Capítulo 38

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Capítulo 38:
❝El patético amigo de una patética niña❞

   En el camino no encontraba qué decir para librarse de Shirakumo Oboro. Él estaba dispuesto a llevarla a su casa, pero si hacía eso se daría cuenta que vivía en un barrio de mierda, y además que su papá era una mierda. Cuando llegaran su padre iba a echarlo de casa y la pondría a entrenar otra vez.
   Cuando Recovery Girl le dijo que le iba a dar permiso de regresar a casa, Kana había planeado vender sus pesas y pagarse un hotel.
   —No me iré a mi casa, Oboro —confesó finalmente, deteniendo sus pasos y apretando sus manos en puños a los lados de su cuerpo—. Es por estar en mi casa que estoy así.
   —¿Qué?
   —Es mi padre quien me obliga a explotar mi cuerpo y mi quirk... Si voy a casa me obligará a entrenar otra vez... Perdón por no decírtelo antes y hacerte perder tiempo. Agradezco mucho tus buenas intenciones, pero ahora me iré a un hotel a dormir un rato.
   El muchacho nube se acercó a ella y le sujetó las manos.
   —¡Pudiste decir eso antes, Kana! —reclamó firmemente, frunciendo el ceño, pero sin perder ese aire de gentileza y simpatía que rondaba a su alrededor— Ven conmigo, te llevaré a mi casa.
   —¿Ah?
   —Te dejaré dormir en mi nube y te prepararé algo de comer. Te despertaré cuando sea tarde, pero puedes quedarte a dormir si lo necesitas, no creo que a mi madre le moleste.
   La joven Kana sonrió de lado.
   Era lindo tener a alguien que se preocupara por ella de manera genuina.
   Luego de ese día Oboro se declaró el cuidador oficial de Kana. Le recordaba comer, tomar agua, la ayudaba a escabullirse de clases para que pudiera dormir un rato...
   ¿Y qué hizo su padre cuando lo supo?
   Se lo arrebató.
   No del todo, claro. Le dio a Kurogiri en su lugar.
   Siempre se dijo que era su culpa que aquello acabara así...
   Pero cuando vio que ya no había vuelta atrás se dijo que iba a tratar bien a Kurogiri cuanto pudiera.
   Ahora volvía a sentirse culpable por las decisiones de su padre en beneficio a ella y Tomura... a Tomura más que ella.
   Kurogiri fue capturado.
   Gigantomachia había causado un destrozo proporcional a su tamaño: colosal. Pero ese no era su problema, lo que le afligía era que Kurogiri había sido capturado e inmediatamente apresado.
   ¡Apresado!
   ¿Qué iba a hacer ella sola con toda la Liga? Sí, los quería, se declaraba así misma como la mamá del grupo, ¡pero Kurogiri tenía ese puesto desde antes que iniciara la Liga! Ella es la hermana mayor de Tomura, su padre es el maestro de Tomura, ¡Kurogiri era la madre de la familia antes que ella tomara ese puesto! Además, ¿quién iba a prepararle los tragos ahora?
   ¡Y además Gigantomachia!
   ¡El hijo de puta de Gigantomachia!
   Lo había derrotado, sí, más tarde que temprano pero mejor tarde que nunca. Pero aún tenía un trauma con él. No podía verlo y no pensar en eternas palizas nocturnas que la dejaban tendida en el piso con un pulmón perforado y el cuerpo lleno de sangre.
   Pero debía lucir valiente.
   —Tu padre me dijo que necesitaban mi ayuda —le habla, sin verla al rostro—. Bueno, el mensajero de tu padre.
   —Estamos bien, gracias.
   —Quiero conocer al sucesor del ideal del maestro.
   —Yo soy la sucesora —sentencia, y flota a su altura para enfrentarlo cara a cara—. Yo soy Shigaraki Kana, sucesora y heredera del All For One: su quirk y su ideal son míos. Yo soy la cabeza de la Liga.
   —Mientes —gruñe, entrecerrando sus ojos—. Tú eres su hija, pero él nunca te confió ni su quirk ni su ideal. No eres tú el contenedor que él anhelaba que fueras, eres fuerte, pero no eres lo que él esperaba.
   Kana frunció el ceño, apretó sus manos y se mordió los labios.
   —Estás equivocado. Yo soy la heredera y sucesora, y puedo demostrártelo: enfréntate a mí ahora y te lo probaré.
   —Sé que eres fuerte, niña. Pero no eres su sucesora, no eres quien el desea como el contenedor de su ideal. Muéstrame al verdadero sucesor y deja que lo ayude a lograr su objetivo.
   Toda la vida la había ofendido terriblemente que su padre no la viera como el contenedor adecuado. La había tratado como uno, la había entrenado para ser uno, la había explotado en cuerpo y alma para prepararla, para volverla un envase adecuado.
   Solo para botarla por un daño que él mismo causó.
   —Él aún no está listo —masculle, y gruñe bajito—. Deja que lo prepare y te lo presentaré.
   —Me alegra que lleguemos a un acuerdo, Shigaraki Kana.
   Y el mounstro se retiró de ahí.
   Kana gruñe bajito mientras se rasca la cabeza, llena de frustración.
   Y se enfada.
   Genuinamente se enfada.
   ¿Por qué ella no era el contenedor adecuado?
   Escupe dos pesas de oro y las lanza al cielo. Las atrapa entre sus manos y las sujeta con fuerza, con intensidad.
   Y golpea el árbol delante suyo.
   Este se estremece, tiembla. Ramas y pinos caen al piso y cuervos vuelan asustados.
   Golpea una y otra vez. Puño tras puño.
   Su rabia solo aumenta con cada golpe.
   Ella quería ser el contenedor que su padre anhelaba.
   Ella quería ser quien continuara el ideal de su padre.
   Exhala y gruñe con fuerza.
   Ama a Tomura.
   No está enojada con él, está enojada con su padre.
   Con el señor Shigaraki.
   Había desperdiciado quince años de su vida entrenando, partiéndose el culo para ser fuerte.
   ¿Para qué?
   Para ser descartada como basura.
   Siente ganas de vomitar.
   —¡Bastardo hijo de puta! —grita con todo lo que puede— ¡Pendejo malnacido! ¡Imbécil de mierda! ¡Perro avaricioso! ¡Te odio, hijo de puta! ¡Te odio!
   Arroja sus aros con fuerza al piso, estos se clavan, se hunden, incluso rompen la tierra. Los recupera.
   —¡Malnacido baboso! ¡Cabeza hueca bastardo!
   Arroja los aros a la piedra. Esta se rompe. Crea otros aros.
   —¡Ojalá te mueras y te pudras en la cárcel, abusador mal padre hijo de puta! ¡Muérete!
   Los lanza una vez más.
   Dabi y un héroe esquivan a duras penas.
   —¿Interrumpo algo? —murmura el de ojos turquesa, afligido por ver a Kana tan furiosa. Había asumido que nunca la vería así, que ella era demasiado buena y gentil para entrar en tal estado.
   Pero se equivocaba.
   Kana levanta su mano al frente, indicándole que se detenga.
   Les da la espalda y se adentra entre los inmensos árboles del bosque.
   Lo siguiente que escuchan los dos varones es un grito que asusta a los pájaros y los hace volar agitados.
   Pocos segundos después la mujer sale del bosque. Lleva el cabello despeinado, pero su rostro luce brillante. Su mirada es gentil, su sonrisa cálida.
   —Bien, ¿qué pasa?

The Bad Guy ;; BNHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora