Me quedo pensando en las palabras de Jake.
Todas ellas rondan en mi mente, pienso en él, en C, en el mismo Charlie, y en Andrés.
¿Él se sentirá como Jake?
¿Necesita que le recuerde que lo quiero?
Andrés es muy importante para mí, por supuesto que lo quiero, más que eso, lo amo. Es una de mis personas favoritas en la vida, sin su apoyo incondicional, estaría completamente perdida.
—Hey —Andrés baja las escaleras de dos en dos, en su expresión demuestra que acaba de despertarse—. ¿Qué haces aquí a esta hora?
—Habla más bajo —le pido en un susurro para no despertar a Jake, con cuidado, muevo su cabeza hasta conseguir levantarme.
—¿Bebieron?
—Solo un poquito.
Es verdad, esas dos cervezas para mí no son nada, aunque para Jake, probablemente le signifiquen una pequeña resaca mañana.
—¿Me ayudas a llevarlo al cuarto? No quiero despertarlo.
Andrés se pellizca el puente de la nariz, frustrado con una simple petición.
—Lucy, no soy su niñera —me quedo viéndolo, esperando pacientemente a que cambie su respuesta—. No me mires así...
—Solo te estoy mirando.
—Sí, pues sigue sin ser muy justo. Tus ojos son hermosos —su halago le sale tan natural que ni siquiera se pone a pensar en el efecto que tiene sobre mí—. ¿Cómo coño lo muevo sin despertarlo?
Un poco acalorada por su repentino cumplido, intento buscar alguna respuesta rápida para no quedar en evidencia.
—Cárgalo —propongo—. Anda, tú eres un chico fuerte.
—Está bien, está bien.
Da la vuelta al sillón, sujetando a Jake de los brazos sin mucho cuidado antes de inclinarse y cargarlo sobre su hombro como un saco cualquiera.
—Carajo, Lucy, el chico es pesado.
Mi melocotón murmura algo inentendible para ambos. No entiendo cómo carajos se las ingenia para dormir de forma tan profunda con solo un par de cervezas. Me doy cuenta que mucho alcohol no debe de tomar, o por lo menos, no está acostumbrado a eso.
—Gracias, Andrés.
Veo su cara enrojecida debido al esfuerzo que hace mientras sube las escaleras con Jake encima.
Pobre, nunca puede dormir bien por mi culpa. Lo estoy arrastrando a mi miseria, lo sé, y de todas formas, no puedo dejarlo ir. Es una de las pocas luces que veo en este anochecer tan oscuro.
—Las cosas que hago por ti.
Deja a Jake en la cama sano y salvo, y yo aprovecho para cubrirlo con las sábanas, además de acomodarlo un poco mejor sobre el colchón, porque Andrés lo soltó como si fuera un maniquí. Si dormía el resto de la noche en esa posición, mañana despertaría con un dolor de cuerpo insoportable.
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El Único Eclipse (HDP #1)
Roman d'amourLa vida de Lucia Fernández no ha sido fácil; desde que nació, estuvo llena de desatenciones, de personas pasajeras entrando y saliendo de su entorno cercano, y de un Daniel Beckett que no se ha detenido con sus constantes insinuaciones y abusos haci...