Sus ojos...
Puedo odiarlo con todo mi corazón, pero cuando lo veo a los ojos, no hago otra cosa que recordar la forma en la que me miraba cuando despertaba a mi lado, cuando se daba cuenta que estaba a su costado en la cama. Su mirada parecía iluminarse por la alegría de encontrarme ahí, tan cerquita a él.
Se detiene un segundo para dejarme recuperar la respiración, y luego vuelve a besarme con todas sus fuerzas. Su beso es húmedo y delicioso, mi ropa interior se encuentra empapada mientras me asfixia con sus besos. Su boca es deliciosa, pero debo ser firme, o de lo contrario, terminaré siendo suya de nuevo. No se lo merece. No merece tenerme.
Con eso en mente, le muerdo el labio inferior con tanta fuerza que lo hago sangrar, él gruñe, y aprovecho su distracción para alejarme. En cuanto doy un paso fuera del parque, Ethan me empuja contra la pared más cercana, arrastrándome hacia un rincón oscuro.
—Suéltame —le ordeno.
—No.
—Ethan, voy a hacerte sangrar hasta que me sueltes.
—Inténtalo.
Se inclina, escondiendo su rostro entre mí hombro y cuello, besándome la piel. Su lengua deja un rastro saliva por todo el lugar, haciéndome jadear.
Jala mi cabello, inmovilizándome contra la pared mientras levanta la falda de mi vestido con su mano libre y me arranca las bragas de un tirón.
Dios mío, va a follarme aquí.
Regresa a besarme, a ahogarme con su boca mientras me obliga a abrirle las piernas. Debo detenerlo, decirle que no, porque sé que en cuanto lo diga explícitamente, me dejará ir. Por eso mismo me mantengo callada.
Hunde sus dedos en mi resbaladizo coño. Haciéndome gemir, él gruñe al notar lo húmeda que estoy, lo sensible que soy a cualquier caricia suya.
Y en un segundo, saca su polla para empezar a follarme con ella. Su punta toca mi entrada, acaba deslizándose en mí tan fuerte que me hace gritar. Se mete hasta el fondo, y luego retrocede hasta entrar de vuelta.
—Ábrete para mí, mi amor —me ordena, sin dejar de hacer sus movimientos—. Quiero metértela toda.
Extrañaba esto. Mi cuerpo está tan acostumbrado a obedecerle que no opongo resistencia cuando me la clava hasta el fondo. Duele, pero a ninguno de los dos nos importa. Es como cuando estábamos juntos, cuando me tomaba en cualquier lugar, sin que le importara nada más.
Le araño el cuello, a gusto con la idea de hacerlo sangrar hasta que le duela tanto como me duele a mí.
Mis muslos se aprietan en sus caderas mientras insiste en penetrarme, grito ante sus insistentes estocadas, pero él de inmediato me calla con un beso en los labios. Pronto entiendo el porqué, hay unas risitas que se oyen, acercándose, espero que no nos descubran, y que si lo hacen, se callen porque dudo mucho que Ethan pueda dejar de penetrarme.
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El Único Eclipse (HDP #1)
RomanceLa vida de Lucia Fernández no ha sido fácil; desde que nació, estuvo llena de desatenciones, de personas pasajeras entrando y saliendo de su entorno cercano, y de un Daniel Beckett que no se ha detenido con sus constantes insinuaciones y abusos haci...