Lucia.
Después de dos semanas, todo lo que he podido hacer es mirar nuestras fotos.
Aquellas que tomaba cuando estaba desprevenido, algunas incluso son de él durmiendo. Su expresión relajada era lo más bonito que había visto, tenía que tomarle una foto.
También tengo algunas de nuestras manos unidas, como cuando apoyaba la suya en mi muslo mientras conducía, y a veces yo la sujetaba minutos después.
Ahora, estas fotos son todo lo que tengo para recordar que lo nuestro no fue una mentira, una fantasía, o algún otro delirio de mi mente. Después de que se fuera sin siquiera darme la cara, podría llegar a pensar que todo lo que tuvimos, fueron solo cosas irreales sucediendo en mi cabeza.
Para él fue tan fácil irse sin decirme adiós.
Para él fue sencillo terminar con lo nuestro, en vez de quedarse y luchar por lo que teníamos. Porque por lo menos yo, pensé que era una mierda buena.
Tal vez nunca me amó.
No, eso no pudo ser mentira.
Me quería, puede que no tanto como él aseguraba, pero sí me quería, por lo menos un poco.
—Oye —Liam sacude mi pierna, sacándome de la especie de trance en el que me encontraba—. ¿Quieres que te traiga algo?
Niego con la cabeza, abrazándome a su almohada.
Él me trajo acá después de recibir la calificación de nuestro último examen. No me fue muy bien, pero considerando todo lo que ha pasado, pudo ser peor. Incluso me sorprende cómo es que fui capaz de levantarme de la cama e ir a la escuela a completar unas estúpidas respuestas en un papel.
Por lo menos ya se terminó.
—Lu —insiste—. ¿Quieres algo?
—No, gracias.
—¿Y si te traigo un helado de chocolate?
—No es necesario, Liam —me volteo para verlo a la cara, encontrándome de una vez con sus ojos miel, fijos en los míos—. ¿No es mejor que practiques para tu examen, en vez de estar perdiendo el tiempo conmigo? Es en un par de días.
—Estar contigo no es perder mi tiempo. Anda, no te he visto comer nada desde la mañana.
—Estoy bien, de verdad. ¿Tus papás no están? —le pregunto, en un intento por cambiar el tema.
—Mi mamá muy probablemente, pero nunca sale de su cuarto de igual manera —siempre siento que el estómago se me revuelve cuando me hace saber que alguien en el mundo no lo trata como se lo merece; peor aun si se trata de sus padres—. Y mi papá trabajando, o eso es lo que dice. Ya no sé si creerle.
Aprieto su mano casi sin darme cuenta.
—¿Crees que sea por...? —no tengo ni idea de cómo llamarla, a pesar de que no había forma de negar su existencia—. ¿La mujer con la que está saliendo?
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El Único Eclipse (HDP #1)
RomanceLa vida de Lucia Fernández no ha sido fácil; desde que nació, estuvo llena de desatenciones, de personas pasajeras entrando y saliendo de su entorno cercano, y de un Daniel Beckett que no se ha detenido con sus constantes insinuaciones y abusos haci...