Ethan.
Ella juega con los pétalos de la rosa blanca que le he traído.
—Ya le entregaron el cuerpo —me informa, sin despegar su mirada de la flor—. La entierran mañana.
Han pasado varios días desde que le hablé de la última víctima de Jackie. El tipo mata a mujeres cerca de su vecindario, y no se me pasó por la cabeza la idea de que pudiera conocerla.
Me aferro a su cuerpo suave. Acaricio sus mechones largos y bonitos, metiendo mis dedos entre ellos y jugando un rato, a diferencia de siempre que suelo tirarlo con mucha fuerza, ahora soy lo más delicado posible.
Con mi mano libre, recorro su espalda con caricias continúas en un intento vano por relajarla lo suficiente como para que descanse.
—Gatita, tienes que descansar un poco.
—Es que no puedo.
Beso su frente.
—Sigue intentándolo, yo estoy aquí contigo. No pienses en nada más, preciosa —sigo acariciando su cabello, y vuelvo a besarla en el mismo lugar una vez me invade la infinita necesidad de protegerla.
—¿Tú en serio crees que la conocía? Dime la verdad.
—Ya no pienses en eso. No puedes cambiar lo que pasó, Lu. Así que mejor no te obsesiones con eso.
—Es que no estoy obsesionada. Solo creo que ya son como cinco víctimas, y no hay una sola pista del sujeto.
—Eso no lo sabemos. Es mejor dejar que los detectives hagan su trabajo.
—¿Qué trabajo? —insiste.
Jalo su cabello.
—Preciosa, ya, basta —susurro, inclinándome para morder su labio inferior a manera de castigo—. Quita esas ideas de tu cabecita. No tienes que saber nada más de lo que ya sabes respecto al caso.
—Está bien.
Aflojo mi agarre al escucharla, ella inmediatamente vuelve a refugiarse en mi pecho como hasta hace un momento.
—Lamento no haber podido estar contigo estos días.
Mi trabajo es bastante pesado, y se pone peor por momentos. A veces hacemos muchas horas extra al mes, nuestros horarios están demasiado jodidos.
Lu nota que me he puesto tenso, acaba acariciándome la piel bajo la camiseta. Sus caricias siempre son bien recibidas, me siento increíblemente afortunado de ser yo el hombre al que ella puede y quiere tocar.
—Es por trabajo, lo entiendo —murmura, besándome el cuello.
Sus labios chocaron con mi pulso una sola vez, pero fue suficiente para dispararlo por completo. Si bien estoy seguro que no fue su intención, mi deseo es tan grande que cualquier pequeño detalle me pone muchísimo, incluso en estas condiciones.
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El Único Eclipse (HDP #1)
RomanceLa vida de Lucia Fernández no ha sido fácil; desde que nació, estuvo llena de desatenciones, de personas pasajeras entrando y saliendo de su entorno cercano, y de un Daniel Beckett que no se ha detenido con sus constantes insinuaciones y abusos haci...