Miro por la ventanilla todo el camino, tratando de aclarar mis pensamientos. Sus palabras, sus acciones y sus caricias se repiten en mi cabeza una y otra vez como una película dañada. No me hace bien seguir recordándolo, pero no puedo olvidarme de lo que ha sucedido, no funciona así.
Llegamos en unos minutos que terminaron sintiéndose como una eternidad completa. No tengo ni idea de cómo reaccionar cuando Ethan empieza a estacionarse, tal vez es porque sigo con un dolor de cabeza terrible, o porque estoy distraída a causa de lo guapo que se ve conduciendo.
—Gracias por traerme.
Él asiente, apenas mirándome. Está distante, me cuesta admitirlo, pero no me gusta que esté así conmigo, es extraño cuando hasta hace unas horas estábamos más cerca que nunca.
Es lo que yo escogí, lo sé.
Muerdo mi labio inferior como un débil intento de control. Es muy probable que después de hoy, no lo vuelva a ver. No creo que él me busque tampoco, así que esto es todo. Esto es todo lo que sucederá entre nosotros; una noche pasional frustrada y una mañana llena de arrepentimientos.
—Quiero hacerte una última pregunta —le digo.
Ethan me mira, los rayos de sol aclaran sus ojos azules más de lo que creí posible. Son muy bonitos, y la forma en que me ven consigue una infinidad de cosas en mi cuerpo que nunca podría confesar en voz alta.
—¿Por qué te quedaste conmigo anoche?
No parece pensarlo mucho.
—Porque dijiste que ibas a llamar a alguien más. No quería arriesgarme a que un tipo se aprovechara de ti en ese estado, es todo.
Mordisqueo mi labio.
—Gracias.
—No hay problema.
Debo irme ya, es lo mejor para los dos que me olvide de toda esa noche del infierno.
Intento salir del coche, en vano, porque en cuanto nota el movimiento de huida, él coge mi muñeca, reteniéndome.
Sus dedos son grandes, se mueven un poco, con suavidad sobre mi piel, hasta que está tomándome de la mano. Su agarre es firme, agradable, intenso.
Alzo la mirada, encontrándome a un hombre de metro noventa, tatuado, recién vestido, inclinándose hacia mí, buscándome, mirándome como un león que ya tiene a su presa acorralada.
Me ve con hambre, deseo, como si quisiera arrancarme toda la ropa ahora mismo y follarme hasta el olvido.
Y yo... presiento que estoy viéndolo de la misma manera.
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El Único Eclipse (HDP #1)
RomanceLa vida de Lucia Fernández no ha sido fácil; desde que nació, estuvo llena de desatenciones, de personas pasajeras entrando y saliendo de su entorno cercano, y de un Daniel Beckett que no se ha detenido con sus constantes insinuaciones y abusos haci...