El sol se cuela por la ventana al igual que cada mañana. Conozco a la perfección la sensación de los pequeños rayos calentando mi cuerpo, apenas cubierto por las sábanas ya que suelo moverme mientras duermo. Hoy, como siempre, pasa, solo que no es lo único que siento.
Estoy más calurosa de lo usual, la especie de almohada en la que me encuentro apoyada es dura, nada parecida a la mía. Además, hay un peso en mi mano que...
Trago saliva.
Con temor, abro mis ojos, imaginándome que una especie de demonio sujeta mi mano. Descubro que es cierto; Ethan Johnson está acostado a mi lado, durmiendo profundamente mientras me aferraba, en sueños, a su brazo.
Los recuerdos de anoche llegan tan rápido como el dolor de cabeza debido a la resaca. La sorpresa de encontrar al grandote a mi lado dura casi nada, ojalá hubiera durado más, así no tendría que encontrarlo tan desgastante.
Porque así se siente, desgastante.
Con solo verlo, roba todas mis energías, no me queda ninguna arma para defenderme de lo que pueda sentir por él, ya sea antipatía, o algo más, algo que la antipatía trata de camuflar.
Sin embargo, no suelto su mano.
Al contrario, me acomodo mejor en la cama para poder verlo dormir. Cualquier imperfección de su carácter no toca en lo absoluto su evidente belleza. Decirle guapo sería insignificante cuando sus rasgos son así de divinos, incluso durmiendo parece un ángel frío, distante, intocable.
Incluso cuando estoy tomándolo de la mano, parece lejano. A pesar de hacerme enojar todas las veces que nos hemos encontrado, mi cuerpo responde a cualquier caricia, a cualquier mirada que él decida dedicarle.
Lo he visto pocas veces, y aun así, creo que lo conozco, un poco por lo menos. Es valiente, determinado. Arrogante y bastante terco, según lo que he podido comprobar.
Por el contrario, anoche fue dulce y atento. También pasional, ardiente, duro. Recuerdo la forma en que me miraba, como me tocaba; fue cuidadoso, hasta que acabé con cualquier gramo de control en él, y entonces, me demostró lo rudo que podía ponerse. Por lo menos un poco.
Ayer no puse mucho reparo en sus tatuajes, hoy, por lo menos tengo más a la vista los del brazo que está a mi lado. Sonrío al ver la luna que le mencioné ayer, además, hay todo un bosque por toda la extremidad. O eso es para mí. Encuentro árboles, y en los bíceps, uno a cada lado de la cascada que cae hasta más allá de su codo. Después hay unos cuantos pajaritos descansando en las ramas, cuatro, para ser exacta.
¿Serán cuatro por su familia?
No deseo pensar en eso, no quiero seguir pensando en él.
Con cuidado de no despertarlo, me levanto, saliendo de la cama lo más sigilosamente posible. Me cuesta, más de lo que admitiría jamás, soltar su mano. En ese momento, empiezo a recriminarme, nada de esto hubiera pasado de no ser porque no tuve los ovarios suficientes para borrar su número de inmediato.
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El Único Eclipse (HDP #1)
RomanceLa vida de Lucia Fernández no ha sido fácil; desde que nació, estuvo llena de desatenciones, de personas pasajeras entrando y saliendo de su entorno cercano, y de un Daniel Beckett que no se ha detenido con sus constantes insinuaciones y abusos haci...