Capítulo 15: El Caribe

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Su mirada fija por fin me suelta para pasearse por detrás de mí

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Su mirada fija por fin me suelta para pasearse por detrás de mí. Parece que quiere corroborar que no hay nadie conmigo.

—¿Estás con alguien? —pregunta, confirmando mi teoría.

—No.

Por alguna razón, me hago a un lado cuando él pasa. La imagen del grandote, aquí, en mi sala es demasiado impresionante.

—No tenías que venir.

—Quería asegurarme que estuvieras bien —se acerca un poco más, su mirada suavizándose al encontrar la mía—. ¿Todo está bien, gatita?

—Nada puede estar mal si hay helado de chocolate. ¿Quieres un poco?

—No —me cuesta verle a la cara, más que nada debido a su camiseta de mangas cortas. Nunca le había visto los brazos, sus fuertes y tatuados brazos, son demasiado bonitos—. Es mejor que vayas y te acuestes, ya es tarde.

¿Este hasta en mi casa quiere darme órdenes?

—Hazlo, ¿de acuerdo? —insiste, moviendo un mechón de mi cabello detrás de mi oreja. 

Su tierno gesto me hace sonreír, y el leve instante en que sus dedos rozaron mi mejilla fue infinitamente apreciado.

Probablemente es el alcohol, pero su contacto ya no me parece desagradable. Otra causa probable eran sus tatuajes descubiertos, por culpa de ellos y de esos brazos, ya tengo humedecida mi ropa interior; no puedo fingir lo contrario.

—Ya me voy —avisa, rompiendo mis fantasías.

—No. Quédate conmigo. No quiero estar sola hoy.

—¿Sola? —me gusta que no me haya soltado la mano, es un gesto que no se me pasa desapercibido—. ¿Quién vive contigo?

—Mamá. Ella trabaja a estas horas, no volverá hasta mañana.

Creo que duda, o eso parece por lo endurecidas que se ven sus facciones.

—No te vayas. No quiero estar sola, todo el mundo piensa que no me importa, pero sí lo hace. A menos que tengas esposa y cuatro hijos, porque si es así...

—No, no tengo.

Su respuesta me alivia más de lo que debería, aunque ahora no me queda cabeza para preocuparme de los motivos, ni de las consecuencias.

—¿Entonces sí te quedas?

—Gatita, estás algo borracha ahora mismo, no te va a gustar encontrarme aquí por la mañana. Mejor ve a dormir.

Acaricia mi mejilla con sus nudillos en un intento por suavizar sus palabras. Quiero que se quede conmigo, no tolero estar sola. No hoy. No después de lo que he pasado estos días.

—Está bien —él trata de sonreírme un poco, pero nada de eso concuerda con la forma en que me mira. Me acaricia como si fuera de porcelana, a la vez que me ve, algo atormentado, dejándome claro que mi presencia es demasiado para él—. Llamaré a alguien más con quién compartir mi helado.

El Único Eclipse (HDP #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora