Capítulo 57

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Capítulo 57:
❝Un mito vuelto realidad❞

   Llega al área de la piscina y busca de inmediato la maraña naranja que llevaba Mito como cabello desde que lo conocía. Lo encuentra rápidamente, sentado en una de las sillas blancas de playa, viendo su celular y con una bebida en manos.
   Se acerca a él lentamente, pensando aún sus palabras.
   —Hey.
   Él levanta la mirada para encontrarse con aquellos intensos ojos ámbar que no ha olvidado a pesar de los años. Se pone de pie rápidamente mientras le sonríe.
   —¡Llegaste! —exclama.
   —Sí, bueno... creo que nos debíamos una explicación...
   —Siéntate conmigo —invita, tomándole la mano y cediendo su espacio en la silla, él tira otra y se sienta a su lado, encarándola—. Tu rostro no ha cambiado en años, es sorprendente, ¡y luces tan fuerte! Y has crecido tanto. Dios, siento irreal encontrarte luego de todos estos años, ¿vienes con tu padre? Dime que no.
   Ella ríe bajito, luce genuinamente feliz de verla. De jóvenes sus personalidades contrastaban mucho, lo que los volvía complementos perfectos. Él hablaba mucho, siempre era muy activo y positivo, nunca dejaba de sonreír y se tomaba la vida con calma. Ella era muy callada, reservada, un poco pesimista y muy objetiva, siempre seria y algo distante, eternamente cansada gracias a sus pocas horas de sueño.
   —Papá está en la cárcel ahora.
   —Oh... lo siento.
   —No. Está bien. Era un tipo malo... está donde debe estar, y ahora no me molesta, así que todo bien.
   —Ya... me alegra verte tranquila.
   —Me alegra estar tranquila.
   —Los sujetos que estaban contigo, ¿son tu familia?
   —El de cabello celeste es mi hermano, papá lo adoptó hace un tiempo ya y yo cuido de él desde que llegó a casa. El rubio es solo un amigo de la familia.
   —¿Y la niña?
   —Es mi hija.
   —¿Te casaste?
   —No —ríe, negando con la cabeza—, es hija de un... "amigo". Él está preso ahora, porque la trataba mal, así que empecé a cuidar de ella. Me quiere mucho, y yo la quiero. Lleva mi apellido, así que es mi hija.
   —Ya. Tiene sentido.
   Guardan silencio unos momentos.
   —¿Qué te pasó ese día? Te vi morir. Yo... te vi caer al piso, incluso busqué tu pulso y- Bueno, ya sabes.
   —No fue... muerte. Hay una condición en la que el pulso y la respiración disminuyen al punto de volverse indetectables... Aún no saben qué me pasó, pero caí en coma como por dos años o un poco menos. Ya no pude ser un héroe, al parecer mi quirk se dañó o algo así... les pregunté a mis padres donde estabas, ellos dijeron que solo llegaste un día a dar tus condolencias y luego no volvieron a verte. Intenté buscarte en la Academia, pero al parecer ya te habías graduado.
   —Yo... sabía que estabas en estado crítico, y creí que iban... a rendirse. Nunca me dijeron nada. Lo siento, si lo hubiera sabido habría estado a tu lado esos dos años.
   —Nah, no hacía falta, Kana —pasa su brazo sobre sus hombros y colocando una mano sobre su cabello, a lo que ella ríe—. Debías concentrarte en tu carrera y eso. ¿Cómo te fue?
   —Ni tan bien. Luego de graduarme se me dañó el quirk. Ya sabes que antes me lastimaba usarlo más de treinta minutos, ahora me lastima solo usarlo. Mi cuerpo se vuelve delicado y sufro hemorragias y cosas así muy feas...
   —Oh, lamento oír eso. Supongo que no ejerces.
   —No... pero no me molesta. No es como si quisiera ser una héroe, ¿sabes? Estaba ahí por papá nada más. Ahora trabajo en un bar. Estoy ganando bien, como puedes ver —y ríe bajito—. ¿Y tú qué haces?
   —Sinceramente, no mucho —ríe también—. Mamá y papá me dejaron su agencia y, aunque no soy un héroe, administro todo y me encargo de todo. Es... divertido. Te gustaría, ¿quieres intentarlo? Recuerdo que eras buena con los números.
   —No... no es mi estilo —masculle, arrugando la nariz—. Igual gracias.
   Vuelven a guardar silencio. Una mesera se acerca a ambos, lleva dos bebidas en una bandeja, Mito las toma y da las gracias. Ofrece una a Kana, quien la toma de inmediato, no había tenido un trago desde que Kurogiri no estaba ahí, le hacía falta.
   —Te extrañaba mucho, Kana —se sincera, viendo al piso—. Yo... bueno, sonará cursi y... cliché, pero no dejé de pensar en ti en mucho tiempo. Cada vez que pensaba en ti pensaba en una chica fuerte, algo aterradora, pero muy linda. Cuando desperté lo primero en lo que pensé fue en tus ojos, al dormir recordaba tu mirada y- Dios, quizás estoy siendo muy intenso —ríe y se pasa una mano por el cabello, sus mejillas pálidas están tan rojas que sus pecas se esconden un poco, desvía la mirada otra vez—. Disculpa, aún no sé cómo callarme.
   —Está bien —sonríe, y reposa la cabeza en su hombro—, es lindo que me digas eso. Hace mucho nadie me hablaba así... y me gusta oírte hablar. Yo... yo tampoco dejé de pensar en ti... Pero eso que te pasó es culpa de mi papá, aún si él ya no está conmigo yo sigo llevando una vida... peligrosa. En serio me alegra volver a verte, pero creo que será la última vez que pase. Es lo mejor para ti.
    —Yo no te odio por lo que me pasó, Kana. Y tampoco odio a tu padre, pero si no quieres volver a verme entonces está bien —coloca una mano en su cabello otra vez y la despeina un poco—. Fue genial volver a encontrarte. Sigamos en contacto, ¿sí?
   —Claro.
   Se miran a los ojos por largos momentos. Los de él eran grandes, redondos, de pequeñas pestañas naranjas como sus rizos, brillantes. Los de ella eran rasgados, alargados, de largas pestañas negras y de pupila afilada como un gato.
   Él le sonríe.
   Ella le sonríe también.
   Sus rostros se acercan poco a poco.
   Sus labios rozan.
   —¡Mamá!
   El seguro beso es interrumpido por la chiquilla de cabello blanco y un pequeño cuerno, los adultos se separan rápidamente.
   —¿Qué pasa, linda? —sonríe Kana, dejando a un lado su bebida para cargarla en brazos.
   —Nada, te extrañaba —sonríe la niña, abrazándose a ella.
   —Está bien. Eri, este es Nakagome Mito. Mito, ella es Jakimioto Erina, mi hija.
   —Un gusto —dice el pelirrojo, extendiendo su mano para estrecharla. La pequeña así hace.
   —¿Dónde están tus tíos?
   Señala hacia el pasillo que llevaba a la piscina. Kana gira el rostro y divisa de inmediato a sus aliados escondiéndose detrás de una maceta.
   —Están celosos —acusa muy bajito.
   —Oh, ya veo —asiente con la cabeza, e intercambia miradas con su hija—. Ve y diles esto.
   Susurra en su oreja y la deja en el piso, ella sale corriendo hacia el lugar donde están todos los varones, quienes asoman nuevamente al verla llegar.
   —¿Qué pasó? —murmura Dabi.
   —Dice mi mamá que la miren atentamente.
   Hawks, Dabi, Mr. Compress, Spinner, Toga y Twice miran a su líder.
   Y sus mandíbulas se cayeron al piso cuando la vieron besar al pelirrojo.

The Bad Guy ;; BNHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora