—Viernes por fin —murmura Liam cuando el timbre suena, indicando nuestra salida—. Te lo juro, casi me quedo dormido en plena clase.
—¿Casi? —río un poco, moviendo su rostro mejor para apreciar la marca clara que había en su mejilla—. Esto te pasa por dormir sobre tus cuadernos.
—Alma tiene un resfrío, y para colmo mi papá se quedó trabajando muchas horas más de lo usual. En esta ocasión, no culpo a mi mamá por perder la cabeza.
—¿Y tú no piensas que eso del trabajo sea verdad?
—Últimamente tiene la cabeza en otro lado, parece un fantasma andando por la casa. Hay días en los que aparece casi al amanecer, y en vez de venir cansado, llega fresco como una lechuga. Como si ese trabajo le hiciera feliz —parece genuinamente avergonzado, le cuesta verme a los ojos—. No quiero faltarle el respeto, pero no puedo hacerme el desentendido, Lu. Se me hace que tiene un amorío.
Vaya, que putada. El matrimonio de los padres de Liam toda la vida ha sido muy disfuncional según sé. Siempre pelean, terminan, el señor Foster se habrá ido de su casa unas quince veces desde que tengo memoria, en una de sus idas y vueltas ha procreado a sus otros dos hijos junto a la mujer que es su esposa.
No soy quien para juzgarlos, pero debo de admitir que más de una vez me he preguntado cómo esos dos locos pudieron tener dos hijos tan buenos como lo son Liam y Kyle, su hermano. Espero que Alma sea igual que ellos cuando crezca.
—¿Qué vas a hacer?
Luce realmente mortificado. Liam es la persona más buena que conozco, no me imagino el conflicto moral por el que están pasando.
—No sé. Charlar con él por lo pronto. No quiero hablar mucho de esto, ¿De acuerdo?
—De acuerdo. Solo recuerda que estoy para escucharte, a la hora que sea. Puedes aprovechar una noche que Alma no te deje dormir y llamarme.
—Gracias, Lu —besa mi cabeza rápidamente para no interferir en los pasillos. Él mira a las personas que pasaban a nuestro lado—. ¿Nos vamos ya?
—Sí, solo dame un segundo. Tengo que ir al baño —cojo mi mochila de su hombro antes de escaparme por un rato.
Después de todo ese jugo de manzana necesito hacer pis.
El baño a esta hora está lleno, lo sé incluso antes de entrar. Tengo que hacer fila en uno de los cubículos por minutos enteros en los que busco distraerme con cualquier otra cosa para no pensar en una necesidad tan básica. Lo mismo debe suceder con las otras dos chicas que quedan adelante.
—¿Lucia? —me llaman, la voz me resulta conocida pero no logro identificar muy bien de quién se trata hasta que volteo a mirar—. Hola, soy Carolina, ¿Me recuerdas?
—Claro —sonrío al verla; la chica es muy bonita, luce mejor que la última vez que la vi, evidentemente, porque estaba llorando—. ¿Cómo estás?
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El Único Eclipse (HDP #1)
RomanceLa vida de Lucia Fernández no ha sido fácil; desde que nació, estuvo llena de desatenciones, de personas pasajeras entrando y saliendo de su entorno cercano, y de un Daniel Beckett que no se ha detenido con sus constantes insinuaciones y abusos haci...