Capítulo 47: El peligroso siempre

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Su calor, sentir lo suave de su respiración en mi oído, poder tocar lo suave de su piel, hace que me sienta extremadamente segura a su lado, aún cuando está dormido

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Su calor, sentir lo suave de su respiración en mi oído, poder tocar lo suave de su piel, hace que me sienta extremadamente segura a su lado, aún cuando está dormido.

Su habitación es testigo de lo que ocurrió anoche, después de nuestra cita, en la mesa de noche se encuentra el girasol que me dio, y en el piso, está toda nuestra ropa, que fue arrojada ahí en medio de toda la faena.

Ha sido duro. Literalmente. Ethan ha estado insaciable en estos días, prácticamente usándome cuando ha querido, pero lejos de molestarme, me ha gustado. Se ha estado conteniendo conmigo desde que le di mi primera vez, pero todo gramo de cuidado se ha terminado.

Me doy media vuelta en sus brazos, buscando mirarlo. Luce precioso, completamente hermoso. Siempre he pensando que tiene una belleza divina, y ahora, que está dormido a mi lado, me parece más humano que nunca.

Termino inclinada sobre él para darle un besito en la frente a modo de despedida antes de salir de la cama. Estoy completamente desnuda, y francamente ahora no veo necesario ponerme toda la ropa, por lo que uso la camisa que Ethan utilizó ayer, sintiéndome bastante cómoda con la idea de vestirme con su ropa.

Me llevo al girasol para ponerlo en agua, se ve tan bonito que me lleno de amor solo con verlo. Todas las flores que me da, siempre son hermosas.

Trato de buscar algo para preparar el desayuno, pero como es costumbre, no hay mucho aquí. Ethan suele comprar bastante comida ya hecha, no tiene más que algunas pocas frutas, y el helado de chocolate que me dio anoche.

Con el helado ya estoy contenta.

Lo tomo en mis manos, y de inmediato, tomo una cuchara y empiezo a comerlo, encontrándolo delicioso. Me subo a la encimera mientras disfruto de mi helado favorito.

—¿No es un poco temprano para eso, gatita?

Alzo la cabeza, encontrándome con Ethan a unos pocos metros de mí, solo vestido con sus delgados pantalones de pijama, su cabello negro desordenado, y sus ojos azules mirándome como si me quisiera comer.

—No me regañes —le advierto, mientras sigo comiendo mi helado.

Se acerca, hasta que puede tocarme, me estremezco al sentir sus cálidas manos en mis piernas, después de nuestro tiempo juntos, ya debería haberme acostumbrado a su toque.

—Te estuvieron llamando anoche —me dice, algo serio.

—¿Quién?

—Él único que llama a mi mujer por las noches.

Andrés.

—No le prestes atención, grandote. Se preocupa cuando no llego a casa, eso es todo.

—No me gusta.

—Lo siento, grandote —me aferro a su cuerpo, dándole un beso tibio en la boca—. Solo intenta ignorarlo, por favor. No te hace bien pasar corajes.

El Único Eclipse (HDP #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora