La imagen que tenía frente a mí terminó por enternecerme y hacer que mis ojos se llenasen de lágrimas, tanto de felicidad como de angustia.
Felicidad por encontrarle, angustia por haberme perdido tres años de su crecimiento y una etapa tan importante en la vida de mi hijo.
Tomó toda mi fuerza de voluntad para no correr hacia él y abrazarlo con fuerza, había pasado tanto tiempo que no sabía cómo reaccionaría mi hijo hacia nosotros.
Si bien Phichit me había advertido, no sabía si guardaría rencor en su corazoncito, o si pensaría que éramos poco más que una ilusión. Incluso yo consideré por un par de segundos esta última teoría, parecía irreal, verlo allí en el suelo con un abrigo varias tallas más grandes, tanto que el cuello de éste le caía por uno de los hombros. El pantalón tenía varios dobleces para acortarse y los zapatos que usaba
eran al menos dos tallas más grandes.Luego de frotarse la cabeza, abrió los ojos y su vista fue directamente hacia nosotros. Se quedó mirándonos y luego de unos segundos un par de orejitas de lobo negras brotaron en medio de sus cabellos oscuros.
Fue ese el momento exacto en el que mi corazón se derritió entendiendo que todo ese invierno sin él había terminado.
Una sonrisa poco a poco se extendió por todo mi rostro mientras mi garganta se secaba y luchaba para no llorar. Era en vano, las lágrimas caían por mis mejillas, una tras otra. No sabía cómo reaccionar, esos cortos segundos se convirtieron en una eternidad, quería... No, necesitaba
abrazar a mi hijo y poder entender que era real, saber que él estaba allí y hacerle saber que yo estaba allí para él, y que ahora jamás nos separaríamos.—Mijail —advirtió Lilia logrando que él apretase más la mano que tenía contra el cuerpo y buscaba algo con la otra.
Era un gorro de lana que usó para cubrirlas.
—P-perdón... ¡p-perdón! —apenas pronunció empezando a temblar y ese tremor se hizo aún más evidente cuando dos cuidadores aparecieron al fondo del pasillo.
Oh, claro que los conocía.
Eran uno de tantos pacificadores
que años atrás me habían tratado mal por mi condición. Podía recordarles luego de varios años, pero de seguro ellos a mí no. Así suele ser la memoria, subjetiva y conveniente.—¡Ahí estás!
—¡Te dijimos que no vinieras aquí! ¡Sabes lo que pasa cuando desobedeces! —dijo uno de ellos mostrándole un bozal.
Era claro que los cuidadores lo castigaban. Quise dar un paso al frente para defenderlo pero noté como Viktor suavemente me lo impedía, todo vestigio de querer acercarse a Misha desapareció cuando su padre avanzó entre ellos y nuestro hijito.
—Viktor Nikiforov... —murmuro uno de ellos, aterrado— ¿Qué haces aquí? ¡Tú deberías estar en la Zona Roja!
—Lastimosamente, eso ya no les compete. No aquí —-contestó mi esposo—. Hay algo que odio de ustedes. Son valientes cuando están armados o cuando se trata de un
niño. Creo que han olvidado que los niños crecen, pero hasta que eso suceda, en el caso de mi hijo, estoy yo para protegerlo.Asustados y tropezando sobre sus pies, los cuidadores regresaron por el pasillo en un escape nada disimulado.
Una vez seguro, mi hijo me miraba como si deseara lanzarse a mis brazos y llorar, pero al mismo tiempo se contenía por miedo a algún castigo.
—Misha—pronuncié en un hilillo de voz, su nombre era algo sagrado para mí. Acorté la distancia y arrodillándome a su lado continué—: Cielo, ¿tú sabes quién soy?
![](https://img.wattpad.com/cover/202894918-288-k810991.jpg)