No había pasado un momento más incómodo en toda mi vida.
Aunque, sí, probablemente sí. El puesto se lo gana el motivo por el que me cuesta tanto mirarlo a los ojos.
—¿Y cómo has estado? —pregunta, rompiendo el silencio incómodo.
¿Por qué coño me habla?
—Bien, gracias por preguntar —sé que debería devolverle la pregunta por simple cortesía, pero no puedo aguantar más su presencia. Incluso se me han quitado las ganas de hacer pis—. Ya debo irme. Nos vemos luego.
De hecho, espero no vernos nunca.
Charlie trata de decir algo más, sin éxito, a causa de mi pronta huida de la escena del crimen. Solo un encuentro como este pudo ser capaz de distraerme de todo aquello que me atormentaba hasta hace tan solo unos pocos minutos.
Intento perderme entre la gente, esperando que Charlie no me siga, confío en que no lo haga. Hace años, era algo tímido, pero yo también he cambiado mucho, así que no puedo afirmar nada. Después de todo, lo único que conozco bien de él, es su cuerpo. Aunque, debo admitir que este también ha cambiado para mejor. Está mucho más guapo que antes, ya no es el mismo que a los quince.
Claro, sigue sin ser tan guapo como mi grandote.
Al llegar a la barra, no solo encuentro a Jake, también a Caro. Es una sorpresa agradable, a diferencia de mi encuentro con Charlie, a ella la invité, pero conociéndola, no sabía si vendría.
Tiene el espíritu salvaje, solo que está demasiado domesticada como para que ella lo note. Lamentablemente para el estirado de su novio, ese tipo de espíritu puede ocultarse por un tiempo, pero no puede simplemente desaparecer. Las mujeres como Carolina nacen con eso, viven con eso, tarde o temprano, ella verá lo mismo que yo.
Lo supe al ver cómo le respondía a Freddy sin ningún tipo de pudor de por medio. Si bien a veces parece tímida, esto no es más que una fachada para ocultar su ferocidad.
—Hola. Qué bueno que pudiste venir.
Va a contestar, hasta que Jake la interrumpe, no sin antes beberse lo que le queda a su cerveza por ser terminada. Contrae sus expresiones faciales, estoy segura que es por el poco gusto que le tenía a la bebida alcohólica.
—Viene a unirse al club de los sufridos —declara, volteando a verme—. Deberíamos tener inscripciones abiertas.
—Melocotón, ¿Has podido emborracharte tan solo con un par de cervezas? —ni falta hace que conteste, si bien no está cayéndose de borracho, quién lo conociera un poco y le prestara atención, se daría cuenta del efecto que han tenido las cervezas en él—. ¿Y tú por qué estás así, ah? Tu amado está a tan solo unos metros.
—Mi amado ama a otro, y siempre tengo que verlo con ese otro.
Mi corazón se siente aplastado, hundido en la miseria en la que Jake se encuentra. Esto es ridículo, no me importa él en lo absoluto, pero cuando lo escucho hablar de esa forma, no puedo evitar sentir compasión por él, por ese amor que siente tan nocivo. Lo dicho, el amor es un virus, y Jake, está infectado de el hasta la médula.
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El Único Eclipse (HDP #1)
RomanceLa vida de Lucia Fernández no ha sido fácil; desde que nació, estuvo llena de desatenciones, de personas pasajeras entrando y saliendo de su entorno cercano, y de un Daniel Beckett que no se ha detenido con sus constantes insinuaciones y abusos haci...