Capítulo 46

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Capítulo 46:
❝El actual festival cultural❞

   Y ahí estaba nuestra disfuncional familia. Kana cargaba en sus hombros a Eri, a quien le había cambiado la apariencia a una chiquilla de largo cabello negro y grandes ojos grises, escondiendo además su cuerno; Tomura iba detrás de ella, sujetándole la camiseta, llevaba la ya acostumbrada apariencia de cabello negro sobre el rostro y piel clara y suave. Kana iba con su rostro natural, su cabello peinado en trenzas y con una corona de flores, vestía un jersey de color beige oscuro por dentro de una larga falda de color negro. Kyoden iba con ellos también, llevaba el cabello despeinado, hacia abajo, y cubría sus ojos con gafas de sol.
   Y, claro, Keigo los acompañaba. Sorprendentemente, Keigo los acompañaba. Kana estaba encantada con su presencia, Tomura no tanto. A Eri no le molestaba, el sujeto claramente le caía bien a su mamá, y eso era suficiente para que le cayera bien a ella también. Kyoden le era indiferente.
   Se detuvieron delante de un puesto de manzanas acarameladas, pues era lo que Kana le había prometido a Eri y la razón principal por la que habían llegado a ese lugar.
   Pregunta el precio.
   —Son setenta y cinco yenes cada una. ¿Cuántas quiere?
   Ella sonríe y asiente mientras saca su monedero, era una pequeña cartera de cuero negro con un paisaje de flores de cerezo. Iba a comprar una manzana para cada una, eran en total trescientos setenta y cinco yenes, no era mucho, debía tener suficiente a pesar de haber estado gastando de más últimamente: el remodelaje, la ropa para sus aliados, la comida, las cuentas, las telas para la ropa de los dos chiquillos a su cargo, el transporte... Sí, era mucho dinero gastado, pero no había forma que no tuviera trescientos miseros yenes, juraría haber visto un billete de mil ahí dentro.
   Abrió su monedera.
   Una misera y solitaria moneda de cincuenta se removió dentro de esta.
   Sus ojos se abrieron con horror al ver tal cosa. ¿Dónde estaba su billete? Lo había visto ahí al bajarse del taxi, lo juraría. Estaba ahí cuando se bajó, estaba ahí cuando colocó a Eri entre sus hombros. Vio ese billete, lo palpó con sus dedos y lo extendió delante suyo para ver el valor, no podía ser verdad que no estaba ahí.
   —Señora, ¿cuántas quiere? —repite el muchacho.
   —Ja, sí, verás. Creo que-
   —Dame cinco —interrumpe Keigo.
   —¡Takami-kun!
   El joven las sirve y da una a cada una. El rubio lo paga todo con una moneda de quinientos.
   Cuando se alejan Kana baja a Eri de sus hombros para ofrecerle una reverencia.
   —Muchas gracias. Muchas gracias. Lamento mucho eso, de verdad creí que tenía la capacidad de pagar por los cincos. Gracias, perdón por las molestias, de verdad perdón. Prometo pagarte en cuanto pueda.
   —Hey, está bien —sonríe él—. Son solo trescientos yenes, haría esto por cualquiera. No le des muchas vueltas.
   —Aún así, muchas gracias —suspira una vez más, irguiéndose por fin y volviendo a colocar a Eri en sus hombros—. Esto de ser madre soltera es de verdad más caro de lo que esperaba.
   —No tienes que ser madre soltera, idiota —masculle Tomura, rodando los ojos.
   —El tío Tomu tiene razón —concuerda Eri, asintiendo con la cabeza y dando una mordida a su manzana llena de caramelo—. No tienes que estas soltera. Cásate con Takami-san.
   —¿Ah?
   —¡Excelente idea, Eri!
   —No, espera. No puedes-
   Las palabras de Tomura son interrumpidas.
   —¡Jakimioto-san! —un emocionado brócoli corre hacia ellos— Jakimioto-san, que gusto verla por aquí. ¿Cómo se encuentra?
   —Muy bien, Midoriya-kun —responde, sonriendo ampliamente—. ¿Cuál es tu puesto? ¡Quisiera verlo de inmediato!
   —Fue un concierto —explica sonriendo—. Lastimosamente, la presentación ya terminó. Hace unos minutos.
   —Ah, que mal —se lamenta, frunciendo los labios—. Parece que nos lo perdimos por ver el concurso de belleza.
   —¿Estuvo bien?
   —¡Sí! Fue muy divertido, ¿verdad que sí, muchachos? —sus acompañantes sonríen y asienten— De verdad me gusta mucho este festival, ¡la pasé muy bien en el mío! Espero que tú la estés pasando igual de bien.
   —¡Sí! ¿Y ella quién es? —pregunta, refiriéndose a la chiquilla que come una manzana— ¿Es su hija?
   —Sí —y asiente con la cabeza—. Ella es Jakimioto Erina. Y él es mi sobrino Jakimioto Kyoden.
   —Encantado —saluda con la mano a la chiquilla. Extiende su mano hacia Kyoden, esperando que esta sea estrechada.
   Los intensos ojos del muchacho observan la mano que es extendida hacia él. Observa sus cicatrices. De inmediato observa también el color de su cabello y ojos, observa esa molesta sonrisa.
   —Aléjate de mí, extra.
   Los ojos de Kana se abren con sorpresa al oírlo pronunciar tales cosas con tal tono de voz. Midoriya luce igual de sorprendido.
   —Kacchan...
   —¡Kyoden! —regaña Kana de inmediato, sujetándole el brazo para cambiar el color y la forma de sus ojos, aprovechando que estos son cubiertos por los espejuelos oscuros— Quítate esas cosas y pídele perdón. Discúlpalo, por favor, todos en mi familia son unos malcriados consentidos y no saben cómo interactuar normalmente con los demás.
   —Hey —gruñe Tomura.
   Kyoden se sacas las gafas mientras gruñe bajito. Midoriya baja la guardia cuando ve ojos tristes y redondos, almendrados, color ámbar, en lugar de rasgados ojos llenos de rabia con iris rojo carmín.
   —Perdón —gruñe, y estrecha la mano que aún está extendida—. No me gustan las personas tan animadas.
   Kana se encuentras sorprendida al verlo decir más de dos palabras y formar una oración coherente. Creía que le había rostizado el cerebro, pero al parecer solo tenía un voto de silencio voluntario.
   —Uhm, no... está bien —sonríe el brócoli, pasando una mano por su nuca—. Estoy acostumbrado. Solo... me recordaste a alguien más.
   —No te lo pregunté.
   —¡Kyoden, maldita sea! —regaña, y le sacude el brazo—. Discúlpalo, en serio. Es un idiota de mucho cuidado.
   Izuku la tranquiliza, asegurándole que no importa, pero excusándose de inmediato con que debe irse.
   Corre al baño y se encierra en uno para llorar a gusto. Está viendo a Katsuki en todos lados, todo le recuerda a él.
   —Eso fue peligroso, ¿no? —murmura Keigo.
   Kana sonríe de lado y enarca una ceja.
   —Lo sería si fuera un chico listo.

The Bad Guy ;; BNHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora