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— No entiendo como te puede gustar el mitad-mitad — refunfuñó Bakugo mientras miraba a su amiga peliazul con el ceño fruncido.
— Pues me gusta — susurró. — Sé que él te cae mal, pero... ¿Qué quieres que haga si me he enamorado de él? — eso fue una puñalada en el corazón del rubio.
Respiró hondo y apretó sus puños, para segundos después darle la espalda a su amiga.
— Pues bien por vosotros. Suerte con él — dicho esto comenzó a caminar, alejándose de ella.
— Espera Katsuki — corrió hasta él y le tomó del brazo. — ¿Estás enfadado? — el chico la miró por encima del hombro y se mordió el interior de su mejilla al ver esa expresión de tristeza tan tierna en su rostro. Esa chica lo tenía loco. Pero no era él el que estaba en su corazón, si no otro chico.
Suspiró y se rascó la nuca.
— No lo estoy fea — dijo revolviendo su sedoso cabello azulado. — Sabes que no puedo enfadarme contigo aunque quiera — vio como la dulce sonrisa de su amiga apareció y se volvió a morder la mejilla por dentro.
La chica lo abrazó y le besó en la mejilla, sonrojándolo.
— Eres el mejor amigo de todos — eso le dolió mucho, pero intentó disimularlo.
—Vayamos ya a clase — la chica asintió sonriente y los dos se dirigieron dentro del aula.
El rubio vio de reojo como su amiga miraba embobada al chico con los ojos heterocromáticos, por lo que frunció más el ceño. Éste dirigió su mirada a la de ella, encontrándose con la suya. La chica se sonrojó y Todoroki sonrió muy levemente, pero (Nombre) pudo notarlo.
— Buenos días, (Nombre) — dijo mientras se acercaba a ella.
— B-buenos días, Todoroki-kun — devolvió el saludo con una sonrisa tierna y sus mejillas sonrojadas.
A Bakugo le tocaba aguantarse las ganas de coger una silla y estrellarla en la cara de ese chico que tanto odiaba. Con un inmenso dolor en su pecho se dirigió a su asiento y se sentó intentando no mirar a aquellos dos tan acaramelados.
— Vaya, la primera chica de la que te enamoras y ella no te corresponde — escuchó la voz de Kirishima a su lado. Se giró hacia él con el ceño fruncido y chasqueó la lengua. — La verdad que lo siento amigo, me duele verte así.
