No fue tu culpa.
Mi cabeza adolorida me repite esa frase una y otra vez mientras camino, lejos de aquel lugar insano. No fue tu culpa, concluye esa voz dulce y quebrada, en un intento vano por quitarme esta suciedad de encima. Esa frase, dicha una y otra vez, parece ser verdad, pero eso no hace que me sienta menos humillada, menos denigrada. No me consuela en lo absoluto; no sirve, porque eso no quita el dolor, no me arranca el asco de golpe.
No importa si fue mi culpa o no.
Solo importa lo que siento.
Al llegar a casa, me encuentro a Liam en la entrada. No sé qué hace aquí, no sé por qué se ve tan preocupado. Cuando me acerco, y me mira, parece encontrarse con una escena de terror. Y es que probablemente en eso me ha convertido ese monstruo, en la chica con sangre seca en el cabello. No sé si también ha visto los golpes en mis muslos, no sé si se notan ya siquiera, pero pronto tendrán la marca que la madera dejó en ellos, cuando él decidió que la tortura hasta ese momento no era suficiente.
Liam se acerca, su voz suena extraña, como lejana, es raro.
—Lu —sus manos apretaron mis hombros—. ¿Qué te pasó?
No entiendo, ¿Por qué está tan agitado?
Entonces, lo recuerdo.
Estaba hablando con él antes de ser atacada.
—Hermanita... —acaricia mi rostro, me doy cuenta que sus ojos se han enrojecido, como si estuviera por llorar—. Ven, entremos a casa.
Casa. Mi casa.
Es de día ya, por lo que mi mamá debe de haberse dado cuenta de mi ausencia, lo que significa que me espera un fuerte disgusto con ella, aun así, quiero verla, más que eso, necesito verla. Necesito de ella más que nunca.
Liam encuentra la llave en el escondite nuevo para emergencias, hace que entre primero. Una vez adentro, me obliga a sentarme en el sofá.
—¡Elena! —lo escucho gritar, de reojo, veo como sube por las escaleras—. ¡Elena, ven ya mismo!
No puedo mantenerme sentada, por lo que acabo recostada sobre el sillón, es que me duele todo el cuerpo, incluso los pies por haber caminado todo este camino. Ethan tenía razón, esa casa quedaba demasiado lejos, pero ya no pude seguir esperándolo.
—No está por ningún lado, coño —Liam se arrodilla frente a mí, mueve mi cabello lejos de mi rostro para verme mejor, mi cuerpo no rechaza el contacto de sus dedos, porque es puro, bueno, sin un gramo de maldad; todo lo contrario al que tuve hoy en la mañana—. Lu, dime, ¿Qué te duele? Lu, por favor, necesito que me hables.
Hablar, ¿Puedo hablar?
Mi garganta se siente herida, desgarrada después de tantos gritos dados, en un momento en que pensé que gritar me salvaría.
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El Único Eclipse (HDP #1)
RomanceLa vida de Lucia Fernández no ha sido fácil; desde que nació, estuvo llena de desatenciones, de personas pasajeras entrando y saliendo de su entorno cercano, y de un Daniel Beckett que no se ha detenido con sus constantes insinuaciones y abusos haci...