Liam
Me quedo aquí, quieto, inmóvil. Sin siquiera revisar mi celular, porque no puedo hacer otra cosa que pensar en ese tipo, un completo desconocido del cual solo sé el nombre.
Eddie Johnson.
La veo dormir, y todo lo que se reproduce en mi cabeza es ese maldito nombre. Las ganas de partirle el alma aumentan más cada día, es sumamente difícil tener que controlarlas.
Lo único que me detiene es Lu, no quiero causarle más preocupaciones. Pero pasan los días, y no veo ninguna mejora en ella, come poco, habla menos, y se la pasa durmiendo. A veces no sé si despertarla para sacarla de la casa a tomar un poco de sol. Sin embargo, soy consciente que no podrá mantenerse mucho tiempo sin llorar, o sin lamentarse por lo mismo; lo que le hizo ese infeliz, y como la abandonó el otro idiota cuando más lo necesitaba.
A esos dos los odio casi con la misma fuerza.
Los gritos de Alma empiezan a inundar mis oídos, lo que quiere decir que su pequeña siesta se ha terminado. Estoy demasiado cansado, pero sé que si yo no voy a atenderla, lo más probable es que nadie lo haga.
Me levanto de la cama con cuidado de no molestar a Lu, y al salir de mi habitación, cierro la puerta para que la bulla no acabe por despertarla.
—Oye —me encuentro a mi hermana levantada, aferrada a la madera de su cuna—. Hola, mi despertador.
Ella se calla, su llanto ha causado que su pequeña nariz esté completamente enrojecida.
—Ven aquí —la cargo, balanceándola ligeramente—. Tranquila, ya no estás sola.
Alma se calma, haciéndome saber que solo lloraba porque despertó a solas en su habitación. Sigo moviéndola ligeramente en mis brazos, sin saber que otra cosa más hacer. En teoría, debería ponerme a jugar con ella para que no se aburra, solo que el cansancio me lo impide. Anoche me quedé hasta altas horas de la madrugada practicando unos platillos que tienen que salirme perfectos para mi examen.
Si no consigo una beca, puedo considerarme como arruinado.
Mis papás ya me han dejado bien en claro que no pueden pagarme la carrera. Mamá tiene mucho menos tacto cuando hablamos del tema, puedo soportar eso. Lo que no tolero son sus reclamos sobre mis decisiones. Ella hubiera preferido que fuera médico, abogado o un ingeniero; todo menos un chef.
En cambio, papá se muestra más orgulloso, pues compartimos el mismo amor por la cocina. Gran parte de lo que aprendí, fue por él.
Tal vez por eso me cuesta enojarme con él. Sé que debería, que no está bien lo que le hace a mamá, pero es algo por lo que no puedo condenarlo. Dentro de sus posibilidades, siempre ha intentado ser bueno con Kyle y conmigo.
Con Alma, las cosas son diferentes. A todos los miembros de nuestra familia nos costó aceptarla. Sobre todo a los que la trajeron al mundo.
—Oye —Kyle toca la puerta, acercándose—. ¿Has visto a papá?
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El Único Eclipse (HDP #1)
Roman d'amourLa vida de Lucia Fernández no ha sido fácil; desde que nació, estuvo llena de desatenciones, de personas pasajeras entrando y saliendo de su entorno cercano, y de un Daniel Beckett que no se ha detenido con sus constantes insinuaciones y abusos haci...