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La primera vez que (Nombre) escuchó a Yeon Hajun en directo fue de casualidad. Llegaba tarde, con una mochila llena de libros y una cámara vieja, y un amigo la llevó a un evento de Paradox Live en un club oscuro. Ella decía que no era de rap, pero notó algo claro: cuando él cogía el micro, el local se calmaba. No era solo técnica; era cómo miraba al público, cómo medía las pausas y cómo entraba en el compás con seguridad.
Desde entonces se lo cruzó tres veces más. Una, en un backstage, cuando ella hacía fotos para una web pequeña. Otra, en la salida de emergencias, los dos buscando aire. Y otra, en un 24 horas, cada uno con su café en lata a una hora imposible. Se saludaron sin saber si ya se conocían o solo se habían visto. No eran amigos, pero tampoco extraños.
Aquella tarde de viernes, (Nombre) llegó al estudio con una bolsa de onigiri, dos cafés y el móvil vibrando. Hajun llevaba la capucha puesta y los cascos a medio colgar, frente a una pantalla con pistas de colores. El resto del equipo había salido a fumar. Quedaban ellos y la luz del atardecer entrando por la ventana.
—Traigo comida —dijo ella, dejando la bolsa en la mesa baja.
—Eres oficialmente la persona más útil de la sala —contestó él sin mirar, con voz grave y cansada.
Se quitó la capucha y le sostuvo la mirada apenas un segundo, como si le estuviera pidiendo permiso para estar cansado delante de alguien.
—¿Quieres que te haga fotos hoy o solo escucho? —preguntó (Nombre), sentándose en el sofá.
—Hoy escucha —dijo Hajun—. Y si te aburres, te dejo tocar botones falsos para que parezca que trabajas.
—Cobro por eso —le siguió la broma.
Él sonrió de lado, nada exagerado.
—Te lo pago en cafés.
El beat sonaba limpio, con bajos controlados. La voz de Hajun entraba suave, crecía y frenaba a tiempo. (Nombre) miró las pantallas, pero miró más su nuca y la concentración en sus manos al editar. Entre tema y tema, la sala quedaba en silencio, cómodo.
—¿Tienes concierto mañana? —preguntó ella, rompiendo la ignorancia.
—Sí. Show pequeño. Me viene bien —pulsó la barra espaciadora y el loop se calló—. He estado escribiendo, pero no sé si quiero cantar esto todavía.