los camiones de carga aguardaban apagados formando una línea mientras que al frente, dos guardias resguardaban la entrada mirando por la ventanilla.

Esperamos por un par de minutos hasta que a lo lejos resonaron algunas voces. Sus compañeros habían llegado y entraban a la cabina de control para cambiar de turno.

Vimos la luz de una linterna parpadeando tres veces por debajo del remolque, indicándonos que Leo y Guang Hong habían llegado.

Lentamente, nos acercamos bordeando la gigantesca barda divisoria.

—Tardaste mucho —exclamó Pichit apareciendo junto a nosotros al mismo tiempo.

Tras de él apareció Otabek cargando a Yurio.

—Lo siento, ya saben cómo se pone Guang Hong con el celo y tuve que...

—¡Leo! — su pareja enrojeció tanto que parecía una alarma de ambulancia.

—¿Qué pasó? ¿Se quedaron pegados—soltó Yurio sin pena alguna logrando que ambos se cubrieran el rostro por la vergüenza—. Es mala idea si intentan separarse mientras están anudados.

—¡Que lindo! Recuerdo la vez que Yuri...

—¡Ya cállate Viktor!

Recuperándose del ataque de vergüenza, Leo abrió la pesada compuerta de hierro revelando el interior del remolque lleno de cajas y bolsas de provisiones.

—Vámonos antes de que nos descubran —pidió Pichit subiendo al remolque.

—Hay un amplio espacio tras de las cajas. Pueden ocuparlo y cubrir la entrada con otra caja. Me informaron que hubo una avalancha en el camino por el que vinimos así que tomaremos la ruta alterna.

Avanzamos hasta las cajas, moviendo una de ellas que se hallaba suelta y pasando al fondo del remolque. Leo había dejado un espacio lo suficientemente grande para nosotros, pero de todos modos cierta personita insistió en tenerme entre sus brazos.

Una pequeña ventanilla conectaba la cabina anterior con el remolque. Intenté ver por esta.

Leo avanzaba hacia el puesto
de control mientras Guang Hong aguardaba a un lado del camino.

De repente, vimos a Leo petrificarse ante la ventanilla. Cuando pudo reaccionar, apenas dio unos cuantos pasos en reversa y se volteó para correr hacia nosotros gritándole a Guang Hong que subiera al remolque y cerrara la puerta.

Viktor olfateó en el aire, pegándose hacia la pequeña ventanilla.

—Chris... —reconoció.

HUNTER OMEGAVERSEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora