—Dime si estás segura —susurra, con su nariz rozando la mía continuamente.
Veo la lujuria en sus ojos azules, la noto en cada centímetro de su cuerpo junto al mío, sobre todo en la dura erección que choca contra mi abdomen. Su deseo por mí es evidente, por mucho que trate de hacerlo a un lado con sus palabras.
—Sí. Quiero hacerlo. Estoy algo nerviosa, nada más.
—No tienes que estar nerviosa. Voy a ser cuidadoso. Lo prometo.
No puedo respirar bien por la forma pasional en la que me besa, atontada, hago un intento por corresponderle. Sus labios son tan suaves y ricos, igual que la primera vez que los probé, nunca he probado unos labios tan buenos como los suyos.
Su mano cálida acaricia el interior de mi muslo un segundo, y al siguiente, me toca sobre la tela frágil de las bragas. Las hace a un lado sin problemas, encontrándose directamente con mi clítoris para empezar a torturarlo.
—¿Quieres que haga que te corras? —pregunta en un susurro, acorralándome con la pared a mi espalda.
Sí, sí, sí.
—Responde —exige.
—Sí.
—¿Sí, qué?
—Sí quiero que... ah.
—Uhm —besa mi mandíbula—. No sé cómo tomar esa respuesta.
Grito.
Me armo de valor, intento coger su muñeca, pero él toma mis manos con su mano libre, y las deja sobre mi cabeza, usando la fuerza necesaria para inmovilizarme.
—Sigue follándome con tus dedos —susurro—, por favor.
—Bien —uno de sus dedos presiona el punto lleno de terminaciones nerviosas—. ¿Ves que todo es más fácil cuando no te pones terca?
Poco después, estoy corriéndome en sus dedos, tal y como había predicho. Mis piernas tiemblan al nivel que ya no pueden sostenerme, por lo que me aferro a su cuerpo hasta que las olas de placer terminan de destruirme y reconstruirme otra vez.
Ethan arranca la blusa, probablemente el muy bruto debe de haber roto algunos botones. La prenda yace en el suelo.
Sus ojos se pierden por mi cuerpo. Enfocándose en mis senos cubiertos por mi sujetador.
—Quítate la ropa, gatita.
Sí, mejor lo hago yo. Ya me di cuenta que él bien podría romperla.
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El Único Eclipse (HDP #1)
RomanceLa vida de Lucia Fernández no ha sido fácil; desde que nació, estuvo llena de desatenciones, de personas pasajeras entrando y saliendo de su entorno cercano, y de un Daniel Beckett que no se ha detenido con sus constantes insinuaciones y abusos haci...