Cuando llego a casa, lo primero que hago es darme una ducha que parece durar horas. Al terminar, solo me visto con mi ropa interior y una de mis camisetas holgadas, aquellas que me sirven como pijama, porque definitivamente, no pienso levantarme de la cama en todo el día.
Cansada de llorar, consigo caer en un sueño lo bastante ligero como para despertarme cada tanto. Al punto en que ni sé diferenciar entre los momentos de sueño y de realidad. Mis sueños se convierten en pesadillas, una peor que la anterior; siempre aparecen mamá, Daniel, Eddie y Ethan, interpretando diferentes finales.
En medio de mi inquietud, una nueva calidez me envuelve, como si las cobijas se movieran por vida propia hasta cubrir por encima de mi pecho. Luego, poco después, mi cabello es acomodado lejos de mi rostro; la forma en que los dedos se pierden entre mis mechones de pelo solo puede venir de una persona, aunque, estoy tranquila porque sé que forma parte de mi sueño.
Recibo un beso en la frente antes de caer rendida por completo.
No sé cuánto tiempo pasa hasta que, por fin, abro mis ojos nuevamente. Me da la impresión que he estado dormida por muchas horas, aunque después de todo lo que pasé anoche, no me sorprende.
Termino de despertarme en el segundo en que me doy cuenta que no estoy a solas en mi habitación. En la almohada a mi lado, hay un tulipán azul, y de inmediato sé quien lo dejó ahí.
Con miedo, volteo hacia el sillón en la esquina, mi corazón se detiene en cuanto lo veo, ahí, sentado y acomodado como si llevara un buen tiempo esperándome. Su cabello negro luce desordenado, prueba de las veces en que sus manos se perdieron entre sus mechones. Fuera de eso, luce cansado, con el rostro desencajado.
Trago saliva, sentándome mejor en la cama para asimilar su presencia.
Ni siquiera tengo que preguntarle cómo entró, yo misma le di las llaves en caso de cualquier emergencia.
Él se pone de pie de repente, caminando hacia a mí como de costumbre. Lo sigo con la mirada hasta que está lo suficientemente cerca como para tomarme del mentón y acariciarme parte de la mejilla con su pulgar.
Su toque es asfixiante.
Sus manos son invasoras.
Hace un intento por sonreír.
—Qué bonita te ves durmiendo —susurra, inclinándose para robarme un beso en los labios, los suyos se sienten cálidos, pero ni siquiera puedo cerrar los ojos para sentirlos como es debido—. Eres tan hermosa.
Carraspeo, olvidándome de sus halagos en el instante en que me escapo de su agarre. Huyo de la cama, tratando de huir también de él, y de una conversación que, ahora mismo, soy incapaz de tener sin romper en llanto.
—No tenías que venir —le aclaro, dándole la espalda porque no puedo mirarlo a los ojos—. Ni siquiera deberías haber salido de la Clínica.
—Cumplí con lo que te prometí. Solo salí de ahí hasta hace unas horas —explica, escucho sus pasos detrás de mí, siguiéndome—. Lucia, ¿Podemos hablar ahora?
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El Único Eclipse (HDP #1)
RomanceLa vida de Lucia Fernández no ha sido fácil; desde que nació, estuvo llena de desatenciones, de personas pasajeras entrando y saliendo de su entorno cercano, y de un Daniel Beckett que no se ha detenido con sus constantes insinuaciones y abusos haci...