Hubo un tiempo, un corto periodo de algunas semanas, en que moría por volver a verlo. Soñaba con nuestro reencuentro, incluso llegué a pensar que en cuanto lo viera, saltaría sobre él, sin siquiera molestarme al reclamarle por haberme dejado. Para mí, nuestro amor era mucho más importante que cualquier enojo que pudiera tener, por muy justificado que esté.
Amor.
Debería darme risa esa palabra. En su lugar, siento mucha pena por mí misma, por la forma idiota en la que fui a enamorarme de un hombre tan débil como para huir después de lo que me hicieron.
Cuando lo miro, no puedo sentir otra cosa que rechazo. Uno que crece y crece, porque mientras más lo observo, más recuerdo a Eddie. Ethan no se parece en nada a él, puede que sea un cobarde, un mentiroso y un completo idiota, pero no tiene la misma malicia de su hermano. No es tan cruel, ni tan inhumano como el infeliz que intentó violarme.
Abro los ojos de par en par cuando se acerca un paso, aterrada porque de pronto quiera acortar nuestra segura distancia.
Retrocedo de inmediato, creando nuevamente la lejanía que necesito para sentirme segura. Ethan lo nota, y puedo decir, si en algún momento llegué a conocerlo de verdad, le duele. Agacha la cabeza, evitando que su mirada se cruce con la mía por un instante.
—No sabía lo de Liam —murmura, manteniendo su lugar esta vez—. Te juro que si lo hubiera sabido...
Ni siquiera él puede terminar esa frase de lo ridícula que suena.
El silencio reina entre nosotros, nos quedamos mirándonos, sin saber qué decir. A pesar de que he pensado en el millón de cosas que necesito gritarle a la cara, tenerlo frente a mí es demasiado para mi propio bien. Me siento temblar con una sola de sus miradas, mi corazón se agita como un loco, mis manos sudan, mis pulmones fallan.
No tolero su cercanía.
¿Cómo un hombre que me causa tanto rechazo puede ser mi primer, y más importante amor?
¿Cómo carajos cambiaron tanto las cosas entre nosotros?
Rasco mi brazo, incómoda con mi propio cuerpo, con mi sudor; aterrada por las imágenes que se reproducen, una a una en mi mente, todas y cada una de ellas están relacionadas con Daniel y Eddie.
—Anoche estuve en tu casa —dice, rompiendo el silencio entre nosotros—. Me recibió una mujer, creo que es tu mamá, me dijo que ya no vivías ahí —las náuseas aumentan cuando menciona a Elena, saber que hablaron me destroza los pedazos rotos de mi corazón—. Pero no estabas en el departamento tampoco.
¿En serio llegó a pensar que aceptaría esa propuesta suya?
Jamás me hubiera mudado a su casa en esas circunstancias. Después de que me dejó, no tenía razones para aceptar nada e su parte, porque bien sabia que no lo hacia por amor, sino por pena.
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El Único Eclipse (HDP #1)
RomanceLa vida de Lucia Fernández no ha sido fácil; desde que nació, estuvo llena de desatenciones, de personas pasajeras entrando y saliendo de su entorno cercano, y de un Daniel Beckett que no se ha detenido con sus constantes insinuaciones y abusos haci...