Ethan.
Las horas han pasado demasiado lentas. Los minutos se sintieron largos, consiguiendo que mi necesidad por ella sea aún más grande.
Ahora, estoy esperando pacientemente a que sean las siete para salir de mi camioneta e ir a buscarla. No quiero que se sienta presionada, pero a la vez, son demasiadas las ganas que tengo de verla.
Le escribo, asegurándome que siga de acuerdo con esto. Ella no responde, así que, inquieto, camino hasta su puerta. Estoy por tocar en el momento en que Lu abre, sorprendiéndome. Nuestros cuerpos chocan por un milisegundo antes de que se haga para atrás.
El aroma rico de su perfume inunda mi sistema por completo. Lucia huele a flores frescas, unas que no puedo mencionar en específico, aunque me encantan viniendo de ella. Aprieto la mandíbula en un intento por calmar esta necesidad tan jodida de tomarla en brazos e inhalar su olor, escondido en algún lugar de su cuello.
Mis ojos recorren su silueta cubierta por aquel vestido rojo. Lleva puesto uno que resalta la forma de sus senos y de su cintura, haciéndome cada vez más difícil dejar de verla. Es tan bonita que solo puede ser comparada con un ángel, a pesar de la actitud endemoniada que tiene.
—Hola —me inclino rápidamente para darle un beso en la mejilla, aunque me siento mucho más atraído por la idea de besar sus labios—. Estás hermosa.
—Hola. Me alegra que no vinieras vestido con una camiseta de fútbol.
Eso viniendo de ella es un cumplido, estoy seguro.
Quiero besarla. Dios, me muero por hacerlo, por sentir sus labios suaves moviéndose contra los míos una vez más. Sin embargo, tengo claro que si lo hago muy probablemente ella no me corresponda, o peor aún... Que lo haga. Así, ni siquiera llegaríamos a la primera cita por estar metidos en otro asunto, bastante interesante también, debo reconocer.
Lu carraspea, rompiendo el hilo de mis pensamientos.
—Te traje esto —le muestro otra flor que tengo para ella.
Puede que no sea necesario que le regale una siempre que la veo, pero soy adicto a ver esa luz tierna iluminando sus ojos de gato en cuanto se las doy.
—Un girasol ahora —señala.
—¿Te gusta?
—Sí, es muy bonito —resisto la inmensa tentación de besarla, aunque me muera de ganas por hacerlo—. Gracias. Dame un minuto, iré a ponerlo en agua.
Asiento, aprovechando para mirarla mejor. Su vestido es bonito, algo corto, me permite ver esos muslos cremosos. Ganas no me faltan de quitárselo. La deseo mucho. Pero si tenemos sexo ahora, cometeré un error.
Busco más que sexo en ella.
—¿Nos vamos?
—Claro —no dudo un segundo en tomar su mano, es un poco pequeña en comparación a la mía—. ¿Puedo?
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El Único Eclipse (HDP #1)
RomanceLa vida de Lucia Fernández no ha sido fácil; desde que nació, estuvo llena de desatenciones, de personas pasajeras entrando y saliendo de su entorno cercano, y de un Daniel Beckett que no se ha detenido con sus constantes insinuaciones y abusos haci...