—¿Cómo es posible que te hayas caído por las escaleras? —pregunta Freddy, visiblemente molesto—. Tienes que estar más atenta, Lu. Últimamente andas en las nubes y estas son las consecuencias.
César asiente.
—Él tiene razón. Pudiste romperte el cuello, ¿Lo entiendes, loca? Entonces, ¿Qué sería de nosotros si te perdemos?
Es muy dulce su preocupación, pero todos están en mi habitación hace veinte minutos, y todo el rato han estado regañándome con lo mismo, ya me encuentro agotada de escuchar la misma cosa durante tanto tiempo.
Busco a Liam con la mirada, él siempre es muy tranquilo, y busca que todos estemos así.
—No me mires a mí. Ellos tienen toda la razón, Lu. Tienes que ser más cuidadosa.
—Bueno, ya —les pido—. No me regañen.
—Ya, dejémoslo así —interviene Rich, encendiendo un cigarro desde la ventana de mi habitación—. Lo hecho, hecho está. De nada sirve llorar sobre la leche derramada.
Eso es lo que digo yo, mientras antes olvidemos esto, mejor. Es lo único que quiero, borrar de mi mente todo lo que sucedió. Si es que eso es posible, porque no creo nunca poder lograrlo.
—¿Cómo te sientes? ¿Te duele mucho?—pregunta Andrés, acercándose para sentarse a mi lado en la cama. Sus ojos muestran pesar cuando ven mi brazo inmovilizado por el cabestrillo, sé que no le gusta verme así, todo lo contrario.
—Estoy bien. Los analgésicos me ayudan mucho, además, solo tengo que llevar esto por unos días más. Por favor, no se preocupen.
Liam interviene.
—Siempre vamos a preocuparnos por ti. Tienes que prometer que vas a tener más cuidado, y sobre todo, que si te pasa algún accidente, no vas a cometer la tontería de ir a la escuela herida, Lu, por Dios.
Las aguas mansas pueden ser son mucho más peligrosas que las aguas bravas. Liam es muy tranquilo y pacifico, pero cuando se enoja, sí que es de cuidado. En tantos años de amistad, son poquísimas las ocasiones que lo he visto así, a veces, incluso me sorprende esta versión suya.
—Eso es verdad —agrega Freddy—. No jodas, Lucifer. Bien pudiste llamar a uno de nosotros para que te ayudara. Gracias a Dios te encontraste con rulitos y...
—¿Rulitos? —pregunta Rich, alzando una ceja.
Nuestro hermano mayor voltea los ojos.
—Gracias a Dios te encontraste con ella para que te ayudara —se rectifica, cambiando la especie de apodo que le ha puesto a la chica—. ¿Qué? ¿Por qué me ven así?
Andrés suelta un silbido.
—¿Una nueva conquista, Freds?
¿Freddy y Carolina?
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El Único Eclipse (HDP #1)
Storie d'amoreLa vida de Lucia Fernández no ha sido fácil; desde que nació, estuvo llena de desatenciones, de personas pasajeras entrando y saliendo de su entorno cercano, y de un Daniel Beckett que no se ha detenido con sus constantes insinuaciones y abusos haci...