Capítulo 2: Pareja

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Me cuesta abrir los ojos después de este tiempo de sueño

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Me cuesta abrir los ojos después de este tiempo de sueño. 

Estoy muy cómoda durmiendo encima del pecho de Liam, su calidez me envolvió desde el principio al igual que una manta; haciéndome sentir protegida sin siquiera esforzarse. Él ronca con suavidad, con su mejilla apoyada sobre mi cabeza como si esta fuera mucho más útil que cualquier almohada.

Sé que él duerme como un león, lo ha demostrado muchas veces y me parece que es por la nueva bebé que tiene en casa. 

No deseo despertarlo, tampoco levantarme, la sensación de dormir abrazada a él es cálida y agradable, pero si sigo así voy a terminar durmiendo toda la noche aquí, y ya se me ha hecho muy tarde.

—¿Cómo dormiste? —pregunta César, escuchar su voz me sorprende, me mantengo medio dormida al parecer—. No sabía si despertarte o no. Es que no quiero que vuelvas a tener problemas con tu mamá.

—Está bien, C. No es nada comparado con lo tarde que llegué la otra vez. Lamento haberme quedado dormida.

—No pasa nada —se inclina aún en la silla, coge una de mis manos entre las suyas, apretándola con firmeza. Queda en evidencia lo intranquilo que está—. Estuve leyendo un artículo sobre la mujer que asesinaron; Kelly.

Su voz también suena con el mismo tono bajo, por razones diferentes a las mías. Su mirada se pasea por la habitación, como si no pudiera verme a la cara.

—¿Qué es lo que pasa? —tomo su mentón—. ¿Conocías a Kelly?

—No. Es que le destrozaron el rostro, Lu. Fueron demasiadas puñaladas.

Francamente ya no tengo intenciones de saber nada del tema, eso solo serviría para atormentarme con ideas de las posibilidades que podrían ocurrir.

Entiendo a César sin necesidad de que me diga nada. Nosotros tenemos algo más en común que una preciosa amistad; el miedo a que les suceda alguna tragedia a nuestras mamás, siempre corren ese riesgo debido a lo que se dedican. Ambos conocemos la impotencia de no poder protegerlas, al igual que la rabia por la que nos sentimos culpables y que jamás me mencionamos por la misma razón.

Aunque, para su enorme bendición, su mamá ya se había retirado del negocio.

—Espero que encuentren al bastardo —él se ve asustado, apenado; puede ser muy rudo a veces, pero sigue siendo un alma sensible y bondadosa que no tolera la idea de que alguien lastime a otros—. Oye, quédate tranquilo, ¿Si? Nadie más va a morir, ya vas a ver.

Ahora es él quién asiente con la cabeza, inclinándose rápidamente para darme un beso en la frente, casi parece que agradece tenerme ahí.

—A veces siento tanto asco por los seres humanos.

—Sonaste mucho a Rich.

Debí saber que el simple hecho de mencionar a nuestro amigo le provocaría una sonrisa en el rostro. Fue tonto de mi parte no haberlo dicho antes, a veces basta escuchar el nombre de la persona que amas para subir tu ánimo.

El Único Eclipse (HDP #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora