agrege una imagen que me había faltado al capítulo pasado. Ups
Yuri.
Debo confesar que recuperar mis memorias y ser consciente de todo aquello a lo que nos enfrentaríamos, me aterraba. Antes de que empezara el caos, antes de que supiésemos de
ese hombre y muy a pesar de nosotros mismos, de su pasado y mis inseguridades, antes de que todo se derrumbara; hubo un tiempo en la que nosotros fuimos infinitamente felices.Entendía a mi esposo, sabía que su peor miedo consistía en pensar que podría dejar de quererlo. Lo entendía, también temía eso.
Pero no sucedió.
Entendía muy bien que mis emociones eran solamente eso, algo que sentiría por las circunstancias y que si me basaba en ellas para decidir, perdería mucho y luego me arrepentiría.
En cambio, mis sentimientos eran algo muy preciado y construidos a base de muchos años juntos, con alegrías y tristezas, sonrisas y lágrimas, recuerdos, sueños y esperanza.
Nuestros primeros besos, cuando recuperé la memoria, fueron muy diferentes a todos los que había recibido de él. Me besaba con una mezcla de nostalgia y amor. No eran los besos que solíamos darnos en aquellas épocas en que ambos éramos no más que tontos adolescentes enamorados.
Sus labios se movían dubitativos contra los míos y en un principio crela que era mi imaginación. Luego de innumerables besos me di cuenta que era verdad.—Viktor—pronuncié esa noche al romper el beso—. No me beses con miedo.
—No es miedo, amor. Es solo que... no quiero confundir tus decisiones.
—¿Decisiones?
Suspiró sujetando mis manos y fijando la mirada en ellas, acariciándome con ternura antes de seguir.
—Ahora mismo, eres libre, Yuri. La mordida de losif anuló cualquier marca mía en tu cuerpo. Aún puedes decidir si deseas intentarlo con alguien más.
Quería enfadarme con él por pensar así, pero pensándolo bien, entendía su punto. No me retendría a su lado si yo no lo deseaba, incluso si eso lo destrozaba.
—Aguantaste mucho para que volviésemos a vernos.
—Yo lo decidí así. Debía y quería protegerte.
—¿Por qué? —pregunté divertido esperando que él cayese.
—¿Por qué va a ser? Eres mi esposo —Al decir esto, le miré con obviedad—. O bueno... uhm...
Entorné los ojos, divertido antes de tomar su rostro entre mis manos y besarle en los labios con todo el amor que sentía por él. Alguien imperfecto, con un amor absoluto para mí. Al separarme, pasé mis dedos entre sus cabellos platinados.
—Tienes razón. Somos esposos. Estamos casados aún. No recuerdo haber firmado ese papel. Aunque... alguien sí lo hizo.
Bajó la cabeza y luego de mucho tiempo vi sus orejas de lobo brotar en su cabeza. Tuve que contener la risa.
—Perdón. Por eso, volveremos a casarnos —dije logrando que levantara la mirada y tensara sus orejas, sorprendido.
—¿Eh?
Jalé de su mano recostándome en el nido y atrayéndolo sobre mí. Una vez que lo tuve recostado sobre mi pecho, besé su cabeza y hablé en susurros.
—Pasamos tres años separados. Está bien si quieres tocarme. Quiero recordar cómo se sentía hacer el amor contigo. Con mi esposo, mi persona especial.