—Buenos días, gatita —su voz sale ronca debido a las horas de sueño previas—. Me encanta despertar contigo al lado.
Mueve mi mentón lo suficiente como para dejar mis labios a su merced. Nuestras bocas se hunden en un beso lleno de necesidad; como siempre, sus besos son deliciosos, incluso a esta hora de la mañana, cuando ni siquiera recuerdo bien quién soy, ni mis problemas, o mis dudas.
Esta es la hora en la que me permito ser inconsciente, en la que suelto el peso en mis hombros, olvidándome de el por un tiempo corto.
—¿Podemos quedarnos en la cama un ratito más?
—Por supuesto —besa mi frente—. ¿No pasa nada en tu casa si te quedas conmigo?
—No es como si mi mamá se diera cuenta.
Se ha vuelto a ir de viaje con Daniel, antes sus escapadas con él no me gustaban. Ahora, las cosas han cambiado, me siento más tranquila y segura con ellos lejos, aunque me duela admitirlo por mi mamá.
Esta sensación de paz con su ausencia, hace que me sienta como una malagradecida, como la peor de las hijas. Es cierto que amo a mi mamá más que a nadie en la vida, pero también hay mucho dolor entre nosotras.
—Uhm —parece que prefiere no continuar con el tema, lo cual agradezco desde el fondo de mí ser—. ¿Quieres que veamos una película?
No me apetece hacer nada más que abrazarlo. Mientras más tiempo paso despierta, más recuerdos de anoche me invaden. Me tenso, porque sé que su hermano sigue aquí, a solo unos metros de nosotros.
Estoy asustada, y ni siquiera entiendo bien por qué.
—Mira, te hago el desayuno, luego me das un poco de amor... —murmura, deslizando sus labios por mi mejilla cuando empieza a hablar. Una risita se me escapa ante sus intentos de coqueteo—. Y después, cuando hayamos terminado, podemos ver la segunda parte de La Bella y la Bestia.
—Te dije que la segunda parte es absurda.
Él regresa a verme a los ojos, mi corazón se acelera con fuerza al mirar ese azul tan clarito y frío. Da esa sensación de pertenecer a un ser lejano, ajeno a la normalidad de la humanidad. Es tan guapo, que apenas puedo creer que sea mío.
Nunca me cansaré de admirar sus ojos, son tan bonitos.
—¿Por qué la sacaron, entonces? Supuestamente ya había terminado, ¿No? Ni siquiera sabía que La Bella y la Bestia tenía segunda parte.
—No lo sé, grandote. Igual no fue la única, con La Sirenita y la Cenicienta también habían más películas.
—Tú sabes mucho de eso, gatita —acaricia mi cabello con suavidad, mis mechones se deslizan fácilmente entre sus dedos—. Eres muy ruda, pero te siguen gustando las películas de princesas. Eres tan tierna.
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El Único Eclipse (HDP #1)
RomanceLa vida de Lucia Fernández no ha sido fácil; desde que nació, estuvo llena de desatenciones, de personas pasajeras entrando y saliendo de su entorno cercano, y de un Daniel Beckett que no se ha detenido con sus constantes insinuaciones y abusos haci...