—Tengo unas cositas qué decirte —comento, volviendo a crear una conversación entre nosotros.
—¿En qué problema te metiste esta vez?
—Qué mal concepto tienes de mí —le toco la frente con la intención de que dejara de arrugar sus facciones tan divinas—. No he causado ningún desastre. Lo prometo. ¿Quieres verlo?
—¿Verlo?
—Ujum —le dejo besitos cortos en los labios—. ¿Si quieres?
Todavía con cierta precaución hacia mis locuras, asiente con la cabeza lentamente. Yo aprovecho su distracción para bajarme de la encimera, una vez mis pies en el piso, él regresa a ser mucho más alto yo, con sus ojos azules viéndome desde arriba, distantes, demostrando que no le ha gustado en lo absoluto la idea de soltarme.
Doy media vuelta antes de escuchar alguna de sus quejas, apresurada y sumamente nerviosa por su reacción, levanto mi cabello, haciéndolo a un lado para que quede a la vista el nuevo tatuaje que yace en esa parte trasera de mi cuello.
No sé si son imaginaciones mías, delirios producto de un nerviosismo injustificado, pero creo escucharlo jadear. Se queda quieto por unos segundos, en los que me cuestiono seriamente si mostrarle el tatuaje hoy fue buena idea; lo hice porque quería que lo supiera por mí, no porque se lo encuentre de repente en mi cuerpo. Si bien ayer no se dio cuenta, fue producto de la especie de distracción que lo ha estado envolviendo durante esta semana, y de la cual he sido más consciente desde ayer.
De repente, dos de sus dedos tocan el relieve.
—¿Hace cuánto?
—Una semana —un suspiro de felicidad se me escapa cuando siento sus caricias tibias en la zona—. Es un eclipse —señalo lo que creo que le ha quedado más que evidente, pero no había encontrado otra excusa para continuar charlando—. Significa...
—Nosotros —termina por mí—. No es algo que se pueda deshacer.
—¿Por qué querría quitármelo?
—Porque estará en tu piel para siempre, Lucia —la forma en la que pronuncia mi nombre provoca que mis rodillas tiemblen, que mi sangre arda; me doy cuenta que a pesar de tantos meses juntos, sigo sin acostumbrarme a él, mucho menos a sus encantos—. Estaré sobre tu piel, siempre.
¿Cree en serio que eso viene desde el tatuaje?
Muerdo mi labio inferior.
—¿Te molesta?
—No, mi amor, no es eso —susurra, volteándome entre sus brazos para enfrentarlo cara a cara—. Solo me preocupa que un día te arrepientas de todo esto —sus manos vuelven a cogerme sin problemas para dejarme sobre aquella encimera nuevamente. Se coloca entre mis piernas, acariciándome los muslos con calidez, a pesar de lo helada que me dejan sus palabras—. No me hagas mucho caso, preciosa... Es solo que todavía no me hago a la idea de que eres mía.
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El Único Eclipse (HDP #1)
RomanceLa vida de Lucia Fernández no ha sido fácil; desde que nació, estuvo llena de desatenciones, de personas pasajeras entrando y saliendo de su entorno cercano, y de un Daniel Beckett que no se ha detenido con sus constantes insinuaciones y abusos haci...