Desperté con la fría madrugada acariciando mi brazo y dejando un frío rastro sobre él. Me moví dentro de la cama para cubrirme con alguna de las cobijas o abrigos que se hallaban esparcidos en esta y entonces recordé que había quedado dormido al lado del gatito. Este detalle hizo que abriese los ojos con fuerza y lo encontrara acurrucado muy cerca de mí, usando mi otro brazo flexionado como almohada.
A diferencia mía, él se encontraba cubierto debajo de todo ese montón de ropas que mantenían su calor corporal. El olor de su celo se desvanecía conforme los minutos pasaban y ya se veía mucho más tranquilo.
Con extremo cuidado, intenté moverme para apartarme y gruñó como si me advirtiese entre sueños que no me alejara. Cuando lo noté, tenía una de sus manos sujetando mi camiseta. ¿Acaso era él consciente de estos detalles? ¿Tenía idea del daño que me hacía? Sí, me hacía daño, ¿por qué otro motivo mi corazón se sentiría tan intranquilo?
“Te gusta mucho, ¿no?"
Recordé las palabras de Phichit el día anterior.
Quizás sí me gustaba.
Es decir, me gustaba mucho estar cerca de él y hablar con él. En esos días juntos nos habíamos vuelto muy cercanos al punto de que él incluso tomaba mi mano. O quizás solo lo hacía por el celo y yo estaba imaginando cosas. Quizás para él, solo era un alfa y alguien que podía ayudarle a calmar ese molesto estado.
Y entonces, contemplado su faz tranquila entendí. Él era precioso, delicado y muy agraciado, algo opuesto a mí, algo que decían era una característica de los omegas, pero en él era muchísimo más atractivo.
—Yura —susurré suavemente a la vez que apartaba los cabellos rubios de su rostro angelical. Él no se movió. Sabía que estaba dormido—. Te llevaré a la villa y cuidaré de ti hasta que sepa que estás seguro. Solo tenía pensado lo que haría hasta ese momento.
Él se encontraría con alguien ahí y estaría seguro, en cambio yo... si Phichit no lograba convencer a Seung Gil de que Yuri había escapado o algo similar, yo sería considerado un traidor y me enviarían a la Zona Roja para ser usado como alimento de carnívoros.
Esa idea de asustaba un poco, pero si pensaba en la sonrisa de Yuri Plisetsky sentía que podría ver el infierno y lanzarme a él sin miedo alguno.
Luego de cubrirme con un abrigo, mantuve la vista sobre él y fijé mis ojos sobre sus labios. Delgados, delicados y apenas entreabiertos. Pensé algo, quizás fuese un impulso, quizás una idiotez o solamente la confirmación de esos sentimientos que quería negar de manera infructuosa.
"Tal vez entendería mejor lo que siento si lo hago" pensé acercándome a él y deteniéndome a solo un centímetro, cuando su tibio respirar corrió sobre la piel de mis labios y provocó una sensación de irrealidad total.
No lo haría.
No de ese modo.
No tomaría nada de Yuri Plisetsky si él no estaba de acuerdo.
Retorné a mi posición inicial quedando nuevamente dormido. Cuando desperté por segunda vez, llegué a creer que lo que había sucedido había sido solo parte de un sueño.
Yuri ya no estaba a mi lado y le escuchaba caminar descalzo por la celda. Sus pasos sonaban apresurados y un poco extraños, como si estuviese corriendo de un lado a otro.
Con el cuerpo aún adormilado, restregué mis ojos abriéndolos lenta y débilmente.
—Yura, ¿qué tanto haces? —pregunté girándome y cuando lo vi, no pude dar crédito a mis ojos.
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