La reacción de Viktor fue rápida y violenta. Su primer impulso consistió en apresar mis hombros con ambas
manos, aspirando el olor de mi sangre, perdiéndose en algún rincón de su mente.—¡Yuri! —Otabek intentó acercarse y al instante tuvo a tres carnívoros frente a él.
La amenaza era clara: "muévete y te
devoraremos a ti y a tu familia".Busqué la mirada de Viktor y sentía el tiempo más y más lento. Cada grano de arena del reloj de mi vida caía pesado contra mi ser.
Podría hablar sobre muchas cosas.
Podría, por ejemplo, contar cómo desesperaba ese goteo maldito, constante y espeso de la sangre descendiendo por mi muñeca y estampándose contra el suelo formando figuras amorfas.
Podría también hablar sobre el dolor lancinante que viajaba por todo mi brazo y pedía ser calmado.
O tal vez sobre lo lógico: que me hallaba entre los brazos de Viktor sin posibilidad alguna de escapar, escuchando cómo su corazón repiqueteaba acelerado contra su caja torácica y los demonios desesperados subían a sus ojos, enfriándolos y quitándoles humanidad.
Una situación peligrosa, triste, dolorosa y desesperante.
Me sentía hundido en sus pupilas, como si me hipnotizara y enviara al fondo de un pozo oscuro y vacío.Pero en esos momentos dejé de pensar. De verdad, dejé de hacerlo. La voz en mi cabeza que normalmente me alertaba ante el peligro colapsó y cuando eso sucedió, fueron las memorias de mi corazón las que hablaron nuevamente tomando el control.
—Yuri—llamó con la voz temblorosa, como si ahogara un gemido. Sus manos temblaban contra mis hombros revelando la lucha interna que libraba entre sus instintos y
aquello que sentía por mí. Poco a poco soltó su agarre y dio dos pasos hacia atrás— por favor... no podré contenerme por mucho.Sé que iba a pedirme que me alejara, pero estábamos rodeados de carnívoros y no tenía opción alguna de escapar.
La mayoría ya estaban satisfechos con el genocidio de ese día, pero otros aún se relamían mirando la corriente carmesí descendiendo por mi brazo.
—¡Miren nada más! ¡El gran Viktor ha retrocedido por ese herbívoro!¡Teman todos! ¡El herbívoro malo nos va a
comer! — dijo JJ burlándose y expandiendo los brazos.Era claro que disfrutaba del espectáculo.
Los cazadores empezaron a reír a carcajadas. Se estaban riendo de Viktor, de mí Viktor.
De esa persona que yo amaba de una forma imperfecta, pero absoluta. Tanto que ese sentimiento trascendía por el tiempo y el olvido.—Viktor—murmuré apenas, a sabiendas de que lo más lógico es escapar.
De nuevo, algo iba contra mi lógica. Realmente no tenía miedo.
—Vete, yo me encargaré de ellos. No dejaré que te lastimen, y tampoco quiero ser yo quien lo haga. Intenta
escapar, haré todo lo posible para apartarlos.—¿Estás loco? ¡Van a destrozarte!
—¿Por qué nunca me haces caso? ¡Ya vete de una vez o perderé el control!
Los demás carnívoros nos miraban estupefactos. Para ellos era algo increíble, inimaginable e imposible que uno de su especie lograse controlarse. Ellos cedían con relativa facilidad a sus impulsos, como si apagaran su ser consciente y se dejaran manejar por la bestia interna.
—Oh, Viktor, ¿eso significa que nos cedes a tu adorado cerdito? —JJ estiró un brazo hacia mí como si deseara
alcanzarme y a la vez poner a prueba a Viktor.