❄46: Tu nombre en mi corazón.

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Recuerdos...


Pasamos tres días en la casa de Yuri.

Su madre y hermana no dejaban de consentirlo y llenarlo de cosas para nuestro hogar y bebé.

No importaba lo que encontraran, si era algo que consideraban útil, necesario o simplemente lindo, lo
compraban para Yuri. Yuuko también vino a visitarlo junto a Nishigori y sus tres pequeñas hijas.

En cuanto notó la pancita de Yuri, le lanzó una mirada cargada de ternura y un poco de lástima.

—Veo que el furisode que te envié tuvo su efecto—dijo divertida antes de continuar con una advertencia—. Duerme ahora, mientras puedas. Todo lo que desees. Dormir luego será un privilegio, ya no un derecho. ¿No es así, Takeshi?

Nishigori lucía como un zombie mientras acunaba a dos de las trillizas en sus brazos. Apenas asintió.

—Dormir está sobrevalorado. Dormir es para los débiles —repetía una y otra vez con una voz que parecía de
ultratumba.

Fue de este modo y gracias a la familia de Yuri y Yuuko que terminamos con cuatro cajas, dos llenas con ropa, mantitas y pañales para el bebé y otras dos con juguetes y otros objetos.

Eso, sin embargo, no quitaba el mal rato que tuvimos al día siguiente de llegar, cuando el sonido de la puerta me despertó y escuché a los padres de

Yuri hablando con alguien. Sí, era un pacificador.

—Ustedes saben bien que en esta ciudadela tenemos prohibido el ingreso a carnívoros y omegas. Hemos vivido en paz por estos años evitando a ambos, y ahora resulta que su hijo regresa y junto a Viktor Nikiforov, que no es cualquier carnívoro.

—Por favor, será solamente unos días —pidió su madre.

—Tendré que reportarlos. Están asumiendo total responsabilidad de cualquier desgracia que pueda suceder al traerlos aquí y exponer a nuestra comunidad a una carnada y una bestia.

Vaya, cómo odiaba a esos sujetos. Los carnívoros éramos peligrosos, pero ellos eran tan molestos que hasta podía justificar el hecho de que fuesen nuestra comida.

Verifiqué el rostro de Yuri antes de levantarme. Aún estaba dormido y sin gana alguna de levantarse por un buen momento.

—Yuri... —susurré sonriendo y acariciando su mejilla—. ¿Verdad que puedo ir a poner en su lugar a un molesto pacificador?

—Mmmmh...

—Eso es un sí, ¿verdad?

—Mmmh...

—¡Genial!

Cuando Yuri despertó, estoy seguro de que se sintió extraño al no encontrarme a su lado. Ya lo conozco, tardaría buscando sus lentes, luego miraría por un largo minuto el anillo de compromiso en su dedo y finalmente lo alertarían los ladridos que venían de afuera.

No le hizo mucha gracia encontrar a su prometido en forma de lobo ladrándole a la copa de un árbol donde el pacificador se había refugiado.

De cualquier modo, teníamos solo tres días para quedarnos. Como Yuri estaba esperando, los pacificadores
determinaron que enviarían un médico para que vigilara el curso de su embarazo.

Nunca había entendido a cabalidad el significado de una madriguera y un nido hasta que fuimos a parar a esa colina al este de la ciudad, donde el frío ambiente nos quitaba toda gana de salir, pero hacía que buscásemos mayor proximidad.

Él y yo siempre habíamos sido una pareja de esas que son difíciles de imaginar el uno sin el otro, pero ahora más que nunca éramos incapaces de concebir la idea de separarnos.

HUNTER OMEGAVERSEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora