No puedo quedarme ni un minuto más aquí. Entiendo su preocupación por mí, y se los agradezco. Pero les pido que me entiendan a mí, ahora, todo lo que necesito es alejarme.
Por favor, respeten eso y no intenten buscarme.
Acabo releyendo el mensaje que Liam nos ha mandado una y otra vez, todavía sin poder creerlo. A pesar de sus heridas, y de que ahora nos necesita más que nunca, se fue, lejos de nosotros, sin siquiera decirnos dónde, ni mucho menos cuando regresa.
—Necesita sus medicinas, la crema para sus quemaduras, comida, un lugar donde vivir —enumera Freddy, caminando de aquí para allá, lo escucho a lo lejos, a pesar de nuestra cercanía, su voz aparece como un eco—. No tiene ropa, ni dinero. ¿Cómo carajos va a sobrevivir?
—Tenemos que buscarlo —dice César, de acuerdo con él.
—Si nos necesita, volverá —Richard, quién es el único capaz de mantener la calma de todos nosotros, los contradice—. Él perdió a toda su familia y a manos de su propia sangre. Necesita estar solo e intentar sanar. Sé que les cuesta, pero respeten su decisión.
Estoy demasiado agotada mental y físicamente como para refutar eso. ¿Y cómo voy a hacerlo? Me muero por tener a Liam a mi lado, aun así, sé que Rich tiene razón.
A veces lo mejor que puedes hacer por las personas que amas es aceptar sus decisiones, incluso cuando estas te rompen el corazón.
Ahora eso es todo lo que podemos hacer por él, aunque dudo mucho lograrlo, apenas han pasado diez minutos desde que me enteré de su huida y ya siento que me voy a desvanecer por la impotencia.
Lo único que puedo hacer por Liam es rogarle a Dios, a los ángeles, y a quién tengamos que rogar por su bienestar.
—Lucifer —la voz de Richard me saca de mis pensamientos, me descoloca aun más encontrarlo sentado a mi lado—. ¿Quieres que te traiga algo?
Quita las lágrimas de mi rostro con una de sus manos. De inmediato percibo la suavidad de sus dedos, la delicadeza de su gesto.
—No, gracias —él intenta sonreír para tranquilizarme—. Lo siento, no he hecho más que llorar estos días.
—No pasa nada si lloras, es normal.
—¿Sabes que eso también es válido para ti?
—Lo haría si pudiera.
Nunca lo he visto llorar. Ni siquiera cuando su mamá murió.
—No elegí ser un insensible de mierda —señala, usando el cigarro que guarda detrás de su oreja para jugar con él entre sus dedos—. Solo he sido así, desde prácticamente siempre. Lo sabes.
Nos conocemos desde que éramos niños, y lo único que ha expresado con palabras es su amor por nuestra familia y su odio por el mundo. Sin embargo, cuando hace música, es como si se convirtiera en otra persona. Resulta abrumador todo lo que dice cuando cierra la boca y toca la guitarra.
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El Único Eclipse (HDP #1)
RomanceLa vida de Lucia Fernández no ha sido fácil; desde que nació, estuvo llena de desatenciones, de personas pasajeras entrando y saliendo de su entorno cercano, y de un Daniel Beckett que no se ha detenido con sus constantes insinuaciones y abusos haci...