Capítulo 64:
❝Su Majestad❞—¿Por qué llevaste a Ino y Ryōsoku y no a mí? —reclama Dabi cuando ha terminado de entrenar con Kana.
—Tú no hubieras podido en contra de todos ellos —ríe Ryōsoku, quien trepa un árbol.
—Pero Ino no hizo nada. Yo hubiera podido usar su lugar.
—Estaba para darle apoyo moral a Ryō —reclama Ino, mientras intenta tallar algo en madera. Tiene el cabello hacia atrás, y usa gafas redondas. Se ve muy concentrada en lo que hace—. Ella y yo somos como un equipo, ¿verdad, bebé?
—Claro, amor —la gigante está ya bastante arriba. Congela la rama en la que va a apoyar su peso esperando que esta no se quiebre, y poco a poco arrastra su cuerpo.
—¿Qué haces ahí arriba? —reclama el muchacho.
—Rescato un pajarito —explica, señalando su cabeza. Se arrastra muy lentamente, y ya casi al borde irgue su cuerpo un poco. En su cabello descansa un pajarito sin plumas que chilla insensantemente, lo toma entre manos y lo coloca cuidadosamente en el nido—. Bien. Ahí está mi buena obra de la semana.
—¿Cómo piensas bajar?
Ella ríe y simplemente suelta la rama, dejando su cuerpo caer. Kana frunce los labios y cierra los ojos, sin ganas de ver la caída. Pero el cuerpo de Ryōsoku no impacta duramente en contra del piso, lo que cae es una masa rojiza claramente caliente, que pronto se enfría y vuelve a ser la gigante mujer.
—No me retes, niño, yo podría darte clases de como usar ese patético quirk tuyo —ríe burlesca, enarcando una ceja.
—No pienso enfrentarme a ti, tú me das miedo —y casi inconscientemente se esconde detrás de Kana, esperando que ella lo proteja—. Además, le arrancaste el ala a Hawks.
—Y me la comí —presume orgullosa, acurrucándose a su altura.
—¡Te comiste su ala!
—Cruda.
—¡Cruda!
—Ya, ya, ya. Basta —suspira Kana. Ryōsoku se aleja de inmediato para apoyarse en un árbol—. No te llevé conmigo porque tu misión es más importante y más riesgosa. Eso quieres, ¿no? Peligro y adrenalina.
—¡Sí!
—Genial. Lo obtendrás, chico malo. Solo ten un poco de paciencia.
—Ugh —gruñe y rueda los ojos—. Paciencia.
—Por cierto, ¿cómo conociste a Hawks? —pregunta Ino, dejando la madera unos momentos para descansar. Lleva como cuatro horas intentando tallar solo Dios sabe qué.
—Era compañero mío en el kinder y primaria.
—¿Acabaste la primaria? —inquiere Ryō, claramente sarcástica.
—No... se supone que morí antes de eso.
—Espera —la gigante ríe—. Entonces, ¿no sabes leer?
—Claro que sé leer, y escribir —gruñe, frunciendo el ceño—. También sé hacer matemáticas... básicas.
—¿Cuánto es cuatro por siete, Dabi?
—Es... —cuenta con los dedos en los bolsillos—, ¡veintiocho!
—¿Y siete por cuatro?
—Es veintiocho también, Ryōsoku, no soy retrasado.
—¿Cuánto es nueve por siete?
Frunce los labios y la ve directo a los ojos mientras cuenta.
—¡Sesenta y tres!
—¿Doce por doce? —reta, enarcando una ceja y cruzando los brazos.
—Bueno, ¿qué gano respondiéndote? No necesito matemáticas para ser un buen villano, muérete.
Ryōsoku ríe y arruga la nariz.
—Puedo darte clases, niño.
Sus ojos se abren con sorpresa y gira a ver a Ino, quien ha vuelto a su madera.
—Tu mujer me está coqueteando, Ino.
—No, imbécil —ríe, y se acerca a él—. Soy maestra, Ino y yo somos maestras... éramos. Yo daba clases de secundaria y tutorías privadas, Ino es maestra de primaria.
—¿Eran maestras? —repite, sorprendido— ¿De niños? ¿Qué les pasó?
—No importa ahora, ¿quieres aprender o no?
—Digo... sí —y asiente con la cabeza.
—No se diga más. Te daré clases a partir de mañana en la tarde, así que llega a la guarida.
—¡Bien!
—Hey, Ino, ¿tú podrías darle clases a Eri? —murmura Kana, acercándose a la mujer.
—Claro —accede de inmediato—. Tengo menos tiempo libre que Ryō, porque trabajo en la noche, pero puedo venir luego del almuerzo un par de horas, ¿es suficiente?
—Sí, solo quiero que aprenda algo mientras preparo sus papeles para meterla en la escuela.
—Seh, puedo hacer eso. Déjamelo a mí.
—Genial, gracias.
Una cuarta presencia interrumpe en medio de la noche.
—Hey, ¿interrumpo algo?
—Hola, pajarraco —saluda Ryōsoku, viendo a Hawks—, ¿disfrutando tus vacaciones?
—Déjame en paz —reclama, frunciendo el ceño. Tiene el brazo enyesado, un collarín en el cuello y la nariz cubierta por gasas sostenidas por tirro médico, en su espalda se ve nada más una pequeña ala, y al lado una protuberancia muy pequeña con un par de plumas que no puede llamarse ala—, esto no era parte del trato. Me arrancaste el ala, de milagro no me lastimaste la columna o el sistema nervioso y me dejaste tetraparaplégico. Me quebraste el brazo y me fracturaste la nariz, además me dislocaste el cuello.
—No es mi culpa que tengas un cuerpo frágil que no aguante nada —reclama, enarcando una ceja—. Eres un héroe, ¿no? Deberías ser más fuerte, mira a Endeavor nada más. Acabaste así por tu propia culpa.
—Ya, ya, déjalo —ríe Kana, y se acerca a Keigo—, ¿quieres que sane todo eso?
—¿Puedes?
—Claro.
Coloca una mano en su frente y un alivio inmediato recorre el cuerpo del héroe. En pocos segundos sus dos alas han vuelto y ya no le duele nada.
—Oh, gracias —suspira.
—Quiero quitarte el yeso —avisa Ryōsoku, acercándose a él.
—¿Qué? No. Ni se te ocurra —reclama, volando para alejarse de la mujer—, no te acerques a mí, salvaje.
Ella ríe burlesca y corre hacia él.
La esquiva torpemente hasta que por fin decide elevarse unos tres metros para que ella no pueda alcanzarlo fácilmente.
Pero la subestima.
Ryōsoku salta. Salta alto. Sus dedos rozan sus zapatos antes que pueda volar más alto. La mujer ríe y exhala denso aire frío. Pronto siente peso debajo de él, hay hielo acumulándose en sus suelas, cada vez más y más. Pesa mucho, y sus alas no parecen ser tan fuertes, está dando todo en ellas para poder volar lejos de la gigante, pero el hielo poco a poco lo acerca al piso.
Antes de darse cuenta está cara a cara con la gigante, quien muestra sus enormes colmillos.
—¡Moto-san! ¡Ayuda! —suplica, intentando alejarse de ella, pero su brazo antes roto es sujetado con fuerza y firmeza.
—No le comas el brazo, Ryō —suspira Kana, y ríe bajito—, ni ninguna parte del cuerpo.
—A la orden, jefa.
Hawks cierra sus ojos, esperando su muerte.
Pero Ryōsoku solo pasa su dedo por el yeso y este cae. Lo atrapa en la otra mano. El hielo en las suelas de sus zapatos desaparece, y la rubia derrite el yeso.
—Solo quería derretir algo —ríe, y le despeina el cabello.
Suspira de alivio y se deja caer al piso. Esa mujer le da demasiado miedo.
—¡Mira! Terminé —Ino se levanta de su lugar y corre hace Ryōsoku.
—¿Qué es? —inquiere Kana.
—Es un corazón —indica, orgullosa. Ryōsoku muestra el tallado, es tosco y torpe, pero se entiende fácilmente su forma.
—¿Pasaste como cinco horas en un corazón?
—¿Tienes algún problema con eso? —gruñe la más alta, mostrando sus colmillos.
—No...
—Eso pensé.
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The Bad Guy ;; BNHA
Fanfiction❝¿Conoces a la persona de corazón podrido?❞ La historia de una patética muchacha que busca diversión y poder, y además dispuesta a cuidar de su hermano aunque le cueste la vida.