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— ¡Naruto, has vuelto! — gritó con alegría Sakura, mientras lo abrazaba con una sonrisa.
El rubio correspondió al abrazo y sonrió de vuelta.
— ¿Qué tal tu entrenamiento? — preguntó la chica, separándose de él.
— Bastante bien, he aprendido muchas cosas dattebayo — sonrió ampliamente.
Naruto la miró de arriba a abajo, sorprendiéndose.
— Vaya, Sakura, has cambiado mucho, te has vuelto mucho más guapa — la pelirosa se ruborizó y golpeó suavemente su hombro.
— Que cosas dices Naruto... Menos mal que (Nombre) no está aquí — le recriminó, haciendo sonreír al chico.
— (Nombre)... Le he echado mucho de menos... ¿Sabes si sigue enfadada conmigo? — preguntó con una sonrisa triste mientras se rascaba levemente la nuca.
— En realidad... nunca estuvo enfadada, sino más bien triste... Lloró mucho tras tu partida, pero eso mejor háblalo con ella — le guiñó el ojo.
El rubio miró al suelo pensativo.
— Crees... ¿Qué se alegrará de verme dattebayo?
— Obvio — le sonrió para tranquilizarlo —. Ves a su casa, ahora mismo estará preparándose para ir a entrenar conmigo, pero no pasa nada si llega un poco tarde.
— Intentaré no alargarme mucho dattebayo.
— Lo dudo mucho. Una vez te vea no querrá separarse de ti — ambos se rieron.
Se despidieron con un abrazo, tomando caminos distintos.
Naruto estaba nervioso, tenía miedo de cómo iba reaccionar su mejor amiga cuando le viera, pero también se sentía ansioso por volverla a ver, pues de verdad que había extrañado demasiado su compañía.
Una vez llegó a su casa, se quedó mirando a la puerta sin saber si tocar o no, hasta que al final decidió por tocar al timbre.
— ¡Ya voy! — al escuchar su voz sintió su corazón latir con más fuerza.
La puerta se abrió, mostrando tras ella a una joven de cabello castaño y ojos azules. Se quedó embobado. Se había vuelto mucho más preciosa de lo que recordaba. A él ya le parecía guapa cuando tenían 14 años, pero en esos dos años ella había cambiado mucho. Su cuerpo había madurado y su rostro se veía más adulto.
