Capítulo 54

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Capítulo 54:
❝El relleno playero, pero ahora hotelero❞

   —¿Les gusta? —inquiere Kana mientras abre la puerta de su habitación y deja pasar a su hija y a su hermano.
   —¡Es tan grande! —exclama Eri, corriendo a una de las dos camas en la habitación— ¡Genial!
   —Está bien —masculle Tomura, acercándose a la otra cama y sentándose en ella.
   —Te traje guantes para que no debas preocuparte de tocar nada —indica, sacando la prenda mencionada de su maleta. Eran guantes que dejaban solo dos dedos descubiertos, Tomura los usaba para dormir sin preocuparse por tocar la cama o las sábanas.
   —Gracias...
   En la habitación de la derecha se preparaban para dormir Keigo y Dabi.
   —Tú claramente le gustas a ella y no haces nada al respecto —reclama el de cabello negro, arrojándole una almohada al rostro con todas sus fuerzas—. Si esa mujer estuviera coqueteando CONMIGO, ya la tendría buscando un vestido de novia y le avisaría a Eri que tendría, MÍNIMO, siete hermanos. MÍNIMO.
   —No creo gustarle. Ella es así con todos, ¿no lo ves? Es su naturaleza ser gentil. No me está coqueteando ni nada...
   —No, no, no. Tú hazme caso. Le gustas. Aprovecha eso.
   —Creo que sé decir cuando le gusto a una chica, y a Kana no le gusto. No me trata diferente a como trata a Shigaraki, o a ti, o a Ryōsoku e Ikeda-san... si, me sujeta el brazo, pero eso es todo, eso no significa nada, quizás le gusta la textura de mi chaqueta.
   —Además de las alas, también tienes cerebro de pájaro, ¿no?
   —Cállate y duerme.
   Regresando a la habitación de nuestros protagonistas...
   Eri y Tomura se habían quedado plácidamente dormidos unos momentos luego de sus cabezas tocar sus almohadas, por lo que ahora nuestra madre soltera favorita se sacaba la ropa y se dejaba hundir poco a poco en la tina con agua caliente y burbujeante, con el cabello cubierto por un gorro de baño y untado en un tratamiento para reparación y a saber qué más, mientras tomaba una copa de vino y comía un pastel de chocolate.
   Solo Dios sabía cuánto necesitaba eso.
   Ese era un descanso de verdad. Quería pasar horas así, días, semanas, meses... ¡siglos! Lo merecía luego de todo su trabajo duro.
   Cuando terminó de comer se dejó hundir poco a poco hasta la nuca, echó su cabeza hacia atrás.
   Cerró los ojos y se durmió.
   O pensaba dormirse hasta que escuchó pequeños sollozos venir de la habitación.
   Suspira fuertemente mientras se levanta de su lugar y toma una toalla para secarse. Se cubre el cuerpo con una bata y sale. En la cama se encuentra sentados a Eri y Tomura, su hermano le acariciaba el cabello con mucho cuidado pero sin precaución alguna gracias a los guantes que llevaba puestos, la chiquilla se limpiaba las lágrimas con el dorso de la mano.
   —Hey, ¿qué pasó? —pregunta dulcemente, acercándose a ambos y sentándose al lado de su niña— ¿Estás bien? ¿Por qué lloras?
   —Tuve una pesadilla —se lamenta bajito, intentando no molestar a nadie.
   —¿Quieres decirme de qué trataba? —ella niega— Está bien. Fue solo una pesadilla, ¿ves? Estamos bien. Tú estás bien, Tomura está bien, y yo estoy bien, así que ya no te preocupes, ¿sí? —asiente y se abraza a la mayor. Tomura suspira. Kana le sonríe a su hermano y le besa la frente— Gracias.
   —Supongo que esto es lo que hace la familia —murmura, rascándose el cuello.
    —Sí, así es.
   Esa noche Eri durmió bien abrazada a Kana, y despertó bien abrazada a Kana también. Se sentó en cama frotando sus ojitos, en la cama de al lado Tomura ya estaba despierto, jugando en el celular de su hermana, apartándose el cabello del rostro con un clip.
   —Buenos días —susurra.
   —Buenos días —responde, sin apartar su vista del aparato.
   —¿Qué haces?
   —Juego.
   —¿Puedo jugar? —se baja de la cama y se acuesta a su lado, sosteniendo su rostro con sus manos, viendo las pantallas con lucecitas y monigotes que no entiende.
   —No es un juego para niñas pequeñas.
   —¿Tienes algo que sea para niñas pequeñas?
   Ve de reojo el enorme par de orbes ámbar que lo miran expectantes. A diferencia de los ojos de Kana, son redondos, sus pestañas son cortas, su iris es ovalado y en lugar de la degradación de marrón a amarillo presentaba más una degradación de naranja oscuro a amarillo. Su cabello era ondulado, muy blanco.
   Si no se les prestaba mucha atención, podían pasar como hermanos.
   Suspira fuertemente mientras cierra su juego y coloca uno más sencillo y bonito para Eri. Le da el celular y deja su cabeza caer sobre almohada.
   La chiquilla de inmediato luce sumamente concentrada en la pantalla, frunciendo un poco el ceño y asomando su pequeña lengua mientras arrastra sus dedos. Sin quererlo él sonríe de lado, quizás pueda influir y volverla una "gamer" también... Lo había intentando con Kana, pero su hermana era torpe con los controles, se le daban bien los juegos de mesa o cualquier deporte que necesitara habilidad física, pero sentarla frente una pantalla a derrotar un monigote era golpearla en su punto débil, su "talón de Aquiles".
   Ya va a ser mediodía y Kana no despierta todavía, respira pesadamente y tiene los ojos bien cerrados, babea un poco por la comisura de su labio, sin Eri a su lado se ha permitido moverse con más libertidad, enredando su cuerpo en la sábana y desacomodando las almohadas.
   —¿Quieres desayunar? —pregunta a la niña. Ella despega su vista del celular y asiente varias veces— ¿Quieres venir a desayunar conmigo? —sonríe ampliamente, sus ojos brillan y vuelve a asentir— Ponte ropa y bajemos.
   —¿Y mamá?
   —A ella dejémosla descansar un rato... Se lo merece.

The Bad Guy ;; BNHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora